Banners
Banners
Banners

Heriberto Murrieta, 30 años en la crónica taurina

Martes, 03 Feb 2015    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
Charlamos con él, en el marco de este aniversario

El 3 de febrero de 1985, hoy hace 30 años, Heriberto Murrieta debutó en la crónica taurina narrando para la estación XEW el tercio de banderillas de los toros que se lidiaron esa tarde en la Plaza México. Tenía 19 años de edad. Con motivo de este aniversario, platicamos con él sobre distintos temas.

- ¿Cómo te sientes en este aniversario?

- Muy contento porque hago lo que me gusta en la vida. 

- ¿Lo vas a celebrar de alguna manera?

- Sí, narrando este jueves la corrida de aniversario de la Plaza México junto a Juan Antonio de Labra. Me alegra haber logrado su retorno a Unicable, pues con él se ha elevado notablemente el nivel de argumentación taurina dentro en una transmisión en la que, estoy consciente, todavía hay muchas cosas que mejorar.

- ¿Esta vez no habrá festival de aniversario?

- ¡De ninguna manera! Me prometí no volver a meterme en ese berenjenal. 

- ¿Cuál es el papel que juegas en las transmisiones de Unicable?

- Yo no trabajo directamente en Televisa desde hace varios años, pero soy el responsable editorial, facultad que me confirieron en su momento Ricardo Pérez Teuffer y Javier Alarcón. Sin embargo, hay cosas que están fuera de mi control como el aspecto administrativo y la dirección de cámaras. Soy cuidadoso de no herir susceptibilidades con los directores de cámaras, pero a menudo les hago sugerencias sobre cómo creo que las transmisiones podrían mejorar, dentro de las limitaciones técnicas existentes.

- Ya que hablas de transmisiones, ¿qué opinas de las de Canal Plus?

- Son sencillamente extraordinarias. El despliegue técnico es formidable y se nota de inmediato el conocimiento taurino y la sensibilidad del realizador.   

- Desde tu punto de vista, ¿qué es la crónica taurina y cuál es la función del narrador?

- La crónica taurina, la hablada y la escrita, es una actividad periodística pero también es un ejercicio artístico. Tiene matices literarios y poéticos, pero yo no soy ni remotamente un poeta. Poeta, Pepe Alameda, que además ha sido el mejor cronista de toros que ha existido. Me declaro un “alamedista” furibundo. Sus libros son la proyección de su deslumbrante inteligencia, de su gran talento. El lenguaje taurino es rico y fascinante. El narrador tiene que ser un refuerzo de las imágenes, alguien capaz de captar lo que está sucediendo en el ruedo y transmitir la emoción del momento, aunque el torero en turno no sea de su gusto estético.

La transmisión en vivo de un evento como los toros exige comentar las suertes, describir más que editorializar, aunque claro, esa descripción tiene sus límites cuando es televisión y no radio. Hay que subir el tono de voz cuando la faena tiene emoción, pero no caer nunca en la estridencia o el mal gusto. Me parece algo normal que uno vibre más o se sienta más motivado ante aquello que le agrade, artísticamente hablando. Por ejemplo con Morante, que se cuece aparte. Pero respeto a todos los toreros, un respeto que aumenta si consideramos que yo nunca me he puesto delante de un toro.

-¿Qué se necesita para que la crónica tenga emoción?

- Alguna vez me han dicho que mi narración tiene un tono medio, pero sucede que muy pocas veces pasan cosas que verdaderamente me estremecen. No me entusiasmo con cualquier cosa. Cuando sucede algo que me llega, me vuelco naturalmente y la voz se convierte en la resonancia del alma. Pero aparte de la emoción de la crónica, no me conformo con tratar de hacer una labor profesional, sino que me interesa el producto terminado, la transmisión como un todo.

Yo no soy maestro de nadie pero les insisto a mis compañeros que hagan que sus palabras pesen, dejando una breve pausa después de establecer una idea. Que le quiten ese ¿no? al final de sus dichos, porque es como poner en duda lo que acaban de decir. Les pido también que hagan preguntas, si quieren obtener respuestas. Parece una obviedad, pero increíblemente no se hacen preguntas y las entrevistas no son entrevistas sino diálogos enrevesados. Me desesperan los planteamientos vagos y las felicitaciones, en lugar de llegar con el torero y lanzarle directamente la primera pregunta.

