El mayor triunfo de Joselito Adame la tarde de hoy en Aguascalientes, fue ver la monumental de su tierra llena de bote en bote –con un ambientazo en los tendidos– repleta de gente dispuesta a entregarse después de 26 años en que en esta plaza no se daba una encerrona, prácticamente la misma edad que ahora tiene el torero hidrocálido.

Y aunque al final de la jornada Joselito no alcanzó un triunfo clamoroso, debido a su falta de contundencia con la espada, nadie puede negar que realizó un gran esfuerzo físico y mental para poder solventar la difícil papeleta que plantearon los toros de seis distintas ganaderías elegidos para la ocasión.

Al final, el toro de Begoña, hondo y fuerte, fue el más completo de la tarde, ya que mantuvo un mismo tono de bravura que exigió al torero estar muy atento durante toda la lidia, que afronto con el mismo carácter que las demás. Y no obstante el pinchazo previo a la estocada, se le concedió una valiosa oreja, la primera conquistada a lo largo de una corrida en la que procuró estructurar todas sus faenas y comenzarlas todas de manera diferente.

Este trofeo relajó la presión que se percibía en el torero, que de cualquier manera no bajó la guardia nunca, sino que redobló las ganas de conquistar la puerta grande, un galardón que no podía dejar para otra ocasión.

Con el quinto, un sobrero bis de El Junco, que sustituyó a uno de Barralva precipitadamente devuelto por su aparente falta de trapío, explotó la emoción en un momento inesperado de la faena, cuando Joselito arrojó el ayudado a la arena y se dio a torear con el reverso de la muleta, haciendo alarde de valor, enraizado y si inmutarse, pasándose las embestida por la faja.

Ahí la gente se puso en pie y le gritó "¡torero, torero!". Este detalle fue clave para dejar entrever su ambición y sus ganas de seguir adelante, que desembocaron en el corte de la segunda oreja.

Y hasta tuvo el arrojo de ponerse delante de la puerta de toriles para recibir al sexto, otro ejemplar con cuajo, de Fernando de la Mora, al que le dio una larga cambiada de rodillas con valentía antes de tirarse al piso porque el toro se revolvió en un palmo de terreno e hizo por él, golpeándolo en la cadera.

La actitud de Joselito resumía la tarde, pues había hecho una primera faena dinámica, un tanto crispada al de Montecristo que hizo primero; otra breve a un toro sumamente listo de Xajay, y una tercera a otro cuatreño de El Junco que resultó deslucido.

Así que de la mitad del festejo hacia adelante, la encerrona adquirió su verdadera dimensión, pues Joselito ya había ejecutado varios quites, siendo el "quite de oro" el más vistoso, y hasta se animó a coger las banderillas para parear al cuarto toro.

Uno de los instantes más significativos de la corrida, fue ver a Héctor Rojas nuevamente vestido de torero, y clavando un magnífico par de banderillas al tercero. Aquello fue el triunfo de un hombre sobre la muerte, algo que, sin duda, Joselito sintió en lo más profundo de su ser en una tarde que ya quedará inscrita en los anales de Aguascalientes, aquí donde hace doce años un chiquillo de apenas trece, encaró su destino con la misma hombría en la centenaria plaza "San Marcos".