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La frase (video)

Domingo, 26 Abr 2015    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Aejandro Talavante, de la realidad a la fantasía
Latía en su interior con una fuerza inusitada. Palpitaba calladamente debajo de su piel. Y quizá también se agolpaba en su mente como la tímida gota de agua que cae del cielo aislada de la llovizna. Tan única e individual. Irrepetible. Era aquel continuo martilleo, cíclico, sonoro, que hervía por dentro. Se repetía una y otra vez sin cesar y atizaba de locura el corazón de Talavante.

Y del espectacular arrebato de Arturo Macías, que hizo explotar de emoción al público al conseguir un triunfo legítimo, ese sentimiento colectivo dio paso al éxtasis de una obra de arte inverosímil.

Porque hoy en la monumental de Aguascalientes, Talavante se empeñó en contradecir aquella tozuda frase que afirma que "en el toreo ya todo está inventado". Pues no. Todavía hay cosas por inventar si un torero se abandona, confía en su valor, y se sumerge en las profundidades de la inspiración.

¿Qué hizo Talavante para conmocionar a la gente? Algo tan sencillo y tan complejo: torear con el alma. Porque su muleta sólo fue un leve instrumento del alma; un mecido aleteo rojizo en el que se fundió la nobleza de un toro-amigo dispuesto a modelar, a la par de sus acompasadas embestidas, el mayor monumento a la ensoñación del toreo.

Aquello era como si de pronto las suertes hubiesen experimentado una transfiguración espontánea para desembocar en el "duende" lorquiano del que se escucha hablar con frecuencia, pero que pocas veces lleva el arte del toreo a una dimensión onírica, indescriptible con palabras.

El espíritu de Antonio Corbacho rondaba la plaza. Era evidente. Se podía percibir en cualquier olé. La media sonrisa del suspicaz maestro de toreros era un guiño a su recuerdo, a su sabia necedad de ser diferente. No en vano dos de sus alumnos más aventajados estaban ahí mismo, en el ruedo, exponiendo sus teorías metafísicas conectadas con la cultura milenaria del oriente.

Por una parte, la vocación del samurái, representada por el férreo carácter de Macías. Por otra, la perfección de torear la mirada y fundirse con el toro para llegar a la genialidad de Talavante.

Así que la vieja frase se derrumbó. Cayó a la arena con estrépito y se hizo añicos.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Sexto festejo de feria. Media entra en tarde agradable. Seis toros de Teófilo Gómez, de buena presentación y desigual juego, entre los que destacó el 4o. por su transmisión, y el 6o. por su nobleza. Pesos: 545, 528, 534, 518, 533 y 523 kilos. Arturo Macías (negro y oro): Oreja y dos orejas. Fermín Rivera (verde olivo y oro): Palmas y ovación. Alejandro Talavante (nazareno y oro): Palmas y vuelta.


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