El antropólogo danés Kasper Kloch dice que los aficionados a los toros tenemos una alta tolerancia a la decepción: "Y la decepción es honda. Pero la aceptan como parte del lote. Hay que aguantar y esperar con paciencia. Los toros son para gente entregada. Los aficionados vuelven una y otra vez con la esperanza de llegar a vivir momentos llenos de belleza, intensidad y dramatismo".
Y es cierto. Para ver una faena inolvidable tenemos que asistir muchas tardes a la plaza. Y, aunque vamos a los toros gran con ilusión, sabemos que son bajas las probabilidades de que se conjunten todos los elementos (toro, inspiración del torero, clima, etcétera) para que se dé la faena perfecta. El toreo es un espectáculo vivo, no es una escenografía.
El público taurino, entonces, está obligado a la frustración. Pero no puede haber goce legítimo sin padecimiento. Estas tardes en las que no pasa nada, en las que los toros no embistieron o que los toreros dudaron, incluso aquellas en donde hubo lluvia y salimos de la plaza no sólo decepcionados, sino mojados, no hace más que alimentar nuestra afición.
Hace unos días se anunciaron los carteles de la Feria de Aniversario en la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara. Desde entonces constantemente estoy pensando en esas combinaciones. Conforme nos acercamos al día y a la hora de la corrida, aumenta la sudoración en mis manos y siento una sensación distinta en el estómago.
Fernando Savater dice que la pasión del verdadero espectador taurino se fabrica con idénticos mimbres que la nostalgia y la desesperación. Estos elementos, por cierto, son los mismos con los que están hechos los sueños. Y es que pensar en la siguiente tarde es evocar recuerdos y empezar a disfrutar las sensaciones que voy a vivir.
Mañana, por ejemplo, se presenta Diego San Román. En su última ocasión en Guadalajara estuvo tan valiente y entregado que después de que mató al toro, los aficionados nos abrazábamos y muchos tenían lágrimas en los ojos. Le dieron las orejas y rabo, pero más importante que los premios fue lo que nos hizo sentir.
Algo similar nos había hecho vivir un año antes en la placita de Tlaquepaque. Pero los novillos que salen en la "Nuevo Progreso" tiene otro trapío y la plaza impone mucho más. Así que las sensaciones se multiplicaron exponencialmente.
San Román alternará con Sebastián Ibelles y con Arturo Gilio, y lidiará novillos de Boquilla del Carmen. Ver anunciado a Arturo Gilio me hace recordar los pares de banderillas de su padre, pero, especialmente, la tarde de su alternativa en la Plaza México, en la que cortó orejas y rabo. Arturo era un torero con ímpetu, carismático, quizá un poco eléctrico, que nos hacía vibrar.
Los aficionados mantenemos en nuestra memoria faenas, lances o pases que están presentes siempre que observamos o hablamos de toros. Los recuerdos nos alimentan, nos hacen vivir y querer regresar a la plaza.
Para Savater, "lo que ocurre es que el aficionado ya ha visto la Faena, la única, la eterna, y puesto que ya la ha visto, no puede verla de nuevo. Gracias a su recuerdo de la Faena eterna, puede ver y disfrutar las faenas contingentes que se producen en las plazas (…) la Faena eterna no es de este mundo, aunque impone su dominio sobre este mundo".
Así que con la emoción que producen los recuerdos y con la las manos sudorosas por la ilusión de vivir momentos llenos de belleza, intensidad y dramatismo, mañana iré a la "Nuevo Progreso" al inicio de la Feria de Aniversario. ¡Qué Dios reparta suerte!