El jueves 5 de junio del año 2008,
José Tomás hizo su penúltimo paseíllo en la plaza de Las Ventas de Madrid, en aquella temporada en la que toreó dos corridas (la segunda el domingo 15 de ese mismo mes), siendo las últimas ocasiones en que el torero de Galapagar pisó el ruedo venteño, rodeado de un sinfín de comentarios no ausentes de controversia.
Se trataba de su reaparición tras la vuelta a los ruedos en la Monumental de Barcelona de un año atrás, luego de que había regresado después de un retiro de cinco años, comprendido entre septiembre de 2002 y junio de 2007, de tal manera que la expectación que existía para esta corrida era desbordante, como así ha sido prácticamente en todas y cada una de las citas del maestro desde entonces.
Minutos antes de comenzar la corrida, en la explanada exterior de Las Ventas, el precio de los boletos en la revente era exorbitante, y hasta mil euros se estaba pidiendo por una buena localidad, del tendido del 9, por ejemplo, y 300 por uno de la Andanada del 5, que entonces en taquilla tenía un precio nominal de unos 5 euros. Y cabe recordar que la corrida no se televisaba, como de hecho así ha sucedido prácticamente en casi la totalidad de sus festejos, salvo en aquella inauguración de la Temporada Grande de la Plaza México, del 4 de noviembre de 2007, precisamente el año de su reaparición.
Y toda aquella enorme expectación no se vio defraudada, como a veces suele ocurrir en citas de este calibre. Por el contrario, José Tomás estuvo cumbre con los dos toros de su lote y a partir de entonces marcó una diferencia que todavía hoy, a tantos años de distancia, sigue pesando en el toreo de nuestros días.
Se lidiaron toros de Victoriano del Río (dos con el hierro de Toros de Cortés, su ganadería hermana), y alternaba con Javier Conde y Daniel Luque, que ese día confirmó su alternativa y, por tanto mató a los toros corridos en primero y sexto lugares, respectivamente. Pero José Tomás, vestido de azul pavo y oro, le puso nombre a la tarde: cortó cuatro orejas y salió a hombros en medio de una multitud desbordada por la emoción.
Para recordar lo vivido, aquí están algunos fragmentos de la crónica que escribió José Carlos Arévalo en las páginas de la revista 6 Toros 6, el martes siguiente a esa fecha, que llevó por título "José Tomás o el arte de torear":
"Vaya pues, por delante, que José Tomás es uno de los mejores toreros de la historia, el primer torero de su tiempo, el no va más. José Tomás es la encarnación más cabal del arte de torear, el toreo puro, su máxima expresión estética. ¿Por qué? Porque los torea siempre por abajo, citándolos a la altura de su mirada o por abajo, para llevarlos de abajo a todavía más abajo. Como si todos los toros fueran bravos. ¿Error? Pues no. Resulta que planteadas las suertes en esta tesitura todos los toros terminan siendo bravos, y hasta nobles, aunque no lo sean del toro, aunque la casta supere a la bravura. Como los dos toros que lidió en la tarde del día 5 en Madrid.
"La tauromaquia de José Tomás demuestra que el toro es un ser sincero, que da lo mejor de sí cuando se le cita con absoluta entrega, con absoluta verdad, con absoluta inteligencia torear. Y que embiste hasta el final, queriendo atrapar el encaño, si el torero así lo desea con pasión despierta, con voluntad inquebrantable. Y esa pasión despierta y esa entregada firmeza caracterizaron el toreo desnudo, sin concesión, siempre fundamental, de tremendo impacto en el tendido que José Tomás hizo durante toda la tarde. Desde su inaugural quite por gaoneras hasta su estocada final.
"Desglosar su toreo de capa, sus faenas de muleta, es una tarea banal, pueril pretensión. No se puede traducir en palabras la emoción y el sentimiento de un torero tan grande. Pero sí debemos subrayar que sus dos faenas fueron creciendo, eran la conquista del toreo a dos toros bravos que no regalaban embestidas. Había que arrancarlas, pulirlas, someterlas al temple, redondearlas para que el torero primero y con él todos los demás, las paladeáramos, las sintiéramos hasta los tuétanos".
Una tarde más habría de torear José Tomás en Madrid, el domingo 15 de junio de ese año, apenas diez días más tarde de lo relatado. En esa ocasión lo hizo al lado de José Pedro Padros "El Fundi" y Juan Bautista, con un encierro compuesto por toros de tres hierros: Puerto de San Lorenzo, dos Toros de Cortés (cuarto y sexto) y uno más de El Torero (quinto, sobrero sustituto de uno de Puerto de San Lorenzo).
Pero de esa corrida, que rayó la heroicidad y fortaleció su mito, ya nos ocuparemos en su día...