Cuando la Asociación Taurina de Puebla AC anunció su primer ciclo de conferencias bajo el epígrafe Los Toros Hablados allá por 1979, nadie hubiera sospechado la larga y fructífera existencia que le aguardaba a aquella idea feliz. Puebla no tenía plaza de toros, pero contó con un grupo de aficionados que compartían idéntica pasión, y revelaron poseer un empuje y un afán reivindicativo capaz de obrar milagros.
Héctor Budar aún recuerda, y no se recata de contarlo, la sobremesa en que le planteó a José Alameda el plan que abrigaba con sus amigos, integrantes todos de la mesa directiva, ni la rapidez con que el afamado cronista bocetó en una hoja cualquiera la original caricatura que todavía encabeza el programa que, año con año, nos anuncia un nuevo ciclo de conferencias.
La Asociación, cuya presentación en sociedad data del primer día de 1964, ha desaparecido. Pero alguno de sus fundadores, con lo mejor de sus herederos de afición, integraron no hace mucho un nuevo grupo, Arte y Cultura, AC, con tal de no abandonar la organización de las charlas taurinas que, bajo el rubro de siempre --Los Toros Hablados— siguen convocando a los poblanos para oír hablar y dialogar sobre tauromaquia. Además del citado Héctor Budar, dan alma y energía a la organización amigos tan excelentes como Miguel Ángel de la Garza, Jaime Oaxaca, Álvaro Sánchez, Toño Moreno y Jaime “Chato” Silva.
A ellos se debe la puesta en marcha del ciclo presente, cuya apertura, el pasado jueves 24, no pudo ser más lucida. Estuvo a cargo de la guitarra flamenca de Héctor Talavera –positivo valor del género, cuya calidad excede ya con mucho el ámbito regional--, y de la voz sentida y cálida de Pilar Gómez, que resultó además una estupenda docente al guiar al copioso auditorio por las meandros del cante jondo, sus diversos palos y su fecunda historia.
Este viernes, Horacio Reiba
Toca ahora turno al firmante de estas líneas, depositario de la temeraria confianza del grupo organizador para presentarse este viernes 9, en punto de las 8 de la noche, en el patio del Palacio Municipal. El tema anunciado, Los Toros Escritos, remite a una selección de textos de algunas de las plumas más prestigiosas que se han ocupado del toreo a través de ese largo tiempo en que imperó como una pasión colectiva, en el nuestro y en otros países taurinos, empezando por España. El propósito es entablar un doble diálogo: el que pueda darse entre los textos de dichos escritores, y el que, posteriormente y a viva voz, se establezca entre el público asistente y el conferencista.
Siguiendo la pauta marcada por el formidable recital flamenco de Héctor Talavera y Pilar Gómez, se trata de celebrar, en poesía y en prosa, la grandeza de la fiesta brava, más que de exhibir las numerosas lacras que la aquejan. De modo que este cronista hará todo lo posible por dejar de lado su vena más crítica para entregar al auditorio una breve antología de la crónica taurina a través del tiempo, simulando los tres tercios de una lidia triunfal en palabras de gente como Antonio Caballero, el poeta Jorge Guillén, Carlos Septién García, Joaquín Vidal, Carlos Quirós "Monosabio", José Alameda, Rafael Solana, Juan Pellicer, Simón Casas y Gregorio Corrochano.
A quienes tienen en su haber abundancia de corridas, lecturas y años viendo y leyendo de toros, la mayoría de estos nombres les sonarán conocidos. Para los aficionados nuevos, es posible que sean otras tantas incógnitas. Pero todos están invitados e invitadas para solazarse con fragmentos cuidadosamente escogidos, rebosantes de la personalidad y el estilo propios de cada escritor. Pues una característica de los buenos textos sobre la materia ha sido siempre el talento, taurino y literario, de quienes cultivaron el género. Algo cada día más ausente, y sin embargo indispensable para mantener viva la llama de la afición y el conocimiento y gusto por la fiesta.
La cita, repito, es para este viernes 9 de mayo, en punto de las ocho de la noche, en el patio, fresco y acogedor, del palacio municipal de Puebla.
Silveti y Saldívar, sin suerte en España. En una temporada crucial para ellos y para nuestra torería no es buena noticia que Diego Silveti y Arturo Saldívar se hayan presentado en los dos principales cosos españoles sin alcanzar el triunfo deseado.
Diego inició su campaña ibérica el jueves anterior, 1 de mayo, abriendo la feria de Sevilla como tercer espada de una terna que no llenó ni la mitad del aforo de la Maestranza, pese a lo luminoso y templado de la tarde. Le tocó lo menos propicio de un buen encierro de Montalvo, que tuvo además edad, cara y romana. Fueron el cinqueño “Campanero” (581 kilos) y el cierraplaza “Mariscal” (542), dos animales nobles pero sosotes, ante los cuales las faenas del de Irapuato, largas y empeñosas, dejaron en los sevillanos la misma sensación de frialdad que hemos notado últimamente en Diego.
De que se arrimó no hay duda, a cambio incluso de un peligroso achuchón en su quite por gaoneras ajustadísimas al tercero, y de una voltereta incruenta cuando toreaba con la izquierda a "Mariscal". Además, estuvo fácil con la espada, que era su asignatura pendiente.
