Espectro taurino: Una cruda realidad
Sábado, 07 May 2016
México, D.F.
Jorge Raúl Nacif | Opinión
La columna de cada sábado
Una cruda realidad es la situación que está viviendo Rodolfo Rodríguez "El Pana" luego del percance del domingo en Ciudad Lerdo y al serle diagnosticada la cuadriplejía, que no es otra cosa que la imposibilidad de mover las cuatro extremidades, quedando entonces condenado a una silla de ruedas para el resto de sus días.
El Pana siempre ha sido un torero polémico, con partidarios y detractores, pero más allá de estas circunstancias, a nadie se le desea un trance tan dramático como el que atraviesa el veterano torero tlaxcalteca, el cual ha llegado a tocar las fibras más sensibles e incluso de algunos que no son partidarios de la Fiesta, aunque no han faltado opiniones de los incoherentes e irrespetuosos antitaurinos.
Aunque es algo muy duro y alejado de los valores sociales, tal vez era preferible que El Pana hubiera muerto el domingo en el ruedo de la plaza de Ciudad Lerdo, lo que representaría el final de una historia impregnada de matices y polos opuestos, epílogo de un romántico de la Fiesta que desde novillero mostró un aroma especial.
Y es que Rodolfo siempre deseó morir en una plaza y durante estos días sus palabras retumbaron en los oídos de sus seguidores. En varias entrevistas había declarado el tlaxcalteca el deseo de que su vida terminara ahí, en un ruedo y ante un toro bravo, haciendo lo que más amaba en la vida.
Sin embargo, solamente el torero y su familia conoce lo que pasa por sus mentes. Y ofrecemos una disculpa si el comentario de los párrafos anteriores puede llegar a ofender.
La vida en adelante, si consigue superar el todavía grave estado por el que atraviesa, cambiará por completo. Sabemos que El Pana es un hombre de fe y nuestro anhelo más profundo es que el torero encuentre la fortaleza necesaria para encarar la dureza de lo que se viene por delante.
Vaya parte final para la vida de un hombre cuya existencia ha sido literalmente "de novela", de altas y bajas, de tocar el cielo y hundirse después en sus propios infiernos.
En otra de las reflexiones que atraviesan por nuestra mente, este percance nos vuelve a recordar el peligro que hay siempre en una plaza de toros y que, en realidad, en mayor o menor medida, ponerse delante de un toro conlleva un peligro evidente, de tal forma que todos los que lo hacen merecen un respeto especial.
El toro "Pan Francés", de Guanamé, no tenía un gran trapío ni desarrollada cornamenta... y visto está lo visto. Más allá de las escasas facultades físicas de El Pana, cuando un animal bravo hace por un hombre (pueden levantar con el cuello el doble de su peso) en verdad lastima, aunque no pese 600 kilos o tenga un "sombrero de charro" por pitones.
Por supuesto que lo anterior no significa que no exijamos el toro con trapío, pues es evidente que debe ser así, además de su edad reglamentaria, pero también insistimos que un ejemplar de lidia siempre tendrá su peligro y el riesgo está ahí, aunque de primera éste pueda no transmitirse hacia un tendido.
Desde este espacio un caluroso abrazo para El Pana y su familia, y el reconocimiento a la labor del equipo médico que encabeza el doctor Jorge Mario Galván, pues han hecho un trabajo digno de resaltar.
Noticias Relacionadas
Comparte la noticia