Un clavado a la esencia de San Mateo
Miércoles, 17 Sep 2014
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Manolo Briones
Luis Niño de Rivera en la presentación de su libro en Zacatecas
La interesante conferencia que ofreció Luis Niño de Rivera en Zacatecas el día de ayer, no fue para hablar de su libro "Sangre de Llaguno, la razón de ser del toro bravo mexicano", que hace algunos meses ha puesto en la calle su segunda edición –corregida y aumentada–, sino para contar ese acucioso proceso de investigación que nos deja una obra que, con el paso del tiempo, se convertirá en un clásico de la literatura taurina.
Porque no es sólo contar la historia de esta familia de inmigrantes vascos, que se asentaron en territorio zacatecano hacia mediados del siglo XIX, sino de la pasión y empeño que Antonio y Julián Llaguno González sintieron para convertirse en los creadores del prototipo del toro mexicano, este que en nuestros días, más de cien años después, es el representante más extendido dentro de la cabaña brava mexicana.
Y todo gracias al esfuerzo titánico del trabajo de dos hombres –diametralmente opuestos en personalidad, carácter y trato– que marcaron el rumbo de la profesionalización de la crianza del toro de lidia en esta orilla del Atlántico.
Con este clavado a la esencia de San Mateo, en el que Luis ha invertido diez años de su vida para ganar una preciada "medalla de oro", se ve reflejada la misma pasión que llevó a los Llaguno a sentar las bases de lo que más tarde sería una de la ganaderías prócer de México –San Mateo–, con esa filial tan emblemática como lo fue Torrecilla, de cuyos potreros también salió esa savia brava que, a partir de mediados los años cincuentas, y con las distintas ventas hechas por los descendientes de tan insignes señores, se consolidó la cabaña brava mexicana.
En su brillante intervención, Niño de Rivera explicó su inquietud de buscar el origen; es decir, averiguar la historia de la ganadería del marqués de Saltillo que fue la esencia de esta trabajo genético con el que los Llagunos hicieron su alquimia, adentrándose en su genealogía familiar, desentrañando las claves que, más tarde, propiciaron la exportación de su sangre, tanto a Tlaxcala, a la ganadería de Tepeyahualco (de esa otra familia tan singular, como es la de los González) y también a San Mateo.
Y en esta travesía, larga, a veces tortuosa, a la que dedicó tres años, se avoca la parte complementaria al relato que ya había publicado en la primera edición, aquella que sirvió, en el año 2008, para conmemorar el centenario de la importación de ganado con el hierro de Saltillo que hicieron los Llaguno en 1908.
Así que esta nueva aportación hecha por Luis, representa un aliciente más para el ganadero, el aficionado avezado, o el aficionado común, que podrá reafirmar sus conceptos sobre esta materia, y comprender más fácilmente esos vasos comunicantes entre la sangre de Saltillo y la de San Mateo, así como el devenir de esta divisa y la de Torrecilla en el acontecer de la tauromaquia de México, y su determinante influencia en delinear un tipo de toro que contribuyó a fortalecer la cuerda expresiva del toreo.
Con un público muy numeroso y atento, que no perdió detalle de la lúcida explicación de Luis, así como la presencia de varios ganaderos de apellido Llaguno, el valor más atractivo de esta explicación fue la manera de dejar abierta la puerta para volver a "Sangre de Llaguno" en su segunda edición, Porque esta valiosísima "enmendadura" habla bien de la humildad y cariño con la que el novillero retirado, sin pretensiones de escritor, volviera sobre sus huellas para dar a conocer datos nuevos y reveladores, de un aspecto en el que nadie antes había reparado: reconstruir el mapa histórico-familiar de la ganadería del marqués de Saltillo que desemboca en la venta de simiente a los Llaguno.
Al finalizar el evento, y tras el agradecimiento de Manuel Sescosse, en representación de la empresa Zacatecas, Tierra de Toros, Luis Niño de Rivera se dio tiempo –y regusto– para firmar ejemplares de su libro, una obra que ya tiene ganado un lugar muy especial en la bibliografía, ahora con más rigor y amplitud, dentro de este fascinante vínculo que surge cuando una persona, o varias, de distintas generaciones, se dedican en cuerpo y alma a la crianza del toro de lidia, un ser único, generador de tantas emociones.
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