Valió la pena hacer un viaje de 10 mil kilómetros para ver la reaparición del mítico José Tomás, en cuyo marco triunfó el fogoso diestro mexicano Arturo Saldívar. Fue una corrida de muy variados e interesantes matices.

Días antes de su regreso, José Miguel Arroyo "Joselito", en entrevista con el diario español El Mundo, trazaba un perfil del torero por antonomasia: "Es un tío encantador, agradable, simpático, buen conversador, muy sincero y muy hombre. Mantiene las posturas, no es un niñato de ahora blanco y mañana negro. Es tan inmensamente íntegro y tiene tanto valor, que es capaz de ponerse donde otros apenas pensamos ponernos".

Su madre, en otra entrevista con el mismo periódico, también se encargaba de traer de regreso a la Tierra al héroe cuya leyenda crece tarde a tarde por su fidelidad a un concepto y su entrega sin concesiones. José Tomás es una filosofía expresada a través de una tauromaquia.

Y el antagonista del toreo banal y utilitario llegó a la plaza de Valencia con un vestido antisolemne color malva con bordados de medias lunas y enredaderas de hilo verde que le subían por las mangas de la casaquilla. Sin huella alguna en el subconsciente del drama de Aguascalientes; a Tomás no se le fuga el valor por los hoyos de las cornadas. Y los fotógrafos se conglomeraron delante de su figura delgada, su nariz respingada y su cicatriz en la barbilla, en una muestra del inusitado interés mediático que despierta. El lidiador de Galapagar es cada vez más fotogénico y su personalidad se ha acusado con los años. Al desmonterarse, deja ver el pelo en seco desordenado, con no pocas canas en un remolino que pinta ya para mechón.

El ídolo que arrastra multitudes regresó con el valor intacto, con la misma bandera, con las ventajas cedidas al toro, con idéntica pureza y con su sinceridad desprovista de efectismos, a torear reunido, a torear distinto, a estremecer en cada lance y hasta a innovar con unas controversiales manoletinas con las piernas abiertas, "sentado" en los riñones.

No podía faltar el toque de dramatismo que desde hace algunos años acompaña sus actuaciones. Justo debajo de donde nos encontrábamos arrancó el quinto toro hacia los medios, donde lo esperaba con los brazos extendidos y el engaño muerto para ejecutar un pase por alto. La impresionante voltereta se debió a que no dio el toque firme para "empaparlo" en la muleta. Al llegar a la jurisdicción del torero, el colorado de El Pilar desvió intempestivamente su trayectoria y se lo llevó por delante con velocidad de AVE.

Por momentos parece que Tomás va camino a la inmolación. He aquí el punto que tanto se discute en torno a las tundas que se lleva. Si bien es cierto que abusar de los recursos defensivos resulta asqueroso y convierte al toreo en una farsa, el arte de la lidia tampoco consiste en ser revolcado todas las tardes. "Una cosa es asumir estoicamente el riesgo y otra cosa es provocarlo, aunque sea de forma inconsciente. Transgredir el canon es privilegio de los elegidos, pero esa transgresión no exige la aniquilación física", advierte Javier Villán.

Saldívar, por su parte, con ansias de novillero, salió respondón. Iba a comerse el mundo a puños. Le fue a toser al mismísimo José Tomás en la tarde de su regreso a los ruedos. El arrebatado chamaco de Teocaltiche, que había declarado que si no daba guerra y si no se arrimaba podía pasar inadvertido, dio guerra, se arrimó y llamó la atención, aprovechando el escaparate que significaba una corrida tan señalada. Lo hizo acelerando en las curvas pero sin dejar de torear bien y con largueza en medio del ímpetu ciclónico de su juventud y de aquella distracción que pudo costarle caro cuando le perdió la cara a su primer toro.

Presentación

La presentación del libro "Instantes 2" y el DVD de los "Jueves Taurinos" del noticiero 24 Horas se adelantó a las 6 de la tarde, mañana jueves en la muy taurina localidad de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala. ¡Allá nos vemos!