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Ese es el milagro del toreo... (video)

Domingo, 25 Nov 2012    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo           
Los tres alternantes compartieron la salida en hombros

El toreo es arte y valor, el toreo es también técnica, emoción y grandeza, el toreo es pureza y emotividad… elementos que hoy se conjuntaron en la Plaza México para que el milagro del toreo inundara el corazón de todos los aficionados y los tres alternantes salieran a hombros tras brindar una tarde que ya forma parte de la historia de este monumental coso.

Julián López “El Juli”, Arturo Saldívar y Diego Silveti, rivalizaron y se entregaron, cuajando cada uno al primer ejemplar de su lote, tres toros de Los Encinos que mostraron un juego estupendo y que, con diferentes matices, tuvieron virtudes de categoría que hablan muy bien del trabajo que lleva a cabo el ganadero Eduardo Martínez Urquidi.

Pero vayamos por partes. El Juli recibió al primero de la lidia ordinaria con lances a la verónica que comenzaron a caldear el ambiente, para luego ajustarse en un quite por chicuelinas. Con torería, se dobló en los albores del trasteo y, aprovechando la clase del ejemplar por el pitón derecho, extendió el brazo en trazos que tuvieron temple, para rematar cambiándose la muleta de mano en un destello que hizo rugir a los tendidos.

El de Los Encinos tenía la misma calidad por el perfil izquierdo, pero era un tanto tardo. Con maestría, Julián le fue paciente y así logró dibujar no naturales, sino sobrenaturales, pues el madrileño se desgarró en los muletazos y puso en pie el público capitalino. De nuevo con la diestra se dio a torear en redondo y hasta la dosatina formó parte del recital que esta figura de época brindó el día de hoy.

No cabe duda que El Juli lo tiene todo, pues su sitio y maestría son innegables, al igual que el valor que atesora y el arte que surge en su tauromaquia. Y así, haciendo gala de todas las cualidades que un torero puede tener, redondeó su faena con una dosantina más, en cambio de mano rematando la ranchera, y un pase del desdén con mucho sabor. Y de no haber pinchado antes de cobrar un estocadón, quizá el rabo hubiera llegado a su espuerta, pero con rotundidad paseó las dos orejas ante el “torero, torero” y el ejemplar fue premiado con arrastre lento.

Dispuesto a no dejarse ganar las palmas, Arturo Saldívar se fue al centro del ruedo para ligar una chicuelina con la tafallera, y proseguir con las de Chicuelo. El ejemplar, un bello berrendo en cárdeno, tuvo mucha nobleza y embestía con calidad, de tal forma que fue materia propicia para que el torero criado en Aguascalientes estructurara una faena que le redituó en un triunfo fuerte.

Con una especie de pedresina inició el trasteo en el centro del redondel. Metiendo los riñones y sacando el pecho, echándole tipo y porte, Saldívar ligó derechazos de buen calado, llevando toreado al de Los Encinos en muletazos que disfrutó mucho, logrando transmitir hacia los tendidos. El recorrido por el izquierdo no era tan largo como por el derecho, pero el torero lo intentó al natural y dejó algunos instantes, para luego volver a dibujar el toreo con la sarga en la diestra.

Las estrujantes bernardinas con las que rubricó el trasteo desataron las emociones entre los aficionados y los gritos de “torero, torero” no se hicieron esperar. Como una flecha ejecutó la suerte suprema y finiquitó la vida del burel con una buena estocada, de tal suerte que las dos orejas llegaron a sus manos, redondeando un triunfo que asegunda y confirma el apoteósico que consiguió la temporada pasada al cortar cuatro peludas y un rabo, pero además dar muestras de su evolución taurina y que pronto, muy pronto, puede convertirse en una figura de nuestra tauromaquia.

Con sus alternantes yéndose por delante, Diego Silveti, que venía del reciente y duro percance de Guadalajara, salió al ruedo como un león y muy quieto se quedó en un ajustado quite por saltilleras, cambiándole incluso el viaje al ejemplar, un toro de Los Encinos que tuvo mucha transmisión y un interesante fondo de bravura que terminó por cautivar a los aficionados que llenaron el numerado de la Plaza México.

