"Yo nunca violé el reglamento": Ibargüengoitia
Martes, 07 Sep 2010
Zacatecas, Zac.
Juan Antonio de Labra | Enviado
Comenta los incidentes de la primera corrida de feria
El juez de plaza Carlos Ibargüengoitia argumenta su proceder durante la polémica corrida del domingo pasado en Zacatecas, donde Hilda Tenorio salió a hombros de la Monumental con las orejas y el rabo simbólicos tras concederse el indulto a un toro de la ganadería de Marrón, lidiado en octavo lugar.
Aficionado de muchos años, pariente de ganaderos, y abogado de profesión, Ibargüengoitia expone sus puntos de vista y explica con lujo de detalle los acontecimientos de un festejo que califica "cuesta arriba" por distintas razones que explica en la siguiente entrevista:
-¿Qué has pensado a lo largo de las últimas horas después de presidir tu primer festejo?
-Que esta labor de ser juez de plaza es ingrata, pues uno viene aquí con la mejor disposición de que las cosas salgan bien y al final el público se pone en contra. Se trata de una labor muy compleja porque hay muchos intereses de por medio. Y lo más triste es que en algunos medios lo califiquen a uno de inepto.
-Vamos por partes... ¿porqué decidiste echar para atrás al toro de Valparaíso antes de que fuera picado?
-El toro se lesionó el pitón a la hora del entorilamiento, pero al parecer no lo tenía flojo; o por lo menos esa fue la impresión que nos causó tanto al ganadero Ignacio Pliego como al médico veterinario y a mí. Sin embargo, al salir a la plaza era notorio que lo tenía flojo y un sector del público comentó a pedir que se cambiara.
-¿Acaso no hubiera sido prudente esperar a que se picara para ver si el pitón finalmente se le caía o no en el peto?
-El reglamento taurino establece que un toro no puede ser devuelto después de ser picado, y si el pitón se le caía en la suerte de varas, iba a tener que dejarlo sobre la arena y eso ocasionaría mayor molestia en el público. Fue por eso que decidí devolverlo antes de que salieran los picadores a la arena.
-Ahora bien, ¿porqué saltó a la arena, una vez que se había corrido el turno, el segundo reserva (de Marrón), en vez del primer reserva (de Suárez del Real), según se asentaba en la tarjeta del sorteo?
-Porque Paco Santoyo, apoderado de la matadora Hilda Tenorio, solicitó que saliera el de Marrón y no el otro. Aquí, el reglamento taurino establece que puede decidir el juez sobre el orden de las reservas, según sea el caso, y se tomó la decisión de acceder a esta petición, con la que estuvo de acuerdo la empresa. Así que volvimos a actuar apegados al reglamento.
-¿Consideras que el toro de Marrón era de indulto?
-Para mí, como aficionado, el toro no era de indulto. Sin embargo, llegó un momento en que me vi obligado a indultarlo por las circunstancias, y aunque la decisión causó polémica, un amplio sector del públco festejo el triunfo de Hilda y mucha gente salió contenta de la plaza.
-¿Le indicaste a Hilda que entrara a matar?
-Sí. Creo que fueron cuatro o cinco veces las que se le indicó, con una seña, desde el palco, que entrara a matar, pero nunca atendió esta sugerencia. Y mientras tanto, su apodrado seguía agitando una toalla en el callejón, alentando al público a seguir pidiendo el indulto del toro.
-¿Y porqué no le enviaste el primer aviso para alertarla del tiempo transcurrido y presionarla a entrar a matar?
-Porque en Zacatecas el reglamento establece que el primer aviso debe sonar al minuto 15 después de haber sido cambiado el tercio, y si recuerdas bien, la faena no había sido larga y cuando comenzó a gestarse la petición de indulto apenas habían transcurrido unos ocho o nueve minutos.
-Ahora entiendo: por eso ella siguió toreando y mirando a cada rato hacia el palco de la autoridad para ver si conseguía presionarte y conseguir el indulto del toro...
-Efectivamente. Otra vez volví a actuar apegado al relamento. Yo no podía enviarle un aviso si todavía no estaba en tiempo para ello. Y quizá lo que faltó era haber avisado por la megafonía de la plaza la decisión de que no se iba a indultar el toro y que ella debía matarlo, pero el sonido no funcionaba y este es un fallo imputable a la empresa, que debe proveer de estos elementos al juez de plaza para desempeñar corectamente su trabajo, según se refiere en el propio reglamento. Y por eso la corrida comenzo cinco minutos tarde, cuando estábamos tratando de resolver este problema de la comunicación, fue por eso que no pudimos pedir el minuto de aplausos a la memoria del picador Ricardo Pacheco.
-¿Y no hubo forma de indicarle a la autoridad del callejón que le avisaran de la situación a Hilda o su gente y le solicitaran que diera muerte al toro?
-La comunicación de los radios no era buena, y con la presión encima de la gente la situación se salió de control. Al final consideré que era mejor terminar indultado al toro que armar un alboroto mayor por no aceptar a ello. Como te dije en un principio, la tarde fue cuesta arriba en todo momento.
-¿De dónde salieron las orejas y el rabo simbólicos que paseó Hilda en la vuelta al ruedo?
-Eso habría que preguntárselo a Paco Santoyo, pues el reglamento impidie que se concedan trofeos simbólicos cuando hay un indulto, así que en ningún motivo yo ordené que se entregaran y con ello me defiendo de aquellos que dicen que violé el reglamento al concederle tales trofeos que aparecieron en el ruedo por obra de magia y fueron a parar a sus manos. Desconocemos quién se los entregó, y este hecho nos va a obligar a hacer una investigación al respecto y amonestar a los responsables, pues este tipo de acciones denigran a la Fiesta.
-Quizá tú no lo viste, pero al final de la corrida yo vi a un niño en el callejón con una pata de un toro en las manos. Quizá también pensaban dársela a Hilda y se había mutilado con los otros trofeos...
-Te digo que esta situación nos va a obligar a reprender verbalmente al personal del destazadero, y a mejorar las cuestiones de vigilancia y exigencia de la autoridad del callejón a todos los actores de la Fiesta. No podemos permitir que sucedan cosas como esta en una plaza de primera categoría como es la Monumental de Zacatecas, que merece ser respetada.
-¿Algo que quieras agregar?
-Quisiera puntualizar que acepté este nombramiento de juez de plaza por el cariño que le tengo a la Fiesta, y no por un afán protagónico. Me parecía elocuente poder explicar mis puntos de vista y comentar como fue que se tomaron todas las decisiones de esta tarde tan polémica. Me comprometo a hacer mi mejor esfuerzo porque las cosas se hagan con respeto y seriedad por el bien de la plaza y su afición.
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