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Efemérides de Feria: El debut de Armillita Chico

Domingo, 18 Abr 2010    Aguascalientes, Ags.    Xavier González Fisher / Foto: Archivo   
Un día como hoy, 18 de abril, pero de 1976, se presentó Armillita en su tierra
Aunque ya tenía un tramo más o menos largo de arena recorrida, porque casi desde que pudo sostener un capote en sus manos pisó muchas plazas de toros formando interesantes carteles con los hijos de las figuras de las Edades de Oro y de Plata de la Fiesta en México, Miguel Espinosa "Armillita" se encontraba, en el año de 1976, en el inicio de lo que sería una carrera que con el vestido de seda y alamares, abarcaría casi tres décadas en los ruedos del mundo.

El festejo con el que abrió la segunda Feria de San Marcos que se llevaba a cabo en la plaza Monumental fue una novillada. En ella actuaron Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez "El Brillante", Carlos Liceaga, Juan Miranda, Pedro Loredo y el personaje de estos recuerdos, ante un encierro de San Manuel, en la disputa de un trofeo, el Cristo Negro del Encino, que durante muchos años fue el galardón otorgado a los novilleros triunfadores del serial sanmarqueño, y que a su vez, eran los que más destacaban en el resto del calendario en nuestra ciudad.

En su crónica publicada en El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina, curiosamente, y por un error involuntario, se refiere a Miguel llamándole "Luis Miguel", y sobre su actuación nos refiere lo siguiente:

"Luis Miguel Espinosa: ¡un torero más del al parecer inagotable venero "armillesco". Coincidiendo con el alborear de la centenaria feria, asistimos ayer a la revelación de un novel diestro que, si atendemos a lo que mostró y a lo que dejó entrever, llegará lejos en este difícil y tan cuestionado arte del toreo. Serenidad, aplomo -no en vano es hijo del maestro de Saltillo- pero, junto a esto y por encima de todo esto, determinación, buenas maneras, sentido del temple y de la distancia, alegría y bien torear.

Y una calidad de tan acendrado relieve que cuando afloró plenamente en aquellas verónicas con el compás plenamente abierto, pusieron a los aficionados de pie, y también variedad; una diversidad que llevó a su actuación más allá de los acartonados límites a que se ha sometido el toreo actual… …el público prendado de su arte, de su precoz torerismo, se le entregó rotundamente, como haría que más tarde le fuera entregado al joven Espinosa el galardón en disputa, el Cristo Negro del Encino, que Luis Miguel recibió de otras manos, ungidas también con el don del arte, de otro gran torero de Aguascalientes, Alfonso Ramírez'‘Calesero'…"

Era esta apenas la tercera novillada con picadores que Miguel toreaba en su carrera, pues apenas se había presentado el 18 de marzo anterior en Jiquilpan, con Javier Tapia "El Cala" y Miguel Munguía "El Inspirado", para lidiar novillos de la ganadería de su padre y días después toreó otra en San Juan de los Lagos, previa a esta presentación en su tierra, riesgosa desde los modelos administrativos de estos tiempos, dado que el hecho de salir a una feria como la nuestra, lidiando un solo novillo, es una apuesta peligrosa y que muchos apoderados actualmente ni siquiera considerarían, sobre todo tratándose del hijo de la gran figura del toreo que fue su padre.

En ese año de 1976, Miguel sumó alrededor de 20 festejos, los que le dieron el rodaje necesario para la campaña española que realizó la temporada siguiente, y que culminó con su alternativa en la plaza "Santa María" de Querétaro, que tuvo lugar el 26 de noviembre de 1977, todavía en presencia de su padre, que murió nueve meses después. A partir de entonces, la historia de este predestinado es de sobra conocida.


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