Anecdotario de Giraldés: La izquierda belmontina
Viernes, 30 Sep 2016
Tijuana, B.C.
Valeriano Salceda "Salceda" | Opinión
Una anécdota del Pasmo de Triana durante la Guerra Civil
A mediados del mes de julio de 1936 estalló la Guerra Civil en España. La administración española fue desbordada por el pueblo, por la gran masa a la que el gobierno constituido se había encargado de alborotar. A los campesinos, a los obreros y a los trabajadores, les prometieron que el nuevo gobierno haría justicia. Y como siempre pasa, la nueva administración se "arregló" con quienes habían explotado al pueblo y la justicia social nunca apareció.
En Andalucía, los campesinos se unieron y empezaron a quemar cortijos y conventos, y a terminar con las vidas de quienes ellos consideraban culpables del hambre que habían sufrido sus antepasados y estaban pasando ellos.
Ante esa situación se hacía indispensable terminar con aquellos crímenes, y como el gobierno no hacía nada al respecto, como era incapaz de frenar lo que con promesas, propaganda y discursos, había propiciado, un grupo de militares se levantó en armas contra el gobierno de la II República.
Al día siguiente del que marcó el principio de la guerra, un jornalero que acababa de robar un caballo llegó a las oficinas del Frente Popular.
-¿Qué les parece? -preguntó el campesino a los dirigentes de su partido mostrándoles la jaca con orgullo.
-¡Precioso! ¿En dónde estaba? -le preguntaron sus jefes.
-Lo he cogido en Gómez Cardeña, la finca de Juan Belmonte.
-Pues ahora mismo vas y lo regresas -le dijeron los dirigentes del Comité-. Belmonte es de los nuestros; salió del pueblo y todo lo que tiene se lo ha ganado jugándose la vida. ¿Estamos?
Juan Belmonte ni se opuso, ni hizo ningún comentario cuando el jornalero robó su caballo. Al verlo regresar a la finca, le preguntó:
-¿Cuántos caballos más se va a llevar?
-Ninguno, don Juan. Los dirigentes del Frente Popular me ordenaron que a usted se le respete porque salió del pueblo, como nosotros, y todo lo que tiene ha sido bien ganado, no se lo ha quitado a nadie.
-¿Ustedes me van a respetar como me respetaron los toros? -Preguntó Belmonte con ironía-. Será porque mis mejores faena fueron con la izquierda. Yo siempre me acomodé muy bien con la izquierda.
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