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Madrid, 30 años después...

Sábado, 17 May 2025    CDMX    Antonio Casanueva | Foto: Archivo   
"...es la peregrinación de los taurinos a la capital del toreo..."
Escribo este artículo desde el avión que me lleva de México a Madrid. El vuelo salió con ocho horas de retraso, pero, a diferencia de otras demoras, esta la vivo con la ilusión de regresar a la plaza de toros de Las Ventas, en plena Feria de San Isidro, la más famosa del mundo.

Muchos mexicanos –toreros, poetas, aficionados o soñadores– hemos crecido con una imagen mítica de Madrid. La ciudad no era sólo un lugar en los mapas: era un destino en el alma. Por eso Agustín Lara dijo con total certeza en su famoso chotis: "En México se piensa mucho en ti".

Madrid era la ciudad onírica, la capital de la emoción, el lugar donde el arte se volvía rito. Y para los taurinos, Madrid es más que una plaza: es el compás con el que se mide la verdad del toreo. Volver a ella no es hacer turismo: es cumplir una ilusión. Es "armar la tremolina".

San Isidro es como un puente simbólico entre México y Madrid. Es la peregrinación de los taurinos a la capital del toreo. Madrid es también una ciudad de recuerdos, y su plaza, el escenario que puede consagrar a un torero… o condenarlo al olvido.

La última vez que estuve en Las Ventas fue en 1996. Año de la consagración definitiva de José Miguel Arroyo "Joselito" y Enrique Ponce; la feria en que José Tomás confirmó su alternativa.

Después de casi tres décadas, regresar a la Feria de San Isidro es como escuchar una nueva versión de una canción querida; familiar en su esencia, pero enriquecida por nuevas interpretaciones y matices. Este regreso me obliga a mirar hacia adentro, a preguntarme cuánto he cambiado.

En 1996 yo era un joven idealista, inexperto, que estaba enamorado de su novia, a quien acababa de pedir matrimonio. Hoy regreso con mi esposa, a quien, en tono festivo y solemne, proclamaré emperatriz de Lavapiés, en honor a nuestra historia compartida.

Vuelvo distinto, pero con la misma necesidad de ver y entender el misterio del toreo en su escenario mayor.

No sólo yo he cambiado, lo ha hecho la sociedad. Como mi mirada, también la canción de Agustín Lara ha cambiado. Reinterpretada por bandas como Delaporte, Ginebras o Sidecars, Madrid suena distinto, pero conserva su espíritu. Las versiones contemporáneas ofrecen perspectivas frescas sobre la capital española, manteniendo vivo el legado del compositor mexicano.

¿Qué significa hoy, en pleno 2025, que un mexicano asista a la Feria de San Isidro mientras la tauromaquia es cuestionada, discutida, disputada? Significa renovar un compromiso.

Volver a ver una corrida de toros en Madrid es algo más que un privilegio: es una forma de reafirmación. En una época que banaliza lo profundo e intenta uniformar pensamientos y gustos, estar en la plaza de Las Ventas es afirmar con la voz y con la presencia: soy taurino, defiendo lo que amo y creo en la libertad.


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