Se dieron a conocer los carteles de la Feria de Abril y aparecen en ellos dos mexicanos: Joselito Adame y Arturo Saldívar, con una solitaria corrida cada cual. Hace un año fueron tres los paisanos –Silveti incluido– y cinco los puestos reservados a ellos, uno para Diego, dos para Arturo y Joselito, que no acudió a su tercera cita, la de San Miguel, por encontrarse herido.
De la cartelería recién horneada están ausentes Morante, El Juli, Talavante y Perera, y tienen cuatro tardes Manzanares, dos Enrique Ponce, El Cid, Fandiño, Luque, Ferrera, Escribano y Pepe Moral, y una sola una nube de 24 nombres, incluidos tres novilleros, tres rejoneadores, dos alternativas y las reapariciones de Dávila Miura (¡) y Espartaco (¡¡¡)–. Con tan contrahecho elenco, nadie se debe extrañar de los previsibles claros que sin duda presentarán los tendidos de La Maestranza.
A lo que íbamos
Cómo ha llegado Sevilla a semejante situación es tema que trató recientemente Paco Aguado con su saber y agudeza habituales –la mano de Juan Belmonte, la larga herencia de Eduardo Pagés, la ensoberbecida dejadez de los maestrantes--, sin olvidar los exabruptos de la empresa contra las figuras, en el invierno de 2013-14, que culminaría en el pacto en su contra del efímero G-5, cuatro de cuyos integrantes –la excepción es Manzanares– ya no se sabe a estas alturas si continúan como vetantes o pasaron a vetados de la dupla Canorea-Delgado.
Lo que menos explicación tiene es que a un Joselito Adame, cuyos méritos sobre el amarillo albero superan con mucho los del montón de anunciados en condiciones harto más ventajosas que el de Aguascalientes, se le haya programado para apenas una tarde, la del miércoles 15 de abril, y en uno de los carteles más flojos (con Oliva Soto y Esaú Fernández, toros intragables de Cayetano Muñoz). Visto lo cual, a lo mejor resulta que a Saldívar le hicieron el gran favor al encartelarlo, el día 16, con Antonio Nazaré y Javier Jiménez y reses de Fuente Ymbro.
En cualquier caso, no es manera de retribuir el apoyo que el mismo par de aztecas –como les dicen por allá– prestaron a la Empresa Pagés en la delicada coyuntura de un año atrás. Cuando Joselito alcanzó uno de los triunfos más sólidos de la feria y a punto estuvo de abrir la Puerta del Príncipe alternando con Ponce y Castella, a quienes recetó un baño de proporciones oceánicas (09-05-14).
Si inexplicable resultaba que tras esa demostración de suficiencia y casta torera, Adame se haya visto confinado en 2014 a una épica pero sorda campaña por plazas de tercera –las excepciones serían Bilbao, donde cortó oreja en su única oportunidad, y San Isidro, donde la petición quedó atascada en los oídos del presidente, que todavía deben estarle zumbando–, que Sevilla lo ensarte ahora en el cartelito de marras, luego del éxito descrito y el que había logrado al presentarse en La Maestranza en 2012, más los rotundos de Lima, Venezuela y México durante el otoño-invierno en curso, es algo que no tiene nombre. Y, en caso de tenerlo, sólo puede remitirnos a términos como ninguneo, discriminación, bajeza, olvido flagrante de méritos adquiridos e injustificado agravio en perjuicio del público sevillano y de la torería mexicana.
Nada nuevo
Claro que, en el fondo, nadie tendría que darse por sorprendido. Sevilla no fue nunca plaza demasiado hospitalaria con nuestros toreros. Rodolfo Gaona, por ejemplo, no fue llamado a la feria de 1913 luego de su histórica faena con "Desesperado" de Gregorio Salas un año atrás (21-04-12), la presentación de Armillita llegó hasta 1930, cuando llevaba ya tres temporadas en España, y sólo se le reconocería categoría de gran figura una vez que le cortó el rabo a aquel marrajo de Manuel González en la corrida de la Prensa del 45, alternando con nadie menos que Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez (03-06-45), Jesús Córdoba no volvió a torear ninguna feria de abril luego de erigirse triunfador absoluto de la de 1953, desorejando inclusive a un Miura (24-04-53), y sólo hubo una tarde más para Juanito Silveti, en hombros tras cuajar a un torazo de Guardiola (17-06-54) y para Fermín Rivera, que había debutado con salida en hombros (01.04.45); y jamás volvieron a torear bajo la sombra de la Giralda Antonio Velázquez, luego de cortar orejas en su única presentación sevillana (22-05-52) ni Manolo Martínez, cuya solitaria actuación allí fue firmada por intercesión de Paco Camino, que se había hartado de ganar parné alternando con el regiomontano en Querétaro y otras plazas mexicanas (19-04-78) ni Antonio Toscano, culpable de bordar, con petición de rabo, a un bravísimo toro de Benítez Cubero (05-06-47).
