El pasado 5 de febrero se cumplieron ya diez años de aquella tarde de aniversario en la que la Plaza México fue testigo de una de las mejores faenas de los tiempos modernos, obra cumbre que surgió al fundirse
Julián López "El Juli" con el toro "Trojano", de la ganadería de
Montecristo.
En el marco de un coso capitalino prácticamente lleno, apareció en el ruedo un toro negro jirón meano, salpicado de los cuartos traseros y caribello, de bellísima lámina y armonioso trapío, primero del lote del madrileño, que aquel día partió plaza junto a
Zotoluco y
Enrique Ponce, así como el rejoneador
Enrique Fraga."Trojano" es el prototipo de llamado "toro mexicano", pues tenía trapío a pesar de no ser el "mastodonte" de 700 kilos que hoy en día exigen los
neotaurinos de redes sociales que no conocen de encastes o morfologías. El de
Montecristo era un toro bien confeccionado, con 501 kilos que le permitieron desplazarse.
Y no solamente en sus características externas fue este toro prototipo, sino también en su comportamiento extraordinario. Un toro bravo, pues solamente puede calificarse así a aquel que traga casi 100 muletazos, siempre con alegría y sin abrir el hocico, yendo a más, humillado y rebozándose en sus embestidas, queriéndose comer la muleta de
Julián.Pocos aficionados saben que, en el año 2011, "Trojano" volvió a ser toreado. Esto tuvo lugar en la placita de tientas de la ganadería de
Vicencio, donde el toro permanecía como semental.
Jerónimo fue el encargado de torearlo y de nuevo el de
Montecristo demostró su sangre brava y acudió a la muleta como si fuera la primera vez.
Volviendo a aquel 5 de febrero de 2005,
El Juli cuajó quizá la mejor faena de su vida en la Plaza México. El ibérico entendió perfectamente al toro y pulseó magníficamente sus acometidas en trazos impregnados de un temple muy especial, toreando en ocasiones como en cámara lenta y dando rienda suelta a su buen gusto.
Incluso sacó del baúl de los recuerdos algunas suertes poco vistas en fechas recientes, como "la fedayina", que dio a conocer
Jesús Solórzano aquella tarde en la que inmortalizó a "Fedayín", de
Torrecilla, el 13 de enero de 1974, en la misma Plaza México.
Los indultos no dejan de ser polémicos, ni duda cabe, pero el de "Trojano" nos parece fue ciertamente merecido. Fue un "toro de vacas", como se dice en el argot ganadero, y
El Juli tuvo mucho mérito en su labor, pues el ejemplar era exigente y requería una muleta con mando. Y es que este tipo de toros se ven muy fáciles, pero no es nada sencillo cuajar a un toro bravo y que embiste como "bendito" a los engaños.
Con sello,
Julián bajó mucho la mano en los trazos, embarcando desde muy adelante para eternizar todavía más cada uno de sus muletazos, tanto con la derecha como al natural, mientras el toro iba respondiendo cada vez a más, plantando cara con mucha obediencia a cada uno de los toques.
Esta faena es digna de recordar, y por ello presentamos la liga del portal de videos
YouTube donde puede ser apreciada:
https://www.youtube.com/watch?v=Em7gI2H4ojI