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Cuando un torero resurge... (video)

Domingo, 02 Feb 2014    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo           
Federico Pizarro le tumbó una oreja a su primero y dio vuelta tras lidiar a su segundo

Si hace algunas semanas escribíamos del reencuentro de un Federico Pizarro que reverdecía lauros tras muchos años fuera del primer plano, hoy tenemos que hablar de todo un resurgimiento. Y cuando un torero resurge, crecen las emociones y las expectativas aumentan para que pueda, palmo a palmo, pelearle las palmas a las figuras y que la afición sea la que salga ganando.

Una pena que muy poca gente haya visto la importante actuación de Federico Pizarro en la Plaza México, pues no fueron más de cuatro mil espectadores los que se dieron cita en este monumental embudo. Y los que no vinieron (quizá  varios motivados por el espectáculo del Súper Tazón) se perdieron de una presentación plagada de torería, inteligencia e instantes de buen calado artístico.

El primero de su lote no era un toro fácil, como aparentemente hubiera podido considerarse. Y es que, aunque el de Santa Bárbara no estaba sobrado de fuerza, había que llevarlo muy bien pulseado y sin forzarlo demasiado para que no protestara, además de templarlo correctamente. Pizarro entendió de maravilla las condiciones descritas y, con maestría, construyó una faena en la que brillaron los trazos con la muleta en la diestra, impregnados de ese empaque tan especial que atesora.

El trasteo fue derechista, ya que el burel se quedaba cortito por el perfil contrario, pese a lo cual Federico bordó dos naturales inmensos. Para preparar la muerte, se dobló elegante y toreramente, en momentos que cosecharon los aplausos; acto seguido, pinchó al primer intento y cobró un estoconazo en el segundo. A pesar de esta circunstancia, el público pidió la oreja de forma mayoritaria y la autoridad dio el visto bueno, de tal suerte que paseó el trofeo entre ovaciones.

Muy meritoria fue su labor ante el cuarto de la función, pues el toro parecía no ofrecer mayores condiciones al acudir deslucido y sin fuelle. Con paciencia y una cabeza despejada, Federico, que brindó a su apoderado Adolfo Guzmán (pieza importante en su resurgimiento), le fue saliendo hacia adelante y, con la sarga bien colocada, extrajo muletazos de una gran suavidad y despaciosidad.

Con una técnica bien desarrollada, el trasteo fue a más y, al final, bien le pudo valer la concesión de una oreja de un gran peso específico, pero falló con el acero y todo quedó en una vuelta al ruedo, una vuelta con mucha fuerza. Pizarro rozó la salida en volandas, pero conquistó el reconocimiento y el cariño del público.

Jerónimo no decepcionó luego de su buena actuación de hace algunas semanas y hoy volvíó a impregnar su sentimiento tan mexicano. Al primero que enfrentó lo recibió con empaque a la verónica y quitó con unas muy personales chicuelinas, para después tomar la muleta y estructurar un trasteo que tuvo destellos propios al alargar los pases con la mano derecha, acompañando de forma muy sabrosa.

El ejemplar tenía calidad en sus embestidas, sobre todo al inicio del muletazo, pues comenzó después a salir con la carita a media altura. Jerónimo ligó algunos adornos con tintes agitanados, para rematar su faena de estocada entera. Quizá a la faena le faltó mayor consistencia como para que fuera rotunda la petición de oreja, pero dio una vuelta al ruedo con fuerza que, definitivamente, vale más que un trofeo concedido entre protestas.

Su segundo fue un marmolillo que prácticamente no ofreció opciones. Y es que tenía muy poco recorrido por ambos pitones, además de ser deslucido y terminar soseando. Jerónimo se mostró insistente y al final fue aplaudido mientras se retiraba a la barrera.

Para El Capea no fue una tarde para el recuerdo y al final se fue de vacío. El primero, al que recibió a portagayola, no le puso las cosas fáciles, pues tendía a defenderse y tiraba algunos derrotes, sobre todo por el perfil izquierdo. Pedro pudo estar solamente digno y solventó la situación, aunque sin poder lucir debido a las situaciones mencionadas.

El sexto de la tarde fue un noble castaño que tenía buena condición, pero su poca fuerza obligaba a no forzarlo ni tantito, pues perdía las manitas. El Capea anduvo voluntarioso y trazó momentos que le fueron coreados, aunque sin llegar a romperse. Aun así, regaló algunos derechazos templados y ligados, yendo el tema a menos mientras el toro terminaba por buscar las tablas. Finalmente falló con el acero en la primera ejecución y escuchó algunas palmas.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Decimoséptima corrida de la Temporada Grande. Menos de un cuarto de entrada (unos 3 mil personas) en tarde agradable. Seis toros de Santa Bárbara, correctos en presentación y de juego desigual, con poca fuerza en su conjunto. Pesos: 473, 506, 460, 496, 503 y 496 kilos. Federico Pizarro (azul marino y oro): Oreja y vuelta. Jerónimo (negro y oro): Vuelta y palmas. Pedro Gutiérrez "El Capea" (obispo y oro): Silencio y palmas. Incidencias: Destacaron en banderillas Cristhian Sánchez y Gustavo Campos, que saludaron en el 4o. y 6o., respectivamente.


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