...No son nocivas, antes son provechosas, instructivas y desde...
El escritor Ramón Pérez de Ayala se definió en algún momento de su vida como un regionalista de las letras y estuvo ligado de manera muy estrecha al proyecto intelectual y artístico de los escritores de su generación, que persiguieron una literatura pedagógica, capaz de persuadir al lector y en tanto invitarle a ser participe en la configuración de un orden social y político nuevo.
Repito que soy aficionado a los toros, y añado, aún a trueque de enajenarme la simpatía de mis cófrades en afición, que si yo fuera autócrata o dictador de España suprimiría las corridas de una plumada. Pero, entretanto las hay, asisto a ellas; porque para mí, individualmente, no son nocivas, antes son provechosas, instructivas y desde luego solazadas.
Cabe recordar que una parte amplia de su obra tiene forma de ensayo o de artículo periodístico, pues a la prensa estuvo siempre vinculada su actividad, se recordará que Pérez de Ayala es uno de los fundadores del semanario satírico gijonés "Leño" y de la edición modernista "Helios" y que en publicaciones como "Alma española" o "Los lunes de El Imparcial", plasmó su parecer sobre cuestiones por entonces candentes de la literatura.
En los toreros de hoy, Gallito con su movimiento y jugueteos es la diversión, hace andar el tiempo más de prisa, todo él es vertiginoso y por ende, la impresión y recuerdo que deja, sobremanera leves y fugitivos. Belmonte es la emoción; todo en él es pausado, casi estático, el recuerdo de su arte perdurable. Suspende el tiempo, un solo pase de él dura una eternidad.
Aunque escribió libros de poemas, sus libros de creación más conseguidos son cuentos y sobre todo novelas, incluso, parte de la crítica lo tiene por uno de los mejores novelistas españoles del siglo anterior, siendo su primera pieza de este género "Tinieblas" del año 1907 y consideradas las más importantes las aparecidas a partir de 1916, año de las "Novelas poemáticas" que conectan de modo íntimo con la renovación que caracteriza al arte europeo de las primeras décadas del siglo XX.
Aquel tiempo en que las glorias españolas se daban por parejas, o como dicen los andaluces, por colleras, Calvo y Vico, actores; Cánovas y Sagasta, políticos; Galdós y Pereda, novelistas. En la plaza de toros se denostaban y agredían los de Lagartijo y Frascuelo. Y lo curioso es que, a despecho de la ociosidad de secuaces y partidarios, Lagartijo y Frascuelo, Calvo y Vico, Galdós y Pereda, eran entre sí amigos tan leales como Pílades y Orestes. Admirable y pintoresca España la del siglo XIX.
En los relatos de Pérez de Ayala en general se percibe una visión negativa, desalentada incluso de España, y que se enraíza de manera clara con el pensamiento de la generación intelectual del 98, como varios de los intelectuales de su momento, en particular a los vinculados a la Institución Libre de Enseñanza, creyó que los problemas de España brotaban de la educación, alcanzando el individuo la armonía a través de la naturaleza.
Nuestra decadencia histórica y las corridas de toros son, en mi sentir, fenómenos independientes, el arte de torear a pie, que es el que hoy se practica, aparece, se perfecciona y al pronto se consolida en nuestras costumbres durante el reinado de Carlos III, único periodo de robustez y esplendor que la historia de España registra en los últimos tres siglos.
En la mayoría de los escritos ayalinos es muy patente la preocupación por el llamado, con mejor o peor fortuna, lenguaje figurado. Aparecerán por ende, la dualidad, el contraste y lo grotesco, el color y lo pictórico, la sonoridad y lo escultórico, que serán los elementos creadores más permanentes del estilo literario de Pérez de Ayala, como un mundo auxiliar del cual se sirve el escritor para expresarse.
El espectador de los toros aplica a los toreros la sanción momentánea e impulsiva: les asaetea con viles improperios, les denigra, les mienta la madre, les lanza almohadillas, naranjas y otras arrojadizas; pero sale el toro siguiente, el torero ejecuta una pamplina o revolera y el espectador lo ha olvidado todo, el ciudadano español se conduce en la vida pública como espectador de toros. La psicología taurina se difunde a través de toda la vida española.
Bibliografía:
Ionesco, Andrei, "Sobre el clasicismo de Pérez de Ayala" en Actas del Quinto Congreso Internacional de Hispanistas, Volumen 2, 1977, páginas 481-488.
Pérez de Ayala, Ramón, "Política y toros" (ensayos) Madrid, Editorial Renacimiento, 1925.