Octavio García "El Payo" está un poco dolorido de la pierna derecha, pero sabe que son gajes del oficio. Le ha exigido al miembro para tratar de encontrar el sitio. Y es que ya son muchas cornadas, tantas como dieciséis. Aunque el cuerpo tenga memora, hay que sobreponerse. Venirse arriba anímicamente, pues lo mejor aún está por llegar.
Pero el alma también la tiene. Y ahora, la suya, sólo sueña con expresarse delante de un toro; en recrearse con un ramillete de verónica; de sentir como la muñeca traza un natural y se desmaya en el último tiempo del pase para quedarse muerta sobre la arena, "puesta", siempre "puesta", y tirar otra vez de la embestida y llevarla larga, suavidad -y un punto de firmeza, a la misma vez- para después ligar el pase de pecho rematado a la hombrera contraria.
"Es lo que estoy buscando: profundidad. Torear para mí... y así poder trascender. Y cuando lo consiga con más regularidad, el triunfo vendrá solo. No hay que forzar las cosas, salvo la pierna (risas). Era lógico que se me hinchara porque me he metido al campo a torear en distintas ganaderías, y anoche maté tres novillos a puerta cerrada en la plaza de mi tierra".
El esfuerzo de estos años ha sido grande. Sincero. Y ahora que ya acumuló una década desde que tomó la alternativa, se abre ante sí un panorama alentador, sobre todo porque ya hay un sector de la afición que lo mira con buenos ojos:
"Me ilusiona que la gente esté a favor, y que me esté esperando. Es algo que no puedo desaprovechar, porque sé que eso me obligará a mostrarme como quiero, y con la mentalidad de que no se me escape este momento. Mi intención es ganarme su confianza y su respeto".
Y ese mismo respeto es importante para que se valore lo que ha sucedido con la carrera de un torero que apuntó alto desde que era un chiquillo, en aquellas largas -y duras- sesiones de entrenamiento bajo la mirada inquisidora de Enrique Martín Arranz, y el relevante trabajo de "Tauromagia Mexicana".
Mientras El Payo mata las horas previas a la corrida nocturna de hoy, en la que la plaza "Santa María" lucirá una gran entrada, no deja de pensar en su regreso a La México, sobre todo porque el cartel es uno de los más interesantes de la presente Temporada Grande. Torear con Diego Urdiales lo motiva mucho, pues es un torero que tiene el mismo concepto de clasicismo y pureza que el está buscando.
Estos días de dolor. pausa y reflexión, se han transformado en el deseo de seguir por ese camino que se trazó hace tiempo. Explotar lo que bulle dentro de sus sentimientos, canalizarlo a través de la embestida de un toro, y el placer de cuajarlo. A eso viene El Payo. Hay que ser pacientes. Porque el gozo será inmenso.