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Espectro Taurino: Reflexiones filosóficas

Sábado, 30 Ene 2016    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
El espacio de todos los sábados
Enriquecedor fue el encuentro del pasado miércoles con el brillante filósofo francés Francis Wolff, durante la presentación del documental que protagonizará, titulado "El filósofo y los toros", pues el catedrático se dio tiempo de resolver dudas y expresar su concepto.

En este sentido, varias fueron las ideas que vale la pena compartir en este espacio para la reflexión, mismas que continuamos meditando con el objetivo de dotarles entidad.

En principio nos resultó de sumo interés la noción de la esterilidad del debate entre taurinos y antitaurinos. En realidad, como expresó Wolff, se trata de un ejercicio que no llega a ningún lado dado que ni convencemos ni nos convencen. Yo agregaría que lo anterior se debe a que la discusión carece de terreno común.

De esta forma es más adecuado, y así lo entendimos, una exposición de argumentos partiendo de la base que la tauromaquia es un espacio desde el cual se puede pensar el mundo. De hecho, éste es el sustento sobre el cual se desarrolla el documental presentado.

También nos llamó la atención la anécdota acerca de la primera vez que Francis acudió a un festejo taurino, en Nimes, cuando contaba con 18 años de edad. Lo que relató es similar a lo que, de la mano de nuestros padres, nos ocurrió a todos los que acudimos a una corrida de toros.

Nos dimos cuenta que el toreo no se parecía a nada y que tenía un poco de todo. Y al ser un algo totalmente diferente a lo que se nos presenta, lejos de las estandarizaciones que nos ofrecen la sociedad, se nos generó una atracción que posteriormente derivó en una afición.

El toreo, siempre lo hemos pensado, es difícil de comprender dado que cuenta con elementos distintos y variados, lo que no permite que sea categorizado por completo. Como explicaba Wolff, no es exactamente un arte, ni solamente un rito, ni por completo un espectáculo, sino que cuenta con elementos de cada concepto para conformar un todo.

Lo anterior se complementa con la afirmación de que la Fiesta siempre ha estado fuera de tiempo. Y no es que se haya quedado como una práctica del pasado y que por ello no sea comprendida hoy en día, sino que su celebración no depende de cuestiones temporales, ni de presentes, pasados o futuros.

No pertenece ni al pasado ni a la modernidad, y por otro lado tampoco está inserta en el espacio, dado que, decía Wolff, no pertenece completamente ni al campo ni a la ciudad, pues está entre los dos. De esta forma, la Fiesta no tiene comparación con espectáculo alguno.

En otra de las reflexiones por parte del filósofo, el público que asiste a una plaza de toros acude a admirar, por un lado la capacidad del torero para hacer algo de lo que no somos capaces, y por el otro la bravura de un toro. Y en este proceso de dominio por parte de los diestros surge el concepto fundamental de la armonía.

El tema es armonizar una embestida natural y hacerla humana. A partir de una materia prima, podemos entonces hablar de temple. No hay una gran faena, expresaba Francis, sin el ritmo, y éste es la base del toreo desde, por lo menos, Juan Belmonte.

Luego de estas reflexiones y poder conocer de cerca el hilo conductor, esperamos con ilusión que este documental largometraje vea la luz, pues estamos seguros resultará una aportación interesantísima.


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