La frase "Soñadores de Gloria" ha estado marcadamente presente a lo largo de los últimos tiempos en México, referida a las novilladas celebradas en La México y, en este 2018, a lo largo y ancho de nuestro país dentro del Certamen Nacional que concluye mañana.
Sin embargo, en esta columna sabatina he querido ampliar el término hacia aquellos toreros que, sin ser necesariamente jóvenes, siguen soñando con alcanzar la gloria o, simplemente, vivir en torero para morir como tal.
Esto viene a colación por la alternativa que recibirá Curro Plaza, hijo del inolvidable Jesús Muñoz "El Ciego" y hermano de mi estupenda amiga Bernarda Muñoz. A su más de 60 "tacos", se convertirá en matador de toros para alcanzar el anhelo de toda una vida.
Cierto, quizá para algunos pueda parecer una "vacilada" esta alternativa, como lo he escuchado por ahí, pero seguro estoy que para Curro Plaza lo es todo en la vida. Perspectivas siempre habrá, y todas son respetables, pero no hay duda que este soñador de gloria vivirá el momento más representativo de su existencia.
Y así como él, tantos y tantos seres se aferran a vivir esa "bendita fantasía" y en el anonimato no bajan los brazos en pos de un sueño que tal vez nunca se convierta en realidad. "Vivir para el toro... y no vivir del toro". Ese es su lema, prenda de un romanticismo que cada vez es más escaso.
¿Cualidades o no de estos soñadores de gloria? El toro y el público ponen a cada quien su sitio. Lo que no puede negarse es la ilusión de ser. Y bien dicen que "de ilusiones vive el hombre". Así que ese alimento espiritual es esencial para cada una de estas almas.
El misticismo no debe desaparecer del torero, pues finalmente son seres que de juegan la vida delante un toro. En este sentido, no dejan de ser héroes literarios, como aquellos que ganaban batallas a sangre y fuego, convirtiéndose en leyendas, pero siempre con el objetivo de dejar su sentimiento y valor en el ruedo.