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Espectro: La tauromaquia artística

Sábado, 08 Jun 2019    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...sublimar al espectador para llegar a las fibras más sensibles..."
Desde que tengo uso de razón como aficionado, he entendido el ejercicio del toreo como un ritual en el que pueden surgir manifestaciones artísticas muy profundas y que tocan las fibras del alma, aunque esto no es del todo común en la mayoría de las tardes de toros.

En el medio taurino, el término "arte" muchas veces se utiliza de manera tan indiscriminada como exagerada. Pocos toreros en la historia han sido verdaderamente artísticos y aquellos momentos que desgranan este tipo de sensaciones resultan los menos.

No todo es arte en el toreo, aunque el poco conocimiento y la escasa sensibilidad permitan que se busque aterrizar cotidianamente aquel estado purificador que recorre todo el espíritu de manera efímera, que pasa a la manera de un rayo... pero se queda para la eternidad.

Cierto es que el toreo genera un cúmulo de emociones, las cuales hacen que el espectador regrese a los tendidos. Y de cada tipo de emoción se desprenden los diferentes conceptos dentro del toreo, mismos que incluso pueden mezclarse en algunos diestros.

Por ello, hay toreros que impactan por la cercanía a la cual ejecutan la lidia, prácticamente dejando que los pitones rocen su taleguilla en una expresión que en algunos momentos llega a alcanzar el tremendismo en ciertos espadas. Algunos otros destacan más por su pureza, o bien el tan mentado clasicismo. 

Otros, hacen disfrutar al público con la variedad en las suertes que llevan a cabo con espectacularidad, en tanto que hay algunos que hacen gala de poderío para someter a los animales bravos. También hay lidiadores que le dan preponderancia a su estética corporal, en tanto que otros denotan mayor pulcritud en sus procedimientos.

Y no es que el concepto se "prefiera", sino que mucho de su expresión tiene que ver con la personalidad, así que, simplemente, brota en el ruedo. Aquí hablamos también de aptitudes, pero también de vivencias y experiencias muchas veces dolorosas.

En mi concepto, el llamado "toreo artístico" es solamente para algunos pocos elegidos, aquellos tocados por una misteriosa "varita mágica" que les permite sublimar al espectador para llegar a las fibras más sensibles de su ser.

El arte, en definitiva, genera la emoción más intensa dentro de la tauromaquia. No es la única, evidentemente, y el aficionado puede emocionarse por diversas circunstancias. Pero cuando hay arte, se "acaba con el cuadro", como diría Juncal.


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