...el argumento más sólido es el de el respeto y la libertad...
La nutrida y exitosa marcha que hubo en días pasados en la Ciudad de México, se puede calificar de histórica en virtud de la magnitud de profesionales y aficionados que se unieron a la convocatoria promovida por los galleros, en un hecho sin precedentes en esta capital.
Y aunque quizá no era lo más indicado sumarse al contingente de ellos, porque la fiesta de los toros, por sí misma también tiene muchos seguidores como para ir por la libre, el hecho de manifestarse "en bloque" tiene un mayor impacto mediático que persigue idénticos resultados.
El objetivo primordial de esta acción era que nuestra voz fuera escuchada y defendida con argumentos sólidos, para evitar que las tradiciones que los políticos oportunistas se quieren cargar de un plumazo, sin considerar que están atentando, de manera flagrante, en contra del respeto a la libertad.
Así que la estrategia de unirnos a los galleros, y demás grupos sociales que ven amenazadas sus fuentes de empleo, genera empatía con la sociedad civil que, inclusive sin estar a favor o en contra de nuestra causa, sabe que es imprescindible respetar el derecho de los demás.
Ése es precisamente el discurso que debemos de adoptar, pues resulta contundente para rebatir las iniciativas prohibicionistas que están violentando varios de los derechos establecidos en la Constitución, y esto es algo que parece que los políticos no quieren sentarse a estudiar, ya que su impulso populista -y muchas veces también arrebatado- se antepone a cualquier razonamiento de lógica jurídica.
Alzar la voz, manifestarse, protestar o ejercer el derecho que se tiene a ser libre, son los rasgos naturales en cualquier democracia donde el gobierno de turno debe de gobernar para todos los que conformamos la sociedad, y garantizar el respeto a las minorías. Esto es lo que los políticos están obligados a comprender.
Y bajo esta premisa deberían de analizar la causa de los galleros, de los taurinos, y demás personas que desarrollan alguna actividad paralela que les confiere identidad cultural y los conecta con sus costumbres, y la de sus comunidades, a través de aquellas formas de expresión que se sustenta en las sus tradiciones populares.
Este primer golpe, que ha sido contundente, como aquel del año 2016 en la Asamblea Legislativa capitalina, significa un paso adelante. Pero no hay que perder de vista que la toma de las calles no será la solución a una problemática ante la que es necesario llevar a cabo diversas estrategias de cabildeo político para salir fortalecidos.
A estos políticos que sólo buscan reflectores y quedar bien con los grupos animalistas financiados por las grandes trasnacionales, hay que hacerles entender la relevancia de preservar las tradiciones de un país que intenta conservar una identidad propia, en una época en que la conducta anglosajona pretende imponer sus criterios y gustos por parejo.
El ejemplo de Ecuador, cuya afición taurina está trabajando para restituir la corrida completa, con la muerte del toro sobre la arena, luego de que una consulta popular fue la consecuencia que propició la cancelación de la Feria de Quito. Y en el marco de una democracia que se precie de ser moderna, prohibir es un sinónimo de retroceso que tiene visos de autoritarismo más propios de una dictadura.
De ahí que el argumento más sólido siempre será el del respeto y la libertad, y hacer ver a los políticos que tenemos derecho de sentir y de ser de manera diferente al resto, y de que podemos convivir en armonía cada quien con su identidad cultural que da forma al colorido mosaico ideológico de una democracia verdadera y madura.