En los toros, solo los que están tocados por el "don" o los que traen en verdad los genes en la sangre logran salir adelante sin mucho apuro, dejando en los demás, a su suerte, la posibilidad de abrirse camino por sí solos como en las grandes batallas épicas.
Y es que en estos últimos hay que buscarse la manera de cómo sobresalir y no dejar todo “al toro”, pues cuando menos lo piensan, los años ya se les echaron encima.
Cabe aquí la sabia dirección de una madre de familia por encauzar los pasos de aquel hijo que quiere ser torero, como la de Edmundo Navarro Villa, un torero de plata que ha destacado con luz propia dentro y fuera de los ruedos.
"El apoyo de la familia es muy importante. Mi mamá me decía cuando era niño, que si no hacía al menos una carrera técnica no me dejaba torear, ¡y que razón tenía!", expresó.
"Mundo", como se le conoce entre las filas de los subalternos, acaba de recibir su título como licenciado en Ingeniería Industrial y Administración por la Universidad Tecnológica Latinoamericana, a la par de continuar su labor como supervisor de servicios en la Comisión Federal de Electricidad, las cuales le darán un soporte para seguir apoyando la educación de sus hijos.
"Comencé a torear desde los 11 años en la escuela taurina "Rodolfo Gaona" y desde entonces mi mamá me decía que tenía que estudiar antes al menos una carrera técnica, de lo contrario no me dejaría seguir adelante en esto que me apasiona", dijo.
Cuando su escolaridad se lo permitió y estuvo en edad de cursar un oficio, se inscribió en la carrera técnica de procesos industriales en la vocacional número 11, del Instituto Politécnico Nacional.
"Después de ahí me dediqué a torear. A los 15 años empecé a hacerlo más en forma y a los 18 más o menos es cuando comencé a querer ser banderillero y se me da hasta los 20 años poder entrar a la Unión, donde estuve tres años de aspirantado.
En ese tiempo entré también a trabajar en la CFE como archivista y gracias al estudio y a estar ahí tomando cursos logré reposicionarme en el puesto como supervisor de servicios donde nos exigen para poder seguir con el puesto, una carrera", agregó.
Fue entonces cuando Mundo comenzó a estudiar la de Ingeniera Industrial, no sin antes recordar que ya había dejado trunca la de Ingeniera en Sistemas en la Unitec hace muchos años por andar "en el toro".
"Sí son muchas desveladas y friegas las que se pone uno por estar yendo a la escuela y hacer otras cosas en línea, pero gracias a Dios se fue dando a todo dar. Me titulé en marzo pasado, pero por la pandemia hasta ahora fue que me llegó mi título", comentó orgulloso el nuevo profesionista.
Al parecer a Edmundo, por sus buenos hábitos de la lectura no le ha costado mucho trabajo volver a los libros, compaginando sus estudios con los entrenamientos, trabajo fijo en la CFE, viajes y corridas que tiene que hacer durante la semana, pues ya está decidido en continuar con una maestría de Administración de Proyectos de Innovación, que va dentro de los procesos industriales, en el mes de marzo.
"Sí resulta difícil estudiar ya que de por sí el trabajo y el entrenamiento es diario y los tiempos que quedan deben uno de dedicarlos a la familia y por las actividades diarias se sacrifica más del tiempo normal. Pero no te creas, cuesta trabajo entender las cosas, en mi caso había que leer dos o tres veces el mismo concepto para poder entenderle. Con la edad y tantas cosas que trae uno se va perdiendo esa agilidad de comprensión para recordar y retener las cosas".
En las filas de los subalternos, donde ya fue Secretario General, Edmundo ha servido a las órdenes de los matadores Arturo Saldívar, dos años; de El Pana cuatro años: de Leopoldo Casasola, tres años; del rejoneador Jorge Hernández, dos años y participó en la gira del adiós de Eloy Cavazos y ha figurado con los españoles, dos temporadas en la cuadrilla de El Juli, dos con Alejandro Talavante, una con Enrique Ponce y un año con José Tomás.
Su aventura de ser parte de la cuadrilla de este último la considera "increíble" y por lo mismo contó dos anécdotas interesantes que quizá el aficionado no conoce y que por lo mismo, con su autorización, aquí las contamos.
"Con él íbamos a las ganaderías y nos hacía vestirnos de luces para salir. Toreábamos tres o cuatro toros diarios, dos o tres días seguidos, así como si fuera una corrida normal. Un día fuimos a la ganadería de Puerta Grande donde el maestro mató tres toros. El camino de regreso, desde donde está el tentadero a la carretera es muy largo, entre cerros y así vestido de luces el maestro se puso una sudadera y se fue corriendo hasta la entrada y nosotros lo alcanzamos en la camioneta. Al día siguiente se levantó a las siete de la mañana a entrenar, constatando nosotros lo gran profesional que es.
"Otra vez fuimos a una ganadería y, al terminar de torear, el ganadero nada más invitó a comer al maestro y a su apoderado, Salvador Boix, pero a nosotros no. Cuando él se dio cuenta de eso, ya sentado en la mesa, se levantó, le dio las gracias al ganadero y nos salimos. En la carretera nos paramos a comer en un puesto de tacos. Imagínate a esa figura del toreo comiendo tacos con nosotros, su cuadrilla, en plena carretera. Fue un detallazo de compañerismo, humildad y sencillez que por eso hace grande al maestro", finalizó.