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Guadalajara: Balance de la plaza más seria (fotos)

Viernes, 13 Mar 2015    Guadalajara, Jal.    Felipe Aceves | Foto: Archivo      
Conclusiones al final de la temporada 2014-2015
Al final de una temporada, la frialdad de los números, en muchas ocasiones, refleja poco el tesoro que busca un aficionado al comparecer a una corrida: la emoción única de atestiguar el ancestral rito de vida y muerte entre el hombre y un toro de lidia. Y es precisamente el toro, quien le da validez y calidad moral a un coso, a los toreros de oro y a los de plata, a su empresa, a su público.
No voy a reclamar que en mi tierra se encuentre "la única seria en este país". No. Pero no tiene discusión el que –por mucho– es "la más", en virtud de su programación y continuidad en la presentación de los toros que aquí se lidian.

Cada ciudad y su plaza de toros tienen su gusto particular, la característica de su "fiesta"" (se entrecomilla a la medida del saco), la personalidad de su afición, la exigencia –o la ausencia– del toro en plenitud, etc. A los tapatíos –qué le vamos a hacer– nos gusta el toro que está más carca de cumplir los cinco años, como efectivamente son muchos de los que se lidian en la "Nuevo Progreso" Ah… y además, que sean lidiados bajo las normas del buen toreo: picados con arte; banderilleados, igual.
Me dirá –con no poca razón– ¡Imposible que haya faenas lucidas frente a un cinqueño! Pues yo le contesto, le falta razón. Pero esta plaza es diferente; porque tiene plena conciencia de lo que usted afirma. Así, al aficionado tapatío le gusta, y hasta a la plaza entera (¿verdad Isabel Prado?) ovacionar de pie, satisfecha –se me eriza la piel con el recuerdo– a un picador porque se ha colocado en el sitio reducido que marcan las rayas del tercio, porque da el pecho del caballo; porque si es necesario –ojo– tapan la salida. Sobre todo… porque es a un toro con romana y trapío.

Por ese "toro" que sale en nuestra plaza, los espadas nacionales y extranjeros se llevan el reconocimiento no sólo de la afición local, también el de los profesionales de México. El orgullo de Espectáculos Taurinos de México porque regentea el coso más serio de América, que –digan lo que digan– se ha ganado el respeto a través de muchos años –hombre, con algún desliz, que nada hay perfecto bajo el sol– en el orbe taurino.

Aquí he de reconocer, prácticamente a todos los toreros que desfilaron a través de la temporada recién concluida. Destacar, sí, a quienes confirmaron que son una realidad tangible: Juan Pablo Sánchez ha retomado su línea ascendente, que despegará más en cuanto coja su tranquillo con la tizona.

Arturo Saldívar saldó su cuenta en la Perla de Occidente y Sergio Flores se consolidó por las faenas de ambos a los "pavos" de José Julián Llaguno. Perdieron las orejas –que les habrían venido bien– por sus fallos con la espada. Sin embargo, los vemos puestos para lo que venga… aquí, allá y acullá. La etiqueta de triunfador de la temporada fue para el hispano Daniel Luque, con el corte de un rabo a un toro de San Isidro el 9 de noviembre y un par de trofeos el 15 de febrero.

La empresa mojó el gato nacional al programar el mano a mano, entre Eulalio López "Zotoluco" y Joselito Adame. Esa tarde, Zotoluco ratificó su condición y Adame triunfó. Otros que, de cara a un soberbio encierro de Los Encinos reverdecieron laureles fueron, Alfredo Ríos "El Conde" y Octavio García "El Payo". Otro acierto fue programar un torero, Fermín Rivera quien, a pesar de no haber conseguido un triunfo. Por su ortodoxia, torería y buenas maneras gustó mucho a la parroquia.

Para concluir, honor a quien honor merece. A los tapatíos, de siempre nos ha gustado esa Fiesta en plenitud, el reto que asumen los actuantes, y nuestro orgullo es tener la capacidad de reconocerlo. Esto no sería posible si no hubiese el compromiso compartido entre la empresa, que es quien adquiere los encierros, y los toreros que toman la decisión de venir a Guadalajara muy responsabilizados. A la autoridad de plaza no le queda más remedio que atender a los aficionados y, habrá que reconocerlo, a tiros y tirones tratan de hacer lo mejor posible. En fin, que cerramos como empezamos… un buen balance no tanto por los trofeos obtenidos, que se contaron con los dedos de una mano, sin por la autenticidad del espectáculo.

A la plaza más seria de México le queda una tarea pendiente: una mayor asistencia de público a sus tendidos. Se lidian encierros con edad y trapío. Concurren –con algunas ausencias que no deberían ser– lo más granado del escalafón mundial. Vivimos epopeyas que sólo el toro en plenitud propicia. El coso tiene el reconocimiento de propios y extraños, se vive un ambientazo previo en sus muchas terrazas… "hasta la bandera". Cada vez hay más jóvenes en los tendidos. Pero aún no se ha conseguido –salvo en algunas fechas señaladas– cubrir más el cemento ¿Qué hacer para lograrlo? ¿Mercadotecnia? ¿Comunicación? ¿Integración? o ¿quizá convencer a las figura extranjeras de matar encierros con mucho cuajo? Ahí está el reto.


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