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Desde el barrio: Hagan sus apuestas

Martes, 19 Sep 2017    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
...si es que Simón Casas también se atreve a apostar y a hacer...
Hay pocas cosas tan aburridas, pero también tan elocuentes, como repasar detenidamente el escalafón de matadores de toros europeo. Porque el de los novilleros, que lleva unos años arrojando lecturas muy preocupantes, merece un capítulo aparte. O dos. El caso es que, a estas alturas concretas de la temporada, echarle un ojo de arriba abajo a la lista de toreros y de festejos sumados (las orejas son lo de menos) supone darse de bruces con la triste realidad plasmada en números.

Hace ya años que la parte más alta de ese escalafón de matadores está evidente y notablemente desvirtuada. Es cierto que en esos niveles aparecen casi todas las figuras que lo son, pero cualquiera que conozca la situación actual sabe que entre los primeros de la lista, entre los que más torean, no suelen estar todos los mejores o los que más interesan, sino también los que se cobijan a la sombra de las grandes empresas, más allá de sus triunfos o del momento por el que atraviesen.

Por estar, están hasta unos cuantos cuyo único aval es el conformismo a la hora de cobrar. O los que hacen lo posible, yendo a cualquier pueblo sin garantías de mínimos, para sumar los festejos suficientes que les mantengan una temporada más en el llamado "grupo especial", o grupo A, del convenio colectivo del toreo, al que se accede tras alcanzar los 37 paseíllos de luces en una misma temporada.

No es esta de los números, aunque pueda parecerlo, una cuestión menor o secundaria, pues, como bien saben quienes manejan la sala de control, la inclusión en ese grupo, es decir, colocarse en la cabeza del escalafón, garantiza al matador otra larga relación de contratos en la temporada siguiente casi de forma automática.

Básicamente porque la inmensa mayoría de los conservadores y rígidos pliegos de condiciones de las plazas públicas obligan a las empresas, negro sobre blanco, a que dichos "privilegiados", los primeros de la tabla y del convenio, ocupen la mayoría de los puestos en los carteles de sus ferias.

Pero no se trata aquí de señalar esas lacras que se suponen ya más que conocidas, sino las consecuencias perjudiciales que tan viciada situación tiene para la que, por la propia salud del espectáculo, siempre fue y debe seguir siendo necesaria y permanente renovación de dicho escalafón.

Ese encallecido tapón en el "top" veinte, provocado en gran parte por la actitud defensiva de los políticos locales, es hoy por hoy el motivo por el que se encuentran relegados a la mitad de la tabla, e incluso a su parte más baja, a un buen número de toreros interesantes y/o con méritos sobrados para presentar a final de temporada una mejor "tarjeta", que diría un golfista.

Para más inri, la reducción de festejos en plazas menores que trajo la crisis económica no ha hecho sino agravar el problema, en tanto que el que debe ser el mercado natural de ese tipo de toreros relegados no solo ha quedado reducido a mínimos sino que, hasta en las plazas más chicas, también ha sido invadido por esos "primeros de la tabla" que se rebajan a torear en condiciones indignas si viene al caso.

De tal forma, resulta tan triste como preocupante que, a un mes vista del último clarinazo de la temporada, haya toreros que, despertando grandes esperanzas, no han pasado de cuatro o cinco actuaciones. Y en especial esos matadores jóvenes que no han tenido la suerte o la ocasión de subirse al carro de la pretendida renovación que también controlan los dueños del cortijo.

Podemos dar hasta nombres, a primera vista, como el del lesionado David Galván, el de Pepe Moral, el de Javier Jiménez o el del más veterano Iván Vicente. Pero también los de otros toreros menos conocidos para la mayoría pero entre los que más de uno, a poco que tenga oportunidad, como pasó el domingo en Las Ventas con Javier Cortés, puede dar un gran paso adelante con casi toda certeza.

Puestos a apostar, ya que no lo hacen esas empresas empecinadas en anunciar a los mismos una tarde tras otra, hagámoslo nosotros, como juego y consuelo, entre la lista de matadores jóvenes que siguen todavía más o menos tapados. Igual que cada uno de ustedes tendrá en mente sus propios "caballos ganadores", así que ahí van los del arriba firmante: Emilio de Justo, Tomás Campos, Martín Escudero, Adrián de Torres, Juan Ortega…

Todos ellos, y algún otro más, tienen base y capacidad para no desentonar en cualquier cartel. Les falta, únicamente, la experiencia y el rodaje que les debería proporcionar un sistema empresarial menos cegado. Y les falta, claro, una buena ocasión para demostrarlo. Esa que, tal y como están las cosas, sólo pueden tener en Madrid, si es que Simón Casas también se atreve a apostar y a hacer de una vez de Las Ventas el salvavidas que necesita el toreo.


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