Desde el barrio: el auténtico acontecimiento
Martes, 03 Mar 2015
Madrid, Eespaña
Paco Aguado | Opinión
La columna de este martes
Justo a la hora en que se redactaban estas líneas, los herederos de Pagés estaban presentando al mundo los horrendos carteles que, con la inestimable ayuda de Toño Matilla, han perpetrado para "resolver" el enésimo pleito taurino de la Maestranza de Sevilla.
Pero antes de hablar de asuntos desagradables, que ya habrá tiempo, va siendo hora de sacar al escaparate algunas alegrías, que falta nos hacen. Y es que, entre el recargado panorama de entregas de premios, congresos gastronómicos, galas, bodas, bautizos y comuniones de este final de invierno, un acto, realmente cultural, ha brillado por su importancia muy por encima de la media.
El acontecimiento tuvo lugar en Málaga la semana pasada y, por mucho que no haya servido para el roneo y la propaganda de los de siempre, su trascendencia resulta infinitamente mayor que cualquiera de las cuchipandas con las que algunos dicen trabajar por el futuro de la Fiesta.
Pero lo que se dice trabajo, y desde la misma adolescencia de hombre hecho a sí mismo, es el que ha tenido, sin desfallecer nunca, el extremeño Juan Barco para recopilar las más de 3 mil piezas de la que probablemente sea la más importante colección privada de arte taurino.
Y después de cuarenta años recuperando cuadros, carteles, esculturas y objetos de gran valor histórico desperdigados por medio mundo, este aficionado de Almendralejo ha logrado por fin encontrar a un político con visión y sensibilidad –Elías Bendodo, hay que decirlo– que le ayude a mostrar al público tantas joyas ocultas en sus cofres. De tal modo que, con la colaboración y el patrocinio de la Diputación de Málaga, sobre esa base particular se ha abierto por fin en la capital de la costa del Sol el que han dado en llamar Centro de Arte de la Tauromaquia, o CAT, ya que tanto se llevan ahora las iniciales.
El proyecto, que viene de largo, se ha visto concretado definitivamente con unas grandes expectativas de futuro. En pleno centro histórico de Málaga, apenas a cincuenta metros de la catedral, un precioso edificio de cinco plantas y mil 500 metros cuadrados de superficie, alberga ya una selección de las mejores piezas de la colección de Juan Barco.
Es apenas un diez por ciento de cuanto atesora este apasionado aficionado al toro y al arte, pero suficiente como para convertir al CAT en uno de los mejores museos taurinos del mundo. Porque que no se trata de una superposición necrófila y apolillada de fetiches, como en tantos y tan tétricos casos, sino una muestra viva y luminosa del interés y la inspiración que la tauromaquia, en todas sus versiones, ha despertado en los artistas a lo largo de los siglos.
Goya, Dalí, Picasso, Benlliure, Lake Price, Eugenio Lucas, Zuloaga, Antonio Carnicero, Roberto Domingo, y otro buen número de firmas ilustres están representadas en este despliegue de arte que llega justo a tiempo para arrojar luz sobre un espectáculo que en tiempos confusos necesita de hechos y argumentos tan incuestionables como este para ratificarse.
El visitante del CAT, sea o no taurino, se irá sorprendiendo más y más a medida que avance por sus salas, sin lugar ni tiempo para la monotonía o el aburrimiento. Es más, se necesitan varias horas para apreciar en toda su dimensión tal derroche de sensibilidad, ya sea en los lienzos de los cuadros o en el bronce de las esculturas, en la seda de una fastuosa colección de vestidos históricos o en la tela de los preciosos abanicos, en los barros malagueños o en el papel de los grabados, documentos y carteles de todas las épocas de la historia, en las descriptivas tauromaquias de los grandes genios de la pintura o en la modernidad de los hiperrealistas...
La muestra de Juan Barco se incorpora por la puerta grande de la máxima categoría a la gran oferta museística de Málaga, a la élite de esos treinta espacios entre los que destacan el de Carmen Thyssen, la casa natal de Picasso, el centro Pompidou, la colección del museo de San Petersburgo, el Revello de Toro o el Centro de Arte Contemporáneo.
Y será así, incluida por derecho propio en los circuitos culturales, como los casi 10 millones de turistas extranjeros que cada año llegan a la ciudad tendrán la oportunidad de conocer, sin brindis al sol, sin demagógicas puestas en escena, sin tópicos ni folklorismos, la eterna y fructífera vinculación de la cultura española con la tauromaquia.
Lo de Juan Barco y la Diputación de Málaga con el CAT sí que es ayudar a la Fiesta de cara al resto del mundo, por mucho que una torpe y cegada oposición política, en este caso de quienes se llaman a sí mismo socialistas, haya intentado minar el proyecto hasta unas horas antes de su inauguración.
Pero, más allá de las miserias mundanas de esta feria de las vanidades, el amigo Juan ha encontrado por fin la mejor recompensa posible a su sordo trabajo, a una inversión apasionada durante décadas en un valor que se ha demostrado que nunca estará a la baja, hasta hacer que el CAT se haya convertido desde su inauguración en un centro de visita obligada.
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