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Espectro Taurino: Un recuerdo de raza

Sábado, 07 Jul 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...el público de Pamplona supo aquilatar el esfuerzo..."

Uno de mis importantes recuerdos taurinos de adolescente,  a propósito del arranque de la Feria de San Fermín, es la valiente actuación de Eulalio López "Zotoluco" cuando, por vez primera, lidió en Pamplona los toros de la legendaria ganadería de Miura.

Este recuerdo se remonta al 14 de julio del año 2000, tarde de hace casi 18 años en la que el maestro dejó una muy grata impresión de raza y valor.

Apoderado en aquellos tiempos por José Manuel Espinosa, Eulalio entró al cartel en sustitución de Gómez Escorial y por vez primera enfrentaría a los toros de Zahariche. Un par de meses antes había cortado aquella valiosa oreja en Madrid, al ejemplar de El Puerto de San Lorenzo.

Con la determinación de abrirse camino en Europa, Zotoluco afrontó el reto de los toros de Miura y no se arredró ante el colorado primero, un burel con desarrollada cornamenta y mucha caja, el cual resultó un cúmulo de dificultades y, más que embestir, tiraba leñazos.

El público de Pamplona supo aquilatar el esfuerzo desplegado y se le entregó con palmas y ovaciones. El pitón derecho del toro rozó a Zotoluco al momento de la suerte suprema y consiguió dejar media estocada, la cual no fue suficiente y se esfumó así la posibilidad de oreja.

Sin embargo, las agallas del compatriota habían quedado ya de manifiesto. Su segundo, un cárdeno, no tuvo prácticamente un pase y careció de total recorrido, por lo que Eulalio lo lidió por la cara. Esta actuación generó muy buenos comentarios entre aficionados y profesionales, pues convenció incluso a los más críticos.

Luego de esta tarde, y al año siguiente, Eulalio sumó fechas anunciado con los toros de Miura, e incluso triunfó con rotundidad en 2001 en Pamplona, con este hierro. Para 2002, mató la camada entera de esta emblemática vacada, lo que sin duda alguna representa una gesta en su trayectoria profesional.

Aquel recuerdo de raza me genera una sensación que se traduce en el esfuerzo que hay que poner cada día en nuestras actividades. El toreo, al ser una representación de la vida, pone de manifiesto los valores humanos que nos enaltecen.


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