Diversos medios de comunicación en España comentaron la actuación de Arturo Saldívar en la plaza de Las Ventas, donde se destaca la encomiable actitud del torero mexicano que libró con suma dignidad su paso por San Isidro, un agrupado de noticias que a continuación se presentan
Zabala De la Serna (El Mundo)
Tampoco había estado la afición precisamente amable con Arturo Saldívar: los 20 minutos que duró la lidia del primer toro de Santi Domecq fueron en apnea. La plaza contuvo la respiración con Arturo Saldívar, el bragado mexicano que pisó la arena de Madrid a tumba abierta. Fue el colorado Domecq ajeno a la belleza, tan abierto de cara, cornialto, frentudo y movido como vino toda la corrida –esos cuerpos fibrosos, de pechos fuertes y barrigas agalgadas–. Y fue despejando incógnitas e incertidumbres; otras quedaron por despejar. A mí me costó mucho llegar a ver el fondo del toro, probablemente impresionado por el volteretón del quite y la violencia con que atacó en el caballo. Más violencia que empleo. Pero respondió sorprendentemente en los mandones derechazos de mano baja con humillación y viaje; en su pitón izquierdo colgaba un anuncio de La Fraternidad. Lo mató con rectitud de vela. Y el personal estuvo más generoso con el toro de Domecq que con Arturo Saldívar. Quien, sin embargo, se aturulló con el cuarto, de mucho pistón pero muy humillador, a veces zapatillero –si no lo enganchaba–. Fue el otro toro de la corrida después de "Contento".
Paco Aguado (Agencia EFE)
El mexicano Arturo Saldívar tuvo una encomiable actitud durante toda la corrida, siempre decidido y firme ante su exigente lote, y en especial ante un primero que le volteó secamente hasta en dos ocasiones, la primera en un quite por la espalda. Tuvo este colorado un comportamiento espectacular pero muy complejo, en tanto que, de tanta viveza, acusó un peligro sordo al que el torero azteca siempre opuso verdad, asiento y un mando notable, aunque sin encontrar el suficiente reconocimiento en el tendido. También tuvo que esforzarse Saldívar con el cuarto, que tuvo una gran y vistosa movilidad para el público, pero que para el torero resultó muy pegajoso, sin terminar de salirse nunca de las suertes a lo largo de un dilatado empeño en el que, entre entendibles altibajos de acople, el mexicano intercaló dos excelentes y meritorias series con la derecha.
Patricia Navarro (La Razón)
Arturo Saldívar quiso hacer un quite y se fue al centro del ruedo, más o menos. El toro de Santiago Domecq ya había tomado la primera vara, y lo había hecho con ímpetu. Se colocó para darle una espaldina y el toro se lo llevó por delante con todo, el animal tenía ofensivos pitones. Por suerte no lo hirió, pero solo la forma de caer ya fue espeluznante. De rodillas y con la muleta plegada se fue al centro del ruedo. El animal se iba a ir a por él como un huracán y así fue. Fueron pasajes de más ¡ays! que otra cosa. El duelo verdadero venía después. Y lo había porque el de Domecq era tan exigente como agradecido. No fue cualquier cosa. Buena resultó la primera tanda diestra, la más compacta. Sorprendente la segunda porque no dudó en avivar su toreo y pasárselo por detrás, tenía mucha miga. El toro no perdonaba ni media. Y de ahí que fuera cogido hasta en tres ocasiones. Al natural se puso sin probarlo, y ya se había metido por dentro antes, lo cuajó y cuando se confió se quedó por abajo también. Tenía interés todo. En los dos mejores derechazos ocurrió lo mismo. Grandeza en la casta del toro de Santiago Domecq, que fue gran toro, y también en la honestidad de la faena de Saldívar, que manchó su labor con una estocada feúcha. Era una tarde importante, pero todavía no lo sabíamos. Un corridón con muchos matices venía por delante. El cuarto fue uno de Santiago Domecq para echar la moneda al aire. Nada era fácil ahí abajo. Todo tuvo una relevancia tremenda porque el toro pesaba una exageración. Era muy encastado, pero había que tragarlo tres infiernos y asumir una incertidumbre que pocos están dispuestos. De ahí que cada muletazo estuviera al límite. Saldívar estuvo muy solvente, apostando y sin dar la espalda en ningún momento, a pesar de que la gente se pusiera de parte del Domecq. Equilibrar ahí era harto difícil.