Tampoco me gusta sugerirle al torero lo que debe hacer en el momento de la faena. Tardé mucho tiempo en lograrlo. Caía constantemente en esa chocante tentación, por la que  seguramente me alucinaban (sic) los diestros. No me gusta quedarme por debajo de las faenas pero tampoco hay que exagerar las cosas que el televidente está observando. Encontrar la justa dimensión de una actividad subjetiva es una de las cualidades que debe tener el cronista. Antes de las corridas, cuando entro a la capilla de la Plaza México, le pido a Dios dos cosas: ser justo y salir inspirado.  

- ¿Qué opinas de las críticas en tu contra?

- Que son parte de la profesión y pueden ser de gran utilidad, pero no deben desequilibrarlo a uno. Sería iluso esperar que a todos les gustara mi estilo.  Aunque no tengo cuenta de Twitter y la de Facebook no la he consultado nunca pues la que abrí fue con la única finalidad de anular las falsificadas que estaban o están a mi nombre, a veces me llegan comentarios sobre lo que se menciona en las redes sociales. No sé si me equivoco, pero creo que una de las principales quejas se centra en una supuesta falta de crítica sobre lo que sucede en la Fiesta en México. ¿Y sabes qué? Es verdad que en los últimos años he tratado de destacar más lo positivo que siempre hay en toda corrida y quizá, en el afán de matizar, me he quedado corto en la crítica.

Créeme que mi labor se ha vuelto cada vez más difícil. Me pregunto constantemente: ¿qué debo hacer como el narrador de las corridas de toros en México, en momentos donde la Fiesta es más atacada que nunca?, ¿ser positivo?, ¿ser crítico?, ¿hacer denuncias, aunque éstas puedan darles más armas a los que quieren prohibir el toreo?, ¿cuál es el punto medio? Tengo claro que el sentido crítico es indispensable, pero hay que saber utilizarlo con inteligencia, comprendiendo el momento histórico por el que atraviesa el espectáculo para poner las cosas en el contexto adecuado. Mi compromiso sigue siendo conmigo mismo y con el aficionado, no con la empresa de la Plaza México, ni con los toreros, ni con los ganaderos. 

-  En tu opinión, ¿para qué sirve hacer crítica?

- Para establecer una postura y crear conciencia sobre algo. He sufrido vetos por decir lo que he creído que es la verdad. En 1985 me quedé fuera de las transmisiones un año y más recientemente, en 2005, otra vez un año. En esta temporada he subrayado que ha habido algunos toros mal presentados y jueces benévolos que abaratan las orejas en la Plaza México, pero al hacerlo no me ensaño ni soy reiterativo. Una crítica burlesca difícilmente saldrá de mi boca, mi estilo es otro, prefiero el argumento y la elegancia. Por ejemplo, no tengo nada en contra de Chucho Morales como persona, pero lo juzgo como autoridad y el otro día escribí en El Universal que regalar orejas como ha hecho él con mucha frecuencia no ayuda en lo absoluto a prestigiar el coso. Pero quizá algunos esperan más crítica o una crítica matona (sic) en las transmisiones.   

Pero déjame regresar, Nacif, al tema de las críticas que me preguntabas. Después de haber tenido cuenta de Twitter durante pocos meses, entre septiembre de 2011 y enero de 2012, puedo decir que el nivel de debate en general es muy bajo y como muchas veces no hay argumentación ni respeto, lo más fácil es el insulto. ¡Yo no voy a entrar a ese juego! ¿Para qué perder mi tiempo leyendo barbaridades si en cambio puedo escuchar la crítica constructiva y fundamentada? Porque obviamente hay mucha gente que sabe de toros más que yo. A esa le pido consejo. He invitado a toreros a la televisión. Ellos saben mucho, se han puesto delante y enriquecen las transmisiones. Luego escucho a algunos ganaderos y me impresionan sus conocimientos. Cerrar una cuenta de Twitter no significa de ninguna manera renunciar a la crítica.
 
