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Espectro: El toreo como arte

Sábado, 26 Oct 2019    Morelia, Mich.    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...esa capacidad de crear belleza delante de los pitones..."
El arte es difícil de entender, pero se siente en lo más profundo del espíritu. No siempre resulta sencillo poner sobre la mesa una serie de explicaciones o argumentos de la tauromaquia como un "arte", sobre todo cuando aquellas personas contrarias solamente ven (o quieren ver) el derramamiento de sangre.

Cierto es que el toreo comenzó siendo solamente una lucha a muerte. Es con el paso de los años cuando se va estableciendo una evolución muy clara en el toreo, sobre todo después de lo que se conoce como la "Revolución de Juan Belmonte", en el primer cuarto del siglo XX, con las aportaciones de otros matadores de toros en los que no hay que dejar fuera al genial Joselito El Gallo.

Es precisamente a través de estos tiempos cuando el toreo, sin dejar de ser una lucha en la que vida y muerte se ven a la cara, cobra mayor relevancia el talante artístico, la creación de una obra de arte entre toro y torero, belleza estética que se genera en el marco de la capacidad del torero para expresar sus sentimientos delante del toro, plasticidad con capote y muleta que forja, al mismo tiempo, una profunda emoción en el aficionado.

Desde el punto de vista del que esto escribe, y de acuerdo con la acepción establecida en un segundo momento, el toreo es todo un rito y en el paso de los años no pierde en lo absoluto esta concepción, misma en el que se puede generar arte, un arte efímero.

Y por supuesto, no con todos los toros puede el torero expresar sus sentimientos a tope, lo que en consecuencia provoca que se transmita poco hacia los tendidos. Como toda manifestación artística, el artista debe sentir primero… para después hacer sentir a los demás.

Sin embargo, este punto es un extra para todos los aficionados que acudimos a los toros, pues otorga esa expectación, ese halo de  ilusión en cada tarde para que pueda brotar el arte del toreo, ese que purifica espiritualmente e inunda el alma al grito de "Olé".

Debido a lo anterior, nos parece con toda honestidad que la concepción del toreo moderno ya no es sólo poder imponerte o dominar al toro, sino también esa capacidad de crear belleza delante de los pitones.

De esta forma, el rito del toreo tiene como uno de sus objetivos primordiales el poder crear arte, ese concepto que en el ámbito de la realidad es algo ciertamente abstracto y subjetivo, pues una de sus características principales es generar una emoción que parte del sentimiento y, en este terreno, se rompen géneros.

Finalmente, aquí entra uno de los aspectos fundamentales del toreo: Crear arte ante el peligro que representa un toro. Ninguna otra actividad artística cuenta con esta verdad tan evidente, y es por ello que el toro de lidia nunca debe perder la bravura, que no es otra cosa que la acometividad para pelear... y no precisamente para defenderse, pues esto ya sería más parecido al genio.


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