Banners
Banners

Tauromaquia: La dinastía de Los Capetillo

Lunes, 12 Oct 2015    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de los lunes en La Jornada de Oriente

Que un padre torero otorgue la alternativa de matador a uno de sus hijos en presencia de otro era algo rigurosamente inédito y, no hace falta decirlo, muy difícil de realizar. Hasta que, con 54 años de edad, el primer día de 1981 y en la plaza El Paseo de San Luis Potosí, Manuel Capetillo Villaseñor cumplió ese propósito casi irreal, al entregar los trastos a su hijo Manolo ante Guillermo, hermano menor del catecúmeno.

Ese año, la insólita terna paternofilial hizo el paseíllo en varias plazas de provincia, usualmente abarrotadas. Sería el canto de cisne de aquel muletero tapatío al que una cabeza de El Redondel, el 6 de enero de 1957, oficiosamente consagró el mejor muletero del mundo, para exaltar su faenón a "Rasposo" de Torrecilla alternando con Antonio Ordóñez, que acababa de bordar, en feria Guadalupana reciente, su célebre y ya clásica faena al sanmateíno "Cascabel".

Manuel Capetillo Villaseñor  (Ixtlahuacán, Jalisco: 15-04-1926 / Chacala, Nayarit: 05-05-2009).
 
Nació en el seno de una familia acomodada de Guadalajara, y fue en la hacienda paterna donde desarrolló su gusto por la charrería y, paralelamente, el toreo. Aunque su revelación novilleril se debió a la profundidad y temple de sus quites y sus lances de capa, la fama mayor le estaba reservada como muletero de gran dimensión, expresada en la largura y lentitud de sus pases en redondo sobre ambas manos. Su irrupción fue fulgurante, como integrante de los Tres Mosqueteros que dieran celebridad a la temporada chica de 1948 en la México, al final de la cual tanto Capetillo como Córdoba y Rodríguez firmaron sus respectivas alternativas. Al no estar suficientemente preparados para dar ese paso, sufrieron duras cornadas nada más doctorarse; y fue Capeto, pese al rabo cortado a "Avellano" de San Mateo, el sexto en su confirmación capitalina de manos de El Soldado (23-01-49), el que más tardaría en consolidarse.

Tras una estancia de dos años en España --sin más registro notable que la oreja cortada a "Brillante", de Antonio Pérez Tabernero, con el que Paco Muñoz le confirmara alternativa en Las Ventas (15-05-52), un rabo en Córdoba, en corrida benéfica organizada por Arruza pro monumento a Manolete (21-10-51), y par de cornadas en Albacete y La Línea-- y un retorno sin mayor ruido, acabaría por convertirse en ídolo de la afición capitalina, al grado de sumar a lo largo de su trayectoria cuatro rabos en la México y otros tantos en El Toreo de Cuatro Caminos. Para compensar su elevada estatura, usaba muleta pequeña y toreaba con la mano muy baja, logrando lentificar las embestidas y la duración de los pases, que prolongaba en línea recta y luego curvaba con dramático y personal acento.

La clave de su impactante toreo en redondo se encierra en estas dos frases suyas: “ligar sin pasos entre los pases"… y "la hondura del toreo llega después del quinto muletazo", en alusión a sus famosas tandas de 8 a 10 pases encadenados en redondo que, a veces sin necesidad de rematarlas, provocaban escenas de indescriptible emoción en los tendidos. Por el contrario, los aficionados y cronistas más puntillosos lo acusaron de recostarse demasiado al torear, rompiendo con el canon de una presunta verticalidad clásica, y de falta de variedad en sus faenas, reducidas a casi puro toreo en redondo. No obstante, creó la "capetillina", muletazo vaciando la embestida por la espalda tras permanecer, sin girar, en el mismo terreno del último derechazo de la serie y cambiándose el engaño de mano para ligar el de pase de pecho.

A pesar de sus frecuentes e intrascendentes incursiones como cantante de ranchero y galán de cine de charros, hubo un tiempo, entre finales de los años 50 y la década siguiente, en que su cotización fue la más alta, y los capetillistas repetían con entusiasmo los nombres de "Fistol", "Rasposo", "Recluta", "Romancero",  "Marquesito", "Guapetón", "Pingüino", "Peluquero", "Tabachín", "Chulín", "Sireno", "Flor de Mayo" o "Arizeño", en recuerdo de otros tantos faenones del tapatío. Como contrapunto está la más grave de sus cornadas, infligida por "Camisero" de La Laguna en la México (22-03-59), que le rozó el corazón, penetró la pleura y lo tuvo a las puertas de la muerte.