Con esa misma quietud, Silveti toreó por alto al inicio de su faena y remató esa primera serie con un desdeñoso pase del desprecio y el forzado de pecho. Como el toro era pronto a los cites y tenía boyantía, Diego toreó sabroso por derecha en las tandas iniciales, extendiendo el trazo lo más posible y haciendo las cosas con cabeza y emoción. Los naturales fueron igualmente bellos, cintura rota y toque muy personal, aunque por este pitón el burel tendía a salir con la cabeza a media altura. Ya abandonado, cuajó la dosantina y como un poste se quedó para ligar dos capetillinas, pases cambiados por la espalda que hicieron estallar a los tendidos.
 
Esa misma intensidad se mantuvo al torear por bernadinas, tan ajustadas como emocionantes, y ante el siempre emotivo “torero torero” se tiró a matar para dejar una estocada entera. El ejemplar vendió cara su muerte y fue premiado con la vuelta al ruedo, mientras que para Diego fueron concedidas las dos orejas, trofeos que le aseguraban la puerta grande junto con sus alternantes.

Con la salida en volandas ya conquistada, los tres matadores del cartel no se “tiraron a la hamaca”, sino que, con profesionalismo y afición, hicieron el esfuerzo ante sus respectivos segundos toros, buscando continuar con la apoteosis de la primera parte del festejo, algo totalmente plausible y digno de resaltar.

En esta tesitura, El Juli le sacó partido a un ejemplar que tenía un puntito de violencia y no acudía del todo entregado a los engaños. Y aunque la situación no era del todo propicia para lucir, el ibérico demostró una vez más toda su maestría y, si no logró tocar pelo, fue porque la estocada conseguida no fue efectiva y tuvo que hacer uso del descabello.

El segundo del lote de Saldívar acudía a la muleta, pero lo hacía deslucido y sin ritmo. El hidrocálido plantó cara y no se aburrió delante de los pitones, consintiendo a su enemigo e intentando obtener el mayor provecho posible, algo que, finalmente, no se pudo conseguir.

Para Silveti fue el séptimo, un toro que tampoco ofreció grandes posibilidades, y es que desde salida punteaba y por ambos lados tendía a tirar el derrote. Igual que sus alternantes, el torero de dinastía hizo lo posible, pero el triunfo no llegó en este su segundo burel.

Así pues, y en medio de estas tres historias de triunfo, Mónica Serrano tuvo una actuación destacada con el ejemplar que abrió plaza, un novillo de De Santiago, dado que es una rejoneadora sin alternativa. El ejemplar fue noble y acudía con prontitud al cite de la caballista, siempre muy templadito y obediente, permitiéndole estar desahogada.

Aunque quizá la colocación de rejones y banderillas no fue la mejor, la pureza en la ejecución de las suertes entusiasmó al público, así como los momentos en los que llevó bien toreado a su colaborador. Una pena que el rejón de muerte no fue efectivo, pues la posibilidad de la oreja aparecía en el horizonte, e incluso en el segundo intento dejó un bajonazo que le granjeó pitos al final de su labor, en algo que pareció un tanto exagerado dado el esfuerzo que Mónica desplegó durante la lidia del novillo.

De esta forma, el público salió toreando del coso… toreando porque el milagro del toreo apareció en el ruedo de la Plaza México y, con diferentes estilos, los diestros regalaron una tarde de esas que no se olvidan nunca, pues el toreo, el toreo de verdad, permanece por siempre.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Sexta corrida de la Temporada Grande. Unas 33 mil personas en tarde agradable. Un novillo De Santiago, para rejones (1o.), y seis toros de Los Encinos, bien presentados y de muy buen juego en su conjunto, entre los que destacaron 2o. y 4o., premiados con arrastre lento y vuelta al ruedo, respectivamente. Pesos: 400, 513, 508, 550, 490, 560 y 520 kilos. La rejoneadora Mónica Serrano: División de opiniones. Julián López "El Juli" (grana y oro): Dos orejas y ovación. Arturo Saldívar (azul noche y plata): Dos orejas y silencio. Diego Silveti (turquesa y oro): Dos orejas tras aviso y palmas. Incidencias: Tras el paseíllo, la "Porra Libre" le entregó a Saldívar el trofeo "Manolo Martínez". El Juli brindó a sus dos alternantes la muerte de su segundo toro. Christian Sánchez saludó tras parear al 7o.

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