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Modernismo y tauromaquia

Viernes, 27 Abr 2018    Morelia,Mich.    Quetzalcóatl Rodríguez | Foto: Archivo   
"..llegar a la mayor emoción posible..."
El llamado Modernismo, en cuanto movimiento artístico, es una evolución y, en cierto modo, un renacimiento, será característica del arte moderno: la expresión. Hacer de la obra de arte algo más que un producto de receta, hacer un trozo de vida, dar a la música un calor sentimental más allá de la arquitectura sonora, pintar el alma de las cosas para no reducirlas a simple papel fotográfico, es decir, llegar a la mayor emoción posible sólo con los medios indispensables.

El artista verdadero, para reflejar los variados matices del sentimiento, ha de recurrir a nuevas fórmulas: palabras o giros peculiares del lenguaje, contrastes determinados de color y especiales sucesiones armónicas. En este horizonte cultural de exquisito refinamiento e influido de manera directa por las directrices del arte, aparece, el modernismo taurino, como en las bellas letras y en la pintura, busca el arte en primer lugar, sin mayores preocupaciones éticas que ahoguen su inspiración.

Desaparece el objeto de la lidia emocionante o de la línea técnica y ya no existe más finalidad que aquella que procure un cuadro o grupo escultórico. En la poesía hispana entra está actitud con Rubén Darío, cuando publica su obra paradigmática “Azul”, del mismo modo sus “Prosas profanas” y, posteriores, datan sus “Cantos de Vida y Esperanza”; el nicaragüense Darío ha cantado a la tauromaquia en su “Gesta del Coso”, texto concebido en tierras americanas.

Pero vamos por partes, desde luego aquellos que escribieron métodos y cuartillas para torear como Paquiro, posteriormente Guerrita y luego en aparición, Mazzantini, Ricardo Torres Bombita y Vicente Pastor, todos fueron héroes técnicos de la fiesta; toreaban y mataban bien todo aquello que les saliera por la puerta, conocieron todos los rincones de los ruedos e inventaron algunas suertes, sin embargo, su finalidad siempre fue “dar al toro lo que necesite”; sin poder, apenas acercarse al todo poderoso Joselito, el técnico de los técnicos en la tauromaquia.

Las páginas de la historia taurina toman a Rafael Molina "Lagartijo" como el puente y vaso comunicante para el refinamiento de la llamada fiesta de los toros, donde la palabra arte,tomada en su más clara y pura acepción, vive como en casa propia, no basta la pura emoción, sino será necesario que brote la belleza.

Sin duda serán Rafael Gómez "El Gallo", Manuel Mejías Bienvenida rebautizado como "El Papa Negro" y Rodolfo Gaona, los tres embajadores del Modernismo Taurino y que bien parafrasean a Darío: "Hagamos el toreo bien, porque el Bien es Belleza", buscando en los repliegues del subconsciente y del miedo normal, las fuentes de la originalidad, en peligroso juego de elegancia y finura frente a las astas del toro.

Y aquí es donde emerge aquel indio que llegó con aires de gran conquistador a ser el Petronio de los Toreros, el toreo de Gaona tuvo un significado de excepción y singularidad, con una manifiesta aversión a hacer lo que hacían los demás; bien cabe lo dicho por el investigador Eduardo L. Chavarri: "Dejemos que se acojan al modernismo los que intenten decir algo propio". Y en ello, Gaona encarna al diestro modernista por excelencia.

Sus calidades y cualidades, elegantes y ortodoxas, son innatas, es la primerísima figura del toreo no nacida en España y enriquece el repertorio de capote al inventar la gaonera. En él se representa el más puro y clásico estilo, depurando el toreo de toda prosaica manifestación, ventajosa rapidez o anodino mal gusto. Si Fuentes (y justo es reconocerlo) modificó los matices de la fiesta, Gaona la depuró en su esencia y aroma.

¿Aquel discípulo de Saturnino Frutos era mexicano? y la pregunta acaso podrá responderse sino con otra: ¿la nacionalidad cuenta en la estimación de los valores estéticos? Más allá de eso, Gaona es un artista universal, todas sus formas revelaron el culto de la plasticidad triunfal y deslumbradora, armonizándose con él la espiritualidad selecta; unidad suprema de todas las épocas florecientes del toreo, desde Lagartijo y su clásica larga, el estoconazo hierático de Frascuelo, los naturales de Cayetano Sanz, hasta los molinetes de Belmonte, todo está y queda sintetizado en la transparente personalidad de Rodolfo Gaona.

El investigador Fernando Claramunt pondera sobre lo inevitable y obligado que resulta el relacionar a Rodolfo Gaona con Rubén Darío, con ellos aparece un aire vigoroso y vital desde la América Española, en ellos, el tema, el contenido y la forma pasan a ser otra cosa; Gaona será la simbiosis de cosmopolitismo, modernismo e indigenismo, pero, sin perder nunca la raíz azteca.

Bibliografía:

Claramunt López, Fernando. "Los toreros de la generación del 98 o una manera española de entender la vida", Ediciones Tutor, Madrid, 1998.

L. Chavarri, Eduardo. "¿Qué es el modernismo y qué significa como escuela dentro del arte en general y de la literatura en particular?" En El Modernismo, edición de Lily Litvak, Taurus, Madrid, 1981.


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