Espectro Taurino: El adiós de un torero
Sábado, 03 May 2014
México, D.F.
Jorge Raúl Nacif | Opinión
El espacio de cada sábado
Los medios de comunicación se han volcado con la reaparición de José Tomás la tarde de este sábado en Juriquilla y el maestro de Galapagar ocupa todos los espacios. Sin embargo, hay que darle su lugar y reflexionar sobre el torero que esta tarde dice adiós... Fernando Ochoa.
La primera vez que vimos torear a Fernando fue en la Plaza México, en la Temporada Chica 1995, cuando le cortó las orejas a un novillo de Manolo Martínez. El espigado michoacano, miembro de una familia muy taurina, dejaba un grato sabor en aquella campaña y éste le permitía llegar con fuerza a la alternativa.
El doctorado le fue concedido el 7 de enero de 1996, en la Monumental de Aguascalientes, de manos de Miguel Espinosa "Armillita" y bajo el testimonio del hispano Javier Conde. Semanas después, el 4 de febrero, confirmó en La México y precisamente llevó a Miguel como padrino, mientras que el maestro Joselito fungió como testigo.
Con 18 años como matador de toros, la plaza Provincia Juriquilla será testigo de la ceremonia de corte de coleta para Fernando. Así lo ha decidido y así se llevará a cabo. Los motivos más profundos solamente él los sabe, de tal forma que hoy abandonará su profesión taurina.
No cabe duda que Fernando Ochoa rayó a niveles altos en su carrera, pero quizá los altibajos impidieron que alcanzara a dar ese paso para convertirse en una figura del toreo. El michoacano siempre atesoró clase y un sello artístico muy especial; esto es innegable, como lo muestran las imágenes de sus mejores faenas.
En este sentido, seguramente el mejor trasteo de su vida fue cuando cuajó al toro "Pa´enero", de Xajay, en el año 2008 y en el escenario de la Plaza México. Al fnal, el encastado ejemplar recibió el indulto, mientras que Fernando rozaba quizá el punto más elevado dentro de su carrera.
Tras esta actuación, coronada con la salida en volandas de Insurgentes, se pensaba que Fernando daría ese estirón para poder pensar en figurar, y aunque refrendó la puerta grande algunas semanas después, el tema no llegó a esas alturas definitivas.
Aunque hoy no se despide una figura de nuestra tauromaquia, Fernando sí fue un torero de importancia en la confección de carteles, con triunfos en muchas plazas de México y algunas del extranjero, siempre con esa manifestación de clase y cintura rota, un torero elegante y de buena planta.
El pasado jueves tuvo la oportunidad de despedirse de la colonial Morelia, su ciudad natal, y hoy lo hará definitivamente alternando con su amigo, José Tomás, que aceptó torear a su lado en este día tan especial en el que se desprenderá el añadido en señal de adiós.
Es lógico que la presencia y reaparición de una primera figura como José Tomás "robe cámara", como se dice coloquialmente, máxime que no torea en nuestro país desde que casi pierde la vida en Aguascalientes, en 2010. Sin embargo, ojalá que esto no haga menos la despedida de un buen torero mexicano.
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