La multitudinaria manifestación en defensa de la Fiesta que tuvo verificativo el pasado domingo en Valencia representó un ejemplo contundente de la necesidad de salir de nuestra comodidad para exigir a los gobiernos y diversos estamentos el respeto a los derechos más fundamentales del ser humano.

Si bien es cierto fue un éxito lo sucedido en Valencia, esto debe convertirse en un paradigma para que, en diversas regiones del planeta de los toros, nos manifestemos abierta y organizadamente, sin ocultar nuestra afición y en verdadera unión, esto último que a veces parece ciertamente utópico en nuestro entorno taurino mexicano, como ya lo hemos analizado en otras columnas.

Lo verdaderamente importante es que hable esa "mayoría silenciosa" que acude a las plazas de toros en las diferentes ferias. Más allá de los que integran el "medio taurino" con alguna función específica, es privativo que se manifiesten aquellos ciudadanos que gustan del espectáculo y a quienes también se les quieren limitar sus derechos con propuestas legislativas demagógicas.

A diferencia de los grupos antitaurinos organizados, no en pocas ocasiones los aficionados solemos ser entes pasivos, y algunos otros siguen pensando que la "Fiesta se defiende sola". Urge una movilización estructurada y constante, que no quede en una anécdota, sino que se convierta en una defensa de la libertad.

Ante las amenazas constantes que surgen en nuestro país, urge que levantemos la voz y, reiteramos, salir de nuestra comodidad. Como bien dijo Paco Aguado en su columna del martes pasado, es el pueblo la masa social que sostiene la punta de iceberg, la verdadera base de la cultura taurina que en un mar de gente salió en Valencia a defender lo suyo.

Por ahí ya se habla en algunos espacios taurinos la intención de replicar en México la exitosa manifestación de Valencia. Desde esta columna apoyamos la intención y nos sumamos, pero esto debe ser solamente una de varias acciones que podríamos emprender para luchar por aquello que no pocas entidades buscan limitarnos.

Como ya hemos manifestado en otros espacios, el toreo se defiende también, y sobre todo, en las plazas de toros. Uno de los mejores argumentos de defensa es constituido por las plazas llenas. Y si algo en contra tenemos que manifestar sobre la forma en la que se lleva nuestra Fiesta, que sea en el interior de los cosos taurinos.

Y aunque se ha recalcado siempre, volvemos a insistir en que la base es hacer las cosas bien, con seriedad y profesionalismo, ofreciendo al público un espectáculo digno y con el auténtico toro como eje central, aquel maravilloso animal que los antitaurinos creen defender al intentar acabar con el toreo.

No nos queda duda que lo que ocurrió el pasado domingo en la ciudad de Valencia puede ser paradigmático. Depende de todos nosotros... y de nadie más.