–Pero es que la lluvia por todo mundo la piden.
–Mira San Pedro …será el sereno, pero, o controlas tu agüita en las novilladas de Guadalajara, o por tu culpa tendremos que retomar aquel calendario, cuando la temporada de novilladas comenzaba en octubre, para terminar el 25 de diciembre con el cartel de triunfadores por el inolvidable "Estoque de Plata".
-No sé. Voy a hablar a ver con quién (Por eso no quieren a los taurinos. Nada les parece).
A ver. Como hoy: el cielo cerrado, el clima fresco y la inminente promesa de lluvia. Así, ningún tapatío va a los toros. Debíamos aprender de los cabales de la Plaza México. Vaya manera de soportar los chubascones de la capital.
Encima –una que me contaron en el callejón de la plaza– es que además torea "er niño de la lluvia" ¿Quién? …er niño de la lluvia. Rafael Serna. "¡Sí! Mira –explicaba mi transitorio contertulio. El día de su presentación, que no pudo ser: llovió. El día que por fin se presentó, en su toro fue en el único turno que llovió. Otro día, que le hicieron una entrevista aquí en la plaza: llovió. Luego, cuando va al rancho de Pablo Moreno, pero como va muy seguido, ya ni quieren dejarlo entrar; porque no hallan qué hacer con tanta agua que lleva er niño". Entonces miré al cielo y me pregunté ¿Será? Pues qué cree. Efectivamente lloviznó –solamente– durante la lidia del tercero y del sexto de la tarde. Bueno, algunas chispas adicionales por ahí.
Dispensarán ustedes la poca seriedad de hoy. Pero es que había que sacudirse el entumecimiento. Hoy ha sido una tarde particularmente gris. Y no. No me refiero a los actuantes, quienes, cada cual a su aire trataron de hacer bien las cosas. Disposición y ganas de agradar al cotarro de la Nuevo Progreso. Hombre, que hasta Rafael Serna se fue a porta gayola a recibir de hinojos en el tercio al de San Francisco de Asís. Pero quien sí estuvo frío en verdad fue la clientela. Vamos, que la flojera, ni siquiera les permitió pitar a lo "chiflable" que salió esta tarde por toriles.
Lo bueno fue la actitud de los tres espadas. Iba a decir que Serna corrió con mejor suerte; pero no. Él la buscó. Por todos los medios. Con el primero de su lote, un cárdeno bragado, axiblanco, lanceó con gusto por verónicas. En el tercio de quites ofició por chicuelinas y tafalleras, para rematar con revolera. El de Cuatro Caminos se debilitó más al correr de la lidia, pero Serna, a quien se le nota que ha buscado encontrar el ritmo lento de los astados de México intentó la faena con la pañosa, pero toda su disposición se estrellaba con pared.
Cuando cogió la espada, se armó de paciencia para cuadrar bien y entonces dejar en lo alto, otra gran estocada, que como la tarde anterior fue merecedora de un apéndice. Su segundo (San Francisco de Asís) nos dio algunas esperanzas al comienzo de la lidia. Trotó abanto por el ruedo, hasta que el sevillano lo sujetó en el centro, para mecerse en verónicas cadenciosas que despertaron de manera efímera a los empapados.
Doble remate por media, a un ritmo que hasta hace poco no le habíamos visto al hispano, más una revolera con pinturería. Volvió a lucir en un quite por chicuelinas rematadas con una brionesa. "Novillero" se diluyó, conforme transcurrió la lidia. Serna porfió hasta "extirpar" –perdóneseme la expresión– pases con derecha a un ejemplar de poca humillación, pero que obedeció mientras pudo al espada ibero. Por desgracia pinchó en varias ocasiones, que si no estaríamos al habla de otra oreja, todo quedó en pinchazos.
Platerito, el zacatecano Ángel Espinoza, posee buenas virtudes. Le gusta el toreo bueno y se nota que le gusta interpretarlo. Hoy, con el primero de su lote– nos regaló varios momentos de interés para el buen aficionado; se sienta en los riñones; le gusta y sabe templar; tiene valor sereno y pinturería por momentos. Sabe y le gusta banderillear –yo me quedo con el segundo para a este toro– a la mexicana.
Se jugó los muslos en tablas y, aunque pinchó el astado, que dio una vuelta al ruedo; porque no quería entregarse. Escuchó un par de avisos. Ante el cuarto de la tarde, no hubo muchas posibilidades, pero esas posibilidades le bastaron al torero. Volvió a fajarse de tal manera que se llevó un puntazo. Se apretó en manoletinas para sepultar hasta la bola y ahí fue que le sorprendió el astado.
André Lagravere tiene que tallar más el lápiz. Le gusta –y lo busca– el aplauso ocasional. Con el primero de su lote tuvo mejor suerte, pero se pudo rapidillo con la capa y por la falta de vigor, ya no ayudó el astado. Con el segundo acabó desconcertado. Y más porque algunos se pusieron del lado del toro. Un ovación en su primero y silencio en el quinto de la tarde.
Para la semana próxima, la empresa anuncia un cartel de triunfadores (aunque la manta no menciona hierro ni actuantes).