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El comentario de Juan Antonio de Labra (audio)

Jueves, 14 Jul 2016    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión     
Sobre el fanatismo animalista y los aberrantes ataques antitaurinos
La trágica muerte de Víctor Barrio viene a dignificar a la fiesta de los toros en un momento sumamente difícil. La sangre derramada en la arena de Teruel vivifica la gran vocación de los toreros a través de un ejercicio  tremendamente realista y espiritual, como es el toreo.

Este hecho lamentable y doloroso también ha servido para dejar al descubierto la verdadera barbarie que permea en las redes sociales, ahí donde los ataques antitaurinos han demostrado, una vez más, una preocupante ausencia de moral que nos obliga a la reflexión.

Parece como si el valor de ser animalista fuera la más vigorosa negación del ser humano; es decir, la absurda anteposición del animal a la figura del Hombre, trastocando ese valor universal consustancial a la condición humana como ser supremo de la naturaleza, y a la lógica solidaridad con nuestros semejantes.

Porque no se puede entender tanto odio, tanto rencor, tanta aberración vertida a en esos comentarios tuiteros, a través de los cuales las hordas antitaurinas y animalistas han arremetido en contra de Víctor y su familia de una manera soez y despiadada.

No podemos quedarnos de brazos cruzados ante una situación como la que se ha vivido en los últimos días. No debemos callar jamás ante la injusticia tan grande que se ha cometido. Es urgente una reacción igualmente radical, pero muy responsable, en contra de esas personas que nos quieren avasallar con una campaña de intimidación como la que se está ejerciendo.

Los aficionados tenemos que ser enérgicos, pero inteligentes y respetuosos, para contrarrestar esa ola de ataques perversos salidos de mentes obtusas y corazones podridos.

Porque lo que está en juego es esa libertad de conciencia de poder elegir a la Fiesta como algo que nos pertenece; disfrutar de una actividad cultural que nos confiere una identidad propia, que nos enseña una forma de vida y nos revela una actitud valiente ante las adversidades.

Y la respuesta tiene que ser inmediata, fundamentada, astuta, con todos estos elementos de los que carecen, en su inmensa mayoría, esa vulgar y agresiva corriente antitaurina y animialista que proviene de un fanatismo que genera una violencia verbal que resulta intolerable, que atenta contra los derechos humanos de aquellos a los que sí nos gustan los toros.

Ahora que Víctor Barrio descansa en paz, ahí donde se encuentre, su permanente recuerdo será una nueva motivación para que la unidad entre los taurinos se encargue de promover acciones concretas.

Es imperativo que ya, de una vez por todas, los estamentos que conforman la Fiesta se pongan de acuerdo para liderar una cruzada mundial hacia la libertad de los aficionados a los toros. Es el momento de sacar la casta y exigir respeto, a costa de lo que sea.


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