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Desde el barrio: El relevo y el poder

Martes, 03 Nov 2015    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
Sin duda alguna, el hecho más relevante de la temporada española que acaba de finalizar ha sido la llegada de aire fresco al viciado escalafón de matadores de toros. Durante 2015, una nueva generación de toreros ha hecho méritos para llamar seriamente la atención y amenazar el cómodo y forzoso status quo del que han gozado unas pocas figuras durante las últimas temporadas.

Desde bien entrado el verano, el perjudicial inmovilismo que dominaba la situación taurina en España se vio alterado por la irrupción en los titulares de prensa, y casi siempre por la vía de las sustituciones, de una joven hornada de toreros que, junto a los aldabonazos de algunos veteranos desplazados, ha hecho variar a golpes de efecto las siempre lentas estrategias de las grandes empresas.

Con el madrileño López Simón a la cabeza, avalado por sus repetidos triunfos en Madrid y su envoltorio "tomasista", otros toreros recién alternativados como José Garrido y el peruano Roca Rey parece que serán en 2016 los otros avanzados del ya necesario relevo.

Pero no serán los únicos, porque a la zaga y con más o menos posibilidades de dar también el salto de calidad se encuentran novilleros cuajados como Ginés Marín y Varea, entre otros, más una larga lista de flamantes matadores como Javier Jiménez, Francisco José Espada, Tomás Campos, Juan Ortega, Tomás Angulo, Adrián de Torres, Posada de Maravillas...

Y aún hay más, si, con buena lógica, consideramos como parte de esa nueva generación a otros jóvenes con apenas un quinquenio en el escalafón mayor, tales que Jiménez Fortes uno de los más capacitados y al que de una vez por todas le debe sonreír la suerte, Juan del Álamo –que no ha dejado de golpear con fuerza el muro, Morenito de Aranda, David Galván o Miguel Ángel Delgado.

Son muchos y muy buenos, casi una veintena, los nuevos aspirantes a la primera fila, aunque finalmente serán la implacable selección natural que hace el toro y la más artificial que harán las empresas las que acabarán por designar de entre ellos a la poco más de media docena de elegidos que ocupará los carteles de las grandes ferias en el próximo lustro.

Y es que, por mucha ilusión que hayan despertado y por mucho que su novedad y sus aún "asequibles" cachés sean su principal argumento de cara a las empresas, no parece que ni aun así les vaya a resultar tan fácil abrir brechas en el rocoso juego de intereses que diseña, muchas veces en contra de los gustos propios deñ aficionado, los carteles de los grandes abonos españoles.

Porque no hace falta recordar que la mayoría de los espadas de primera fila van a mantenerse aferrados a sus posiciones de privilegio, dispuestos a no ceder ni un milímetro, tal y como han demostrado este mismo año aguantando la primera oleada de los jóvenes.

Otra cosa será que, por ley natural y por el puro desgaste de los años trabajados, es muy probable que varios de estos punteros se vayan descolgando de la cabeza si no reaccionan con fuerza en las primeras ferias, donde no tendrán más remedio que dejar de lado, de una vez por todas, la comodidad de los carteles cerrados y alternar con los incómodos aspirantes.

Pero tampoco hay que olvidar que esa larga lista de promesas no sólo deberá luchar con las figuras consagradas para abrirse huecos, sino que lo tendrán que hacer básicamente con otra serie de toreros cuajados que se han ganado con creces figurar en la mejor estantería del escaparate.

Con Diego Urdiales en vanguardia y abocado ya a los mejores carteles, este grupo de veteranos de guerra está compuesto nada menos que por Rafaelillo, Paco Ureña, Manuel Escribano, el mexicano Joselito Adame y Daniel Luque, sin olvidar que, tras un año truncado, Antonio Ferrera volverá por sus fueros y que el reaparecido y taquillero Cayetano tiene abiertas las puertas de las grandes citas.

Todo parece apuntar a que serán los matadores más "cansados" y los que últimamente han dado menos argumentos para defender sus posiciones quienes acaben siendo desplazados por esta huracanada racha de aire fresco, a pesar de su ya escasa fuerza mediática o de su condición de "funcionarios" de los grandes trusts, a los que últimamente están dejando de ofrecer rentabilidad siquiera en los cosos de tercera.

La próxima temporada española se presenta, pues, como una encarnizada lucha de todos contra todos para la que, en un invierno que será movido en los despachos e incierto en lo político, las grandes empresas ya están tomando posiciones. Todas ellas tratarán así de dominar en lo posible este relevo generacional para evitar sorpresas desagradables y no dar síntomas de debilidad.

Porque, no en vano, para quienes manejan el cotarro existen a corto plazo cuestiones más importantes a dirimir que la cantada y esperada renovación del escalafón. En el fondo, todos buscan acumular fuerzas para esa gran batalla por el poder que, en forma de concurso de arrendamiento, ya tiene fecha y campo de batalla: la plaza de toros de Las Ventas, en el otoño de 2016.


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