No fue afortunada su última y breve incursión por ruedos españoles, en 1963, marcada por un San Isidro adverso, si bien algo logró reponerse por agosto, con buenas faenas y corte de apéndices en San Sebastián, Bilbao y Almería. En cambio, en la república tenía por esas fechas el máximo cartel, rivalizando con nombres tan sonoros como los de Procuna, El Calesero, El Ranchero Aguilar, Juanito Silveti, Alfredo Leal, Humberto Moro y todos los ases hispanos que nos visitaban; había dejado atrás a sus colegas mosqueteros, que alcanzaron antes que él posiciones de avanzada pero duraron menos en el candelero. Aunque la leyenda le atribuye a Manolo Martínez el "haber retirado a Capetillo", lo cierto es que el célebre mano a mano de ambos con dijes de Mimiahuápam en El Toreo (04-12-67) se saldó con sendos rabos para cada uno, y el prematuro adiós del tapatío (encerrona sin triunfo en La México, 26-02-68) más se debió a una iniciativa envenenada del empresario Ángel Vázquez –cubano y beisbolero por más señas– y tal vez a cansancio, que no a defección de Capeto ante el joven regiomontano, que de cualquier forma pintaba ya para mandón absoluto. 

En realidad, a quien habría que reconocer como el adversario natural de Capetillo en el tiempo de su mayor auge es al poblano Joselito Huerta, temible rival a quien la administración capetillista siempre procuró eludir, sobre todo en la capital. Pero en su tierra tapatía, donde tuvo que alternar con el León de Tetela inclusive en manos a mano, fue Huerta quien con mayor regularidad ganó la partida. Un capítulo a menudo silenciado por la proverbial desmemoria taurina mexicana.  

Manuel Capetillo reapareció por provincia en el otoño de 1969, ya sin el esplendor de sus mejores días, y a la capital sólo regresaría fugazmente, en 1976. A ese año corresponde su última y muy gris actuación en la México (07-04-76, por el Estoque de Oro). Y corresponden a 1981 sus últimas apariciones en traje de luces, al lado de sus dos chavales.

Manuel Capetillo de Flórez  (Distrito Federal, 1956)

Debutó, junto con Guillermo, su hermano menor, en la temporada chica de 1977 –incluso indultó un novillo de Garfias en la México--, pero la alternativa no la tomó hasta el referido 1 de enero del 81, de manos de su padre y con Guillermo por testigo. A la inversa de ambos, lo ha marcado cierta indefinición estilística, marginándolo de los carteles. El resto lo ha hecho su dedicación –mal de familia– a inocuas actuaciones televisivas, en contraste con la reciedumbre de sus mejores faenas, entre ellas la que cuajó en Cuatro Caminos a un fuerte cinqueño de San Martín en el verano de 1996. En el Distrito Federal lo confirmó  Mariano Ramos (10-07-83, con "Goloso", de Reyes Huerta). Y no ha toreado en España. 

Guillermo Capetillo de Flórez (Distrito Federal, 1958)

En rigor, el gran artista de la dinastía. A diferencia de su padre, cuenta con una figura armónica y tiende al toreo clásico, alcanzando instantes de suprema calidad en el trazo de la verónica –capote pequeño, limpio juego de brazos, ganado pasos entre lance y lance y meciendo la suerte con naturalidad y cadencia incomparables y en faenas de gran contenido estético, que por desgracia no suele prodigar. Doctorado por Manolo Martínez en San Luis Potosí con José Mari Manzanares por testigo (20-11-77), su mayor logro lo alcanzaría en la Plaza México al inmortalizar al cárdeno "Gallero", de Cerro Viejo (30-01-94), con el que bordó inolvidable faena, izquierdista y purísima en sus pasajes estelares. Además del rabo de "Gallero", ha cortado otras cinco orejas y obtuvo la Oreja de Oro de 1994 en la capital, donde lo confirmó Rafael Gil "Rafaelillo" con el toro "Tejedor", de De Santiago (09-10-83).

Una notoria falta de interés y, naturalmente de continuidad, lastró su trayectoria torera; y su mayor dedicación a galán de telenovelas le ganó la animadversión de los públicos en el momento crucial de su carrera. El año pasado la empresa anunció su despedida en La México (02-11-14), sólo para desmentirla sobre la marcha, en una muestra más de informalidad.  


Noticias Relacionadas







Comparte la noticia