La Plaza Arroyo abrirá sus puertas nuevamente este sábado para dar una temporada formal de ocho novilladas con picadores de manera consecutiva, un hecho que sin duda reviste una gran importancia para el sector novilleril, tan necesitado siempre de actividad.
De esta guisa, el coso de Tlalpan volverá a ser aquella antesala de la Plaza México por la que pasaron varias generaciones de toreros desde hace más de dos décadas, y en las que se vieron faenas destacadas que aún permanecen en el recuerdo de la afición.
Concebida como una plaza para celebrar festivales de aficionados prácticos cuando se inauguró, por allá del año 1971, este emblemático recinto taurino situado al sur de la Ciudad de México muy pronto se convirtió en un referente para la novillería.
Con el paso del tiempo cambió su nombre original de Plaza de Toros "Antonio Velázquez", en recuerdo del indómito torero leonés, y se dio en llamar simplemente "Plaza Arroyo". Se debió a una cuestión lógica de mercadotecnia que iba en sintonía con la marca de uno de los restaurantes más singulares de México, unido a grandes figuras del ambiente artístico a los que la familia Arroyo ha atendido con el esmero que la caracteriza.
Y así como toda esa gente que ha tenido oportunidad, aunque sea alguna vez, de comer en el Restaurante Arroyo, o presenciado una novillada en su recoleta placita, sabe perfectamente te que este lugar tiene un ambiente singular y un sello propio que la distingue del resto. Además, la cercanía del público con el espectáculo le confiere una intimidad muy especial.
La fama el éxito de sus festejos se acrecentó en los años noventa, cuando se comenzaron a transmitir por televisión y radio, lo que dio un fuerte impulso mediático al acontecer de la Plaza Arroyo, que se veía reflejado en los espacios informativos de los medios de comunicación más relevantes.
Los novilleros que consiguieron triunfar en este escenario más tarde se convirtieron en toreros interesantes y ratificaron sus buenas maneras en otras plazas de primera categoría del país, como La México, ya que casi siempre debutaban antes en la Plaza Arroyo.
Ahora que un grupo de empresarios comprometidos con los novilleros ha decidido unir su trabajo para no dejar caer la producción y consolidación de toreros nuevos, se podrán ver a los más sobresalientes, que en algunos casos causarán sorpresa al aficionado.
La Plaza Arroyo estará en el candelero durante las próximas semanas como es sus mejores tiempos, aquellos cuando la afición miraba con atención lo que ocurría en sus temporadas novilleriles, con el aliciente de la seriedad y el profesionalismo de los empresarios Jesús y Pepe Arroyo, artífices de un proyecto que muy pronto encontró su sino: ser una auténtica forja de toreros.