La crítica fundamentada te hace crecer, por dura que sea. No me creo más de lo que soy, ni tampoco menos, me precio de ser una persona ubicada, pero te lo digo sinceramente sin querer sonar petulante: no dependo del elogio o la crítica para seguir adelante. Y una cosa sí quiero decirle al aficionado: tiene en mí a un comentarista que podrá equivocarse o estar atinado, pero que cuenta con valores y se desenvuelve con honestidad en un medio históricamente corrupto, lleno de “sobres” para los periodistas, en el que los apoderados tratan siempre de convencerte de algo que no sucedió en la plaza. Jamás he recibido dinero de nadie, cualquiera puede averiguarlo. 

-¿Qué tan compleja consideras es la organización de la Fiesta?

-Eso lo pueden responder mejor los empresarios pero puedo decirte que, al enterarme de las gestiones de varios de ellos, comprendo que montar festejos se convierte en una verdadera locura y un desgaste tremendo. Que si fulano no quiere alternar con mengano, que aquél no torea si no van los toros de su preferencia, que si su pretensión económica es elevadísima aunque no lleve gente en gran cantidad a los tendidos, que si cierta figura no quiere matar el primer toro de la función, que los toros deben ser “a modo”… todo eso condiciona seriamente la labor de los empresarios taurinos en este país.

No olvidemos que los toreros, o las figuras, mejor dicho, son las que deciden qué encierro quieren lidiar. Todo eso debe saberlo perfectamente el periodista para conocer el panorama de la Fiesta. En mi más reciente libro, el de las columnas de diez años en el (diario) Récord, publiqué numerosos textos sobre el descastamiento, la poca grandeza de algunos ganaderos, la falta de atractivo en los carteles, la necesidad de crear nuevas estrategias de promoción y las exageradas condiciones de comodidad en las que vienen a México los toreros españoles. Éstos abusan al saber que son necesarios. No se trata de sacar de tipo al toro mexicano y querer uno igual de grande que el español, pues la morfología de ambos es muy diferente, pero está claro que la mayoría de los diestros ultramarinos vienen pensando en la ley del menor esfuerzo, en el toro chico y el billete grande.

- ¿Cómo ves a la Fiesta de la actualidad?

- Mentiría si dijera que goza de cabal salud. Estoy tan preocupado como todos los que amamos este espectáculo. Me gustaría estar narrando una Fiesta en esplendor. Pero este es el tiempo que me tocó vivir y ahora tengo que decidir qué es lo que más conviene hacer desde el micrófono en pro de la Fiesta. Lamento profundamente que en México ya no hay ambiente de toros, como lo había hace algunas décadas. Creo que es prioritario convencer a los dueños de las televisoras de darle difusión al toreo, pero siento que hablar de toros a muchos últimamente les parece políticamente incorrecto.

¿Te imaginas si le dieran seguimiento a Joselito Adame o a Diego Silveti, como lo hacen con “El Chicharito” Hernández o Carlos Vela? La Fiesta está seriamente lesionada. Le han pegado los antitaurinos mal informados o totalmente desinformados, pero también le han pegado, y muy duro, los propios taurinos, por no propiciar un espectáculo más profesional.   

- ¿Tienes algún nuevo proyecto?

- El sábado 28 de este mes representaré a México en Albacete en el congreso internacional “La tauromaquia como patrimonio cultural”, por invitación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España. Participaré con el tema “La tauromaquia y la sociedad del siglo XXI”. Y en marzo publicaré el libro “Pancho Flores, el arte de la pintura taurina”. La familia del maestro me buscó para realizarlo. Ahora mismo se está imprimiendo. Lo presentaremos el 20 de marzo en Torreón, en abril en el hotel Presidente Intercontinental del D.F. y el martes 19 de mayo en la plaza de Las Ventas de Madrid, gracias a la invitación de Carlos Abella. Está quedando de lujo, con pasta dura y papel de primera. Espero que les guste. 


Comparte la noticia