Sin triunfos resultó la segunda novillada en la Monumental de Zacatecas, pues Efrén Rosales (foto), Luis Ignacio Escobedo y el colombiano Camilo Pinilla, se fueron de vacío y solamente cosecharon las palmas del público, que reconoció el esfuerzo desplegado.
Efrén Rosales llegó a la Monumental Zacatecas con la entera disposición de vender su toreo que se perfuma de valentía, y total entrega. Así, se abrió de capa para recibir a su primero con un farol de rodillas que rubricó con una media. Después quitó por gaoneras dibujadas con arrojo, sitio, y determinación.
Brindó su faena al homenajeado, padre Sixto Mazzoco, para después rodilla sobre la arena ligar una tanda por pitón derecho, la faena tuvo calidad pues además el novillo tenía fuerza y transmisión. La faena fue a más, y al momento de culminarla, toreó por estatuarios, siendo prendido para llevarse un pequeño puntazo en la pierna izquierda.
Al rubricar su faena la espada quedó en buen sitio pero el novillo no tardó en doblar, por lo que descabelló, acertando al primer intento. Tras la fuerte ovación salió al tercio.
Con el cuarto, Rosales jugó a compás los brazos con el percal, después quitó por tafayeras, con lo que adelantó el valor y la solera que pondría a lo largo de su faena que comenzó llena de sentimiento, recursos, y ese pundonor que todos los novilleros deben poner en cada tarde.
Rosales, si bien no tuvo el mejor paso por la Plaza México, sigue en ese ánimo de construir una carrera novilleril de verdad, y así con un toro franco, templó y mandó, y aunque al final de la labor, el novillo se pegó a tablas, estuvo ahí, sacando los pases de inventiva. La espada nuevamente lo cuartó del triunfo, por lo que recibió una clamorosa ovación, tras dos avisos.
Para el novillero zacatecano este festejo marcaba una dura prueba en su carrera, pues en dos anteriores ocasiones las posibilidades de triunfo se esfumaron, por lo que la película esta vez buscaba otro final.
Sin embargo, el destino nuevamente puso a prueba a Luis Ignacio, quien con su primero no mostró la solvencia necesaria ante un novillo al que le faltó fuerza, y que a su vez desarrolló sentido, y peligrosidad. Aunando a ello el factor viento se hizo presente y la tarde se puso aún más a cuesta riba. La espada quedó caída, pero fue suficiente para pasaportar a su primero y escuhar división de opiniones.
Ante el segundo de su lote, Luis Ignacio Escobedo salió con mayor determinación, su saludo capotero por verónicas tuvo cadencia y ritmo. En su trasteo muleteril estuvo más confiado y ligó buenas tandas, dejando ese rocío de inspiración, y torería, sin embargo, faltó dejarle más la muleta en la cara, y así darle menos tiempo para pensar. Falló con la espada y fue silenciado.
El cielo nublado que soltó la lluvia en el sexto de la tarde, tuvo la misma tonalidad para el colombiano Camilo Pinilla, quien lució en el percal con su primero, pero ya con la muleta buscó sin encontrar. La estocada fue defectuosa para descabellar, y retirarse en silencio.
Con el que cerró plaza, el colombiano alargó el trasteo dando pie para que el ejemplar desarrollara sentido, fue prendido llevándose dos rayones, uno en el pecho, y el otro en el derecho, fue ahí cuando la gente volteó a ver su actuación que culminó con más valerosidad. Con la espada estuvo errático para escuchar un aviso y retirarse entre palmas