De los demás ases nuestros, mayores o menores, apenas tuvieron noticia los sevillanos, con la salvedad de Carlos Arruza, dueño, inclusive, de una ganadería propia por aquellos pagos, tras convertirse en el único matador, de cualquier nacionalidad, que ha tocado pelo cuantas veces hizo el paseíllo en la Maestranza –fueron seis, entre 1944 y 46, y diez el total de orejas cortadas por el Ciclón, más un rabo en festival pro Vejez del Torero–; pudo habérsele unido Alfredo Leal, que tomó allí su alternativa definitiva (18-04-54) y sería llamado a dar cinco vueltas al ruedo para compensarlo de la cicatería del juez, que a regañadientes le concedió un apéndice con la plaza entera reclamando los máximos trofeos (28-09-68), o Curro Rivera, que nada más presentarse abrió la Puerta del Príncipe con las tres orejas de rigor (18-04-71), pero sólo sería requerido, al año siguiente, para un par de actuaciones más, mismo caso de Leal. Otro triunfador efímero, como novillero y como matador, fue el tlaxcalteca Gabino Aguilar, con cuatro orejas en cinco comparecencias.
Como cosa insólita quedan las cuatro tardes de Joselito Huerta en la feria abrileña del 56, que hablan del gran cartel que conquistó de novillero y que confirmaría al tomar la alternativa en el propio coso del Baratillo (29-09-55, de manos de Antonio Bienvenida y con "Servilleto" de Felipe Bartolomé). El torero de Tetela volvió a la feria un año después y posteriormente en 1965, cuando el público lo obligó a dar una última vuelta al ruedo, en desagravio por la que el presidente acababa de ordenar para un toro de Celestino Cuadri poco picado, áspero y geniudo.
Magra numerología
Fuera de eso, la presencia mexicana en la Real Maestranza a lo largo de 108 años se reduce a 38 matadores de alternativa y una treintena de novilleros. Lorenzo Garza y Luis Castro "El Soldado" sólo en esta categoría llegaron a partir plaza, categoría en la que sobresale, además de una sostenida campaña de éxitos del malogrado Eduardo Liceaga entre 1945 y 46, la gran tarde de Jesús Solórzano y Alberto Balderas con utreros de Guadalest, con uno de los cuales es fama que cuajó Alberto la faena de su vida (18.05.30). Otros novilleros orejeados fueron David Liceaga, Carnicerito, El Soldado, Antonio Rangel, Carlos Barrón, Miguel Ángel García (antes de su gravísima cornada en el paladar del 01-05-54), Jaime Bravo, Abel Flores, José Antonio Gaona, César Pastor, Calita y Sergio Flores. También el rejoneador potosino Gastón Santos paseó una oreja (12-05-63).
Como las de Huerta y Leal, son sevillanas las alternativas de Jesús Solórzano padre (de manos de Marcial Lalanda y con "Niquelado" de Pallarés, (28-09-30) y Abel Flores (Diego Puerta fue el padrino y Mondeño y el rejoneador Álvaro Domecq hijo, los testigos, toro "Buenasnoches" de Carlos Núñez, 29-09-63). Hubo un joven guanajuatense, Eligio Hernández "El Serio", que despachó seis novillos de Anastasio Martín por cornadas de sus alternantes Tello y El Trueno (06-06-1909). Y para que el humor sevillano no faltase, ahí queda el festival-homenaje a un virtual desconocido como nuestro admirado Calesero (18-10-80), la magia de cuyo capote había fascinado a La Maestranza la única vez que aleteó por allí (21-04-46).