A unos cuantos días de confirmar su alternativa en la Plaza México, el torero queretano habla de su camino desde que llegó al país, su controvertido doctorado en Pachuca, y el hecho de no aparecer en los carteles de las primeras ferias de México.
Sencillo y centrado, El Payo reflexiona desde su prespectiva juvenil y arrebatada. Y no se tapa. Por el contario, pone los puntos sobre las íes sin temor, con la misma seguridad con la que se planta sobre la arena en cualquier plaza de toros.
Y lo hace después de lidiar dos ejemplares a puerta cerrada, en la plaza de Juriquilla: un novillo de Marco Garfias y un toro de Pepe Garfias, a los que toreó con solvencia y mucha entrega, pues hasta en dos ocasiones le echó mano el primero, en una demostración fehaciente de que, para torear de verdad, hay que ponerse en el sitio donde los toros pegan, y a veces hieren.
Los naturales que dio al toro de De Santiago fueron de escándalo, porque el ejemplar potosino iba humillado y con gran clase a cada uno de los cites de este rubio orgulloso, repleto de raza torera.
Las fotografías de Tadeo Alcina que acompañan esta entrevista de audio son muy elocuentes, porque dejan entrever sentimientos reprimidos y, sobre todo, un toreo más profundo y expresivo que seguramente explotará el domingo en el coso de Insurgentes. Se le nota en la mirada.