En medio de la poca actividad taurina formal, saltan a la vista las dos alternativas programadas en la plaza de Tlaxcala. La primera, concedida hace unos días a Emilio Macías; la segunda, la que recibirá Alan Corona el próximo domingo. Y aunque se trata de dos doctorados avalados por la Asociación Nacional de Matadores, su legitimidad deja mucho que desear.
Aquí no hay un afán de desprestigiar la lucha de dos toreros que han hecho un gran esfuerzo por abrirse camino, sino de crear conciencia acerca de la importancia de proceder apegados a la ética profesional. Tener un título de matador de toros debería de ser algo sumamente respetable, por lo que significa la realización de una carrera novilleril destacada. Y si bien es cierto que no todas las alternativas se otorgan con los mismos logros, pues la carrera de cada torero tiene sus propias circunstancias, la Asociación está obligada a ser más escrupulosa a la hora de autorizar los doctorados.
Todavía hace algunos años, para que una alternativa fuera aprobada por el comité directivo, se requería que un novillero hubiera toreado 12 novilladas en el año previo y, por lo menos que cinco hubieran sido en plazas de primera categoría. Sin embargo, parece que dicha exigencia estatutaria ya no aplica.
Y las estadísticas no mienten: Emilio Macías recibió la alternativa con apenas 21 novilladas toreadas en un lapso de 8 años, mientras que Alan Corona llegará al doctorado con 18 novilladas a lo largo de cinco años. A favor de Macías hay que apuntar los cuatro paseíllos que hizo en la Plaza México; tres de ellos de seis espadas y únicamente uno en tercia, un hecho que quizá inclinó la balanza a su favor cuando su caso fue analizado por el comité. En cambio, Corona solamente toreó una novillada de seis espadas en el coso capitalino.
Haciendo una similitud entre una alternativa de éstas, es decir, concedidas sin rigor, con una carrera universitaria, es como si a un alumno de la Facultad de Derecho se le entregará un título de licenciado sin haber cursado –¡y ya no digamos aprobado!– todas las materias del programa de estudios.
En otra época, varios novilleros de cierto renombre declinaron tomar la alternativa porque no se sentían merecedores de ella, y no por eso consideraban que sus carreras habían sido indignas; al contrario, se sentían orgullosos de haberse vestido de luces. Pero ahora parece que el único objetivo de muchos novilleros es recibir el anhelado "abrazo", como sea y dónde sea, inclusive en corridas sin público, algo que dista mucho de ser estimulante.
Es evidente que, tanto Emilio Macías como Alan Corona, no tienen la culpa de esta situación. Los responsables son los matadores del comité directivo que han tomado la decisión de autorizarles sus respectivas alternativas, sin detenerse a considerar el enorme sacrificio que les costó llegar a conquistar un título que hoy, ellos mismos, se han encargado de devaluar.