Contra todos los pronósticos, Lupita López sorprendió en su agridulce alternativa con un capote mecido y lánguido, un rítmico juego de brazos y una cabeza despejada. Con lentitud y gusto, la morena yucateca se convirtió en la expresiva continuadora de esa forma de torear tan propia de México, que tiene ese "algo" que nos seduce. No necesitó proponérselo: le brotó naturalmente porque lo lleva en la sangre. Y es que el toreo es una clara proyección de la idiosincrasia.
Aún sin el oficio de sus alternantes, la intuitiva torera peninsular realizó lo más artístico de la última corrida de la temporada, sintiendo y haciendo sentir, dejando huella, que es lo importante. En su segundo turno, cuando ya se perfilaba hacia la salida a hombros, la nota discordante fue que no descordó. Falta de puntería, tres avisos. ¿Un desastre? ¡No, mera circunstancia!
Mari Paz Vega, máxima figura del toreo femenino, profesional seria, enseñó una técnica solvente y buscó el triunfo a través de la "rudeza", con toques violentos y una enorme enjundia ante un toro que protestaba. Lo consiguió tras una estocada modélica en el hoyo de las agujas.
Y aunque la voluntariosa Hilda Tenorio saliera del embudo con las manos vacías e hizo falta la apoteosis compartida, la salida a hombros de las tres, avanzan los planes para realizar una atractiva gira femenina. Por lo pronto, estarán en Texcoco, Tlaxcala y San Miguel de Allende, entre otras plazas.
Antecesores
Antes de Lupita, cuatro yucatecos recibieron en su día la alternativa, según nos recuerda el aficionado Luis Mauricio Perera: Manuel Gómez Blanco, Antonio del Olivar, Álvaro Cámara y Víctor Moreno, quien el 13 de marzo de 1977 se hizo matador en Mérida de manos de Paco Camino, siendo el testigo Manolo Martínez, con toros de la ganadería de Santacilia.
Recuerdo haber escuchado a mi padre decir que Cámara realizaba la suerte de matar con la mano izquierda.
Conceptos
Hace unos días en el auditorio de la Cámara de Comercio de Guadalajara, que registró un lleno, Juan Antonio de Labra, Juan Antonio Hernández y este cronista hablamos sobre los toros en los medios de comunicación. Ahí celebramos el hecho de que, aunque son pocos, siguen existiendo espacios taurinos en periódicos, estaciones de radio, canales de televisión y en Internet, tribunas que hay que defender y optimizar. Y es que, a pesar del fortalecimiento de una corriente protectora de animales fundamentalista, agresiva y mal informada, el toreo pervive en México como una expresión cultural viva. Así, lo demuestran las siete excelentes entradas que se registraron durante la Temporada Grande en la Plaza México.
Juan Antonio de Labra no se sorprendió ante la falta de espacios taurinos, considerando la baja de popularidad del toreo, y criticó a quienes sistemáticamente se ceban en los toreros. La crítica hay que hacerla cuando sea necesaria, pero no como una consigna sino para fijar una postura con firmeza y argumentos, estableció el cronista tapatío.
Juan Antonio Hernández puso el dedo en las distintas llagas del toreo mexicano, llagas que no cicatrizan porque los mismos taurinos lo impiden, encerrados en su círculo vicioso. El elocuente comunicador tlaxcalteca remarcó que es impostergable modificar el discurso y hablarle con sencillez y capacidad didáctica a un público que no necesariamente es aficionado a los toros.
Y el que esto escribe externó su deseo de que, así como la televisión abierta forja figuras mediáticas en el boxeo, haga lo propio con los toreros, personajes muy "explotables" para efectos televisivos porque realmente se juegan la vida, gallardamente, frente al toro. Todo es cosa de que la tele se convenza de que las corridas pueden traer consigo dividendos económicos a través de su aprovechamiento comercial. Estoy convencido de que la varita mágica de la tele puede ser clave para el resurgimiento del espectáculo.
Reliquia
Para cerrar con broche de oro, mejor dicho, de plata, el aficionado Luis Felipe Vaugier entregó esa noche un regalo formidable que Rodolfo Rodríguez "El Pana" le envió al ganadero Pablo Moreno, organizador del coloquio: el vestido rosa con bordados en plata que el torero vestía la tarde paradigmática del 7 de enero de 2007 en la Plaza México.
Fantoche, lunático, ladino, desfachatado, lo que ustedes quieran, pero ese episodio ya ocupa un lugar en la historia contemporánea del toreo nacional. Pablo Moreno y su padre han tenido muchas atenciones con el otrora tahonero. El veterano tlaxcalteca se comportó como un hombre agradecido, a pesar de las numerosas muestras que ha dado en sentido contrario. Un regalazo para Pablo, panista confeso que se estremeció con el toreo a la mexicana, barroco, abandonado, salido del alma, que esa tarde dibujó "El Brujo de Apizaco". Una reliquia que el criador jalisciense conservará para siempre.
Twittero
Resulta enriquecedor recibir en Twitter una impresionante cantidad de mensajes de aficionados interesados en todo lo relacionado con la Fiesta de toros. Los invito a seguir participando. La cuenta es @betomurrieta20.