Barqueito (Colpisa)
Los dos toros de Arturo Saldívar compusieron el lote con más que torear. Los dos de Álvaro Lorenzo, no tuvieron tantos poderes pero sí más nobleza. Saldívar, cogido hasta tres veces por un primero descarado y muy astifino, estuvo valentísimo, arriesgando sin pamemas ni desfallecer a pesar de la reticencia de una parte del público, sin bajar la guardia, y llegando a torear muy despacito por la mano derecha, solo por ella se dejó ver claro el toro. Fue la faena de más electricidad de la tarde. También las embestidas del cuarto, muy bien lidiado por Víctor Hugo Saugar, fueron díscolas, chispeantes y un punto celosas. Tocó sufrir no poco, pero no faltaron dos tandas de temple y bragueta. Un toro con recámara, una faena emotiva y de altibajos. Y una soberbia estocada sin puntilla.
Ángel González Abad (Diario ABC)
"Sensible", el cuarto, no gusta a la concurrencia pese a sus 572 kilos. No es nada claro el De Santiago Domecq al que le planta cara el mexicano Saldívar que anda muy firme y acertado. A base de exposición cuaja buenos muletazos por el pitón derecho. Le puede el torero que consigue ligarle una tanda a base de poder. También con la izquierda algún natural excelente. Exige el toro y enfrente tiene un torero entregado. No faltaron las manoletinas. Estocada desprendida. Aviso y el público se decanta por el toro, silenciando al matador. El primero, "Manosfinas". un colorado ojo de perdiz de 543 kilos, apretó en varas y se llevó por delante a Arturo Saldívar al intentar un quite. Tremenda la voltereta de la que el mexicano se levanta sin mirarse y vuelve a la cara por chicuelinas. Brinda Saldívar la faena al público Se hinca rodillas en los medios y cita de largo para dar un cambiado con la izquierda. Ya de pie lo lleva largo con la mano derecha, con el toro respondiendo con calidad en sus embestidas. Se mantiene por ese lado y está listo sacándoselo por la espalda cuando el toro se le ha parado. Prueba al natural y de vuelta a derechas muy templado, con otro susto al acabar una serie. El toro en su casta no perdona y le sorprende arrollándole. Acaba de estocada trasera y fea, lo que frena un posible final en triunfo. A "Manosfinas" se le despide con una ovación, que también recibe el mexicano.
Diego Cervera (La Tierra del Toro)
Por su parte, Arturo Saldívar, que regresaba a Las Ventas siete años después, estuvo con mucha firmeza y valor con dos toros muy encastados, que pesaban mucho y a los que les ganó la partida. El primero de la tarde, "Manosfinas" no se enteró de donde estaba hasta que no entró en el caballo. En un quite de Arturo Saldívar por espaldinas, fue cogido y volteado feamente, pero rápido se recompuso y le sopló un quite por chicuelinas. En banderillas, el toro sacó casta y se vino arriba atendiendo rápidamente la cite de los capotes. Arturo, bajo una faena voluntariosa, basó la faena sobre el pitón derecho, pues por el izquierdo le avisó en varias ocasiones que por ahí le podía mandar a la enfermería. Más queriendo que con colocación y técnica, el mexicano se la jugó con el fin de entrar de nuevo en Madrid. El de Santiago Domecq, tampoco se lo puso fácil. Estocada trasera y tendida. "Sensible" fue protestando de salida por su cornamenta. Acapachado de cuerna, recordando más al toro que se lidia en rejones. En el capote, embistió con sosería, y en el caballo, simplemente se dejó pegar. Este de Santiago Domecq se dolió en banderillas, y eso dejó ver que en el último tercio se defendería. El presagio se cumplió cuando Saldívar cogió la muleta, pues el toro al principio embistió queriéndose defender, y el torero, también hizo lo propio por momentos… Arturo no escatimó en ponerse en el sitio para coger el pulso a las embestidas del toro sobre todo por la mano derecha, consiguiendo lo que en principio parecía imposible. Según sucedían las tandas, el toro en vez de desinflarse, se creció. Había que estar ahí, y quedarse quieto. El toro, tuvo la virtud de repetir y la movilidad, y eso se traslada al tendido en forma de emoción. Estocada.