Una de las noticias de la semana que hoy termina fue la embolia que sufrió el maestro Juan Silveti Reynoso y que le llevó a estar varios días ingresado en un hospital de Salamanca, delicado trance del cual salió adelante y recibió el alta médica para seguir su recuperación en casa.
Estos días nos han llevado a reflexionar sobre la importancia que ha tenido Juan Silveti en el toreo mexicano, no solamente como parte de una de las dinastías más relevantes en el planeta de los toros, sino también por la huella que en sí mismo dejó en los ruedos.
Para muestra basta el botón de las dos puertas grandes que consiguió en Las Ventas de Madrid. De hecho es, junto con Eloy Cavazos, los únicos dos matadores mexicanos que han salido a hombros en Madrid y todavía viven
El Hijo del Tigre abrió por vez primera la Puerta Grande de Las Ventas la tarde del 25 de mayo de 1952, cuando cortó dos orejas a toros de Pablo Romero, día en el que tuvo que lidiar cuatro ejemplares debido a los percances de Rovira y Pablo Lozano.
La segunda tuvo lugar el 12 de octubre del mismo 1952, cuando se encontró con un toro de El Conde de la Corte y lo desorejó luego de una faena de altos vuelos.
Nacido el 5 de octubre de 1929 en la Ciudad de México y con todo el legado de Juan Silveti Mañón, recibió la alternativa como matador de toros el 15 de enero de 1950 en la Plaza México, de manos de Fermín Rivera y bajo el testimonio del portugués Manolo Dos Santos, delante de un toro llamado "Colegial", de La Laguna.
Dos rabos cortó Juan Silveti en este monumental escenario capitalino, ambos en 1960. El primero de ellos fue el 10 de abril, al toro "Holgazán"; de la Laguna, en tanto que el segundo aconteció el 8 de mayo, al cuajar a "Esclavino", de La Punta.
La confirmación en Las Ventas de Madrid fue la tarde del 17 de junio de 1951. El padrino de la ceremonia fue Antonio Bievenida y el testigo Manolo Dos Santos, con el toro "Pavito", de la ganadería de Manuel Sánchez Cobaleda.,
Uno de los triunfos más destacados de Juan Silveti, además de los ya mencionados, ocurrió el 17 de junio de 1954 en La Maestranza de Sevilla, tarde en la que le cortó dos orejas a un ejemplar de Salvador Guardiola y fue paseado en volandas.
Su ultima tarde tuvo lugar el 1 de setiembre de 1968, en Comacalco, Tabasco, y sus hijos David y Alejandro Silveti continuaron el paso de la dinastía, misma que hoy en día representa su nieto Diego Silveti.