El reciente Viernes Santo se llevó a cabo la edición número 69 de la Procesión del Silencio en San Luis Potosí, en la que más de dos mil cofrades rompieron el silencio de las adoquinadas calles del centro histórico, con su lento y parsimonioso andar al ritmo del sonido triste del tambor y las trompetas.
Iniciada por el maestro Fermín Rivera Malabehar y doña Ángeles Agüero de Rivera a mitad del siglo pasado, la Procesión del Silencio es única en su género en México y sólo es comparada con la original de Sevilla.
Desde entonces, toreros, ganaderos y gente del toro, han participado en ella haciendo del Viernes Santo una tradición en sus agendas.
Este año participaron entre otros los matadores potosinos Mario Zulaica, Domingo Sánchez “El Mingo”, Fermín Rivera, el regiomontano Juan Fernando, quien lo hizo por primera vez, así como el picador Eduardo Rivera hijo, todos ellos cubriendo su identidad bajo la capucha y encabezando la cofradía con la Cruz de Guía.
"Para mí es muy bonito porque es un acto de fe en el que vas en tus pensamientos, en tus peticiones, totalmente aislado. Vas ensimismado, sin que nadie te vaya viendo en sí porque vas en el hábito. Es una sensación muy singular por ser algo familiar que iniciaron mis abuelos y en las que han participado mis tíos y mis primos. Es algo muy de nuestra ciudad y muy significativo que tiene para la fe católica", dijo Fermín Rivera.
El regiomontano Juan Fernando, quien ya había vivido como creyente la experiencia personal en Sevilla, nunca se imaginó estar presente en la de San Luis y más cuando horas antes le indicaron los organizadores que él encabezaría la Cofradía de La Soledad, la de los toreros, con su capote liado a la espalda.
"Días como el del viernes pasado van a vivir en mi corazón por toda mi vida. No tengo las palabras indicadas para poder expresar mis emociones. Desde temprano me sentía raro, sentía como si fuera a torear. Cuando me entregaron la vestimenta todos los compañeros de la cofradía me arroparon muy bien y me pidieron que me liara el capote y los encabezara. Sentí una emoción tan bonita en cuanto entré a la iglesia de El Carmen y vi a esa Virgen de la Soledad tan bonita, llena de flores y bordados. Su rosto es impresionante y cuando te indican que es el momento y se abre la puerta se siente otra emoción, como cuando vas a partir plaza.
"Yo siempre he sido un hombre de fe, un torero de mucha fe y he sido muy guadalupano, pero ahora ha nacido otro amor en mi por esta Virgen y creo que va a ser muy especial para mi volver a participar el año siguiente", expresó aún emocionado.
Al final, Christopher Auces Alonso, presidente de la Cofradía, le entregó a Domingo Sánchez "El Mingo" un reconocimiento por sus 15 años de participación ininterrumpida en la procesión, llevando la Cruz de Guía dorada, adornada con un estoque, banderillas y una montera.
En España, en tanto, la Archicofradía del Cristo de la Expiración y la Virgen de los Dolores Coronada, impuso su medalla al torero sevillano Juan Ortega, uno de los toreros del momento, como vinculo de la profesión de fe y la tauromaquia.
El hermano mayor de la Expiración, Manuel Corcelles, fue el encargado de imponer la medalla a Ortega, quien previamente visitó el museo y el tesoro de la archicofradía, donde pudo contemplar el trono procesional del Cristo de la Expiración, el de la Virgen de los Dolores o los bordados de los talleres de Elena Caro o Guillermo Carrasquilla. Finalizó su recorrido firmando en el libro de honor de la archicofradía.