En este festejo hubo dos toros de triunfo y cayeron en los lotes del sevillano Antonio Nazaré –que toreó muy bien al excelente cuarto., "Jugoso", sobre todo en naturales citando de frente– y el salmantino Juan del Álamo, que tuvo a su disposición las orejas de “Capullo”, el más alegre y propicio de los seis, al que toreó con entrega y gusto en una faena larga y a más. Pero a ambos les falló la espada y solamente salieron al tercio, Del Álamo en los dos de su lote, que fue el mejor.
Goyesca en Madrid. Aún menos opciones que Diego tuvo al día siguiente, en Madrid, Arturo Saldívar. Toreaba la goyesca del 2 de mayo, fecha emblemática para los madrileños, y se atavió de verde y oro, como Joselito en aquella encerrona famosa de otro 2 de mayo, hace 18 años. Esta vez, los hermanos Lozano echaron una mansada de trazas antediluvianas y cabezas tan inquietas como bien arboladas.
Antonio Ferrera y Diego Urdiales, dos señores toreros, con más méritos y valor que muchos figurines, se las vieron con astados correosos y geniudos y expusieron y torearon de verdad, consiguiendo dar Urdiales, en el segundo., la única vuelta al ruedo de la función. Pero el de Aguascalientes no tuvo ni la más pequeña oportunidad, pues los que en mala suerte le tocaron –"Extravagante", de El Cortijillo, y “Artillero”, un castaño de Lozano Hermanos con 521 kilos y cinco años cumplidos– fueron tan sosos y quedados que vedaban cualquier intento de porfía.
Como Silveti, el estoque le fue fiel. Pero igual que Diego en Sevilla, su única presentación madrileña del año quedó en blanco. Conviene recordar que Saldívar fue de los pocos que cortaron oreja en el San Isidro anterior, lo que acentúa la injusticia cometida por la empresa madrileña en perjuicio del hidrocálido.
Entre Sevilla y Madrid
Se inicia será una semana crucial para los diestros mexicanos que hacen campaña española, con la feria de Sevilla ingresando en su etapa principal mientras la de San Isidro comienza su larga andadura.
Por lo pronto, Joselito Adame reaparece mañana en la Real Maestranza alternando con Juan José Padilla y Manuel Escribano en la lidia de ejemplares de Daniel Ruiz. Y repetirá en Sevilla el viernes 9, con Ponce y Castella y ganado de Victoriano del Río, acorde con la condición de figuras de sus alternantes. Joselito ha sido el último matador mexicano orejeado en la Maestranza sevillana (16-04-12). Entre sus dos fechas de este año va a presentarse allí Arturo Saldívar, que, como en Madrid, y a semejanza de Diego Silveti, solamente está contratado para torear un festejo en cada coso. El de la ciudad de la Giralda será pasado mañana miércoles, con El Cid y Daniel Luque, dos andaluces de cepa, y toros de Garcigrande. Sin duda un buen cartel.
La corrida que Silveti tiene en San Isidro será la primera del ciclo: va a estoquear, este viernes 9, un lote mixto de Valdefresno y Fraile Hermanos al lado de David Mora y Daniel Luque. Tanto Diego como Saldívar tendrán que poner toda la carne en el asador sin importar cómo salga el ganado.
El retorno de José Tomás
En Juriquilla, el sábado, se despedía del toreo Fernando Ochoa, pero eso fue lo de menos para quienes abarrotaron el coqueto coso. La atracción, la sensación y el suceso estaba en la reaparición de José Tomás, que viajó desde España para estar presente en el adiós de su amigo y compadre. Tampoco contaban mayor cosa los trofeos adjudicados a cada cual, rubro en el que el moreliano superó al madrileño por tres orejas contra dos. Lejos de impropios recuentos, de lo que de antemano se trataba era de extasiarse con el quehacer de José Tomás, y agradecerle a Ochoa con la debida cordialidad que lo haya invitado como alternante.
¿Cómo estuvo Tomás? Pues tan estoico, templado y serio como se esperaba, insistiéndoles a los tres de su lote hasta meterlos en la muleta para terminar bordando lo mejor de sus faenas por el pitón zurdo y con despaciosa majestad y la mano muy baja. ¿Y qué clase de ganado se lidió? Tampoco en esto hubo sorpresa: tanto los de Los Encinos como los de Fernando de la Mora eran terciados y apañaditos, ideales para hacer y lucir el toreo. Se notó, eso sí, que José Tomás se reservó el lote con más presencia, dejando los párvulos para Fernando.
Y también fue notorio el cuidado que puso el madrileño en limitar el castigo en varas para que le llegaran enteros y repetidores a la muleta. Aunque la faena premiada con dos orejas fue la del noble abreplaza de Los Encinos, más interés y exigencia tuvo la que le cuajó al quinto. Tenía picante este "Rey de Sueños", de Fernando de la Mora, y más de una vez se coló peligrosamente sin inmutar al de Galapagar, que estuvo con él en maestro y artista grande. Sólo dio una vuelta porque mató mal, pero la sensación fue de obra mayor, y al final saldría en hombros junto al torero que se iba, quien supo corresponder, toreando y matando de estupenda manera, al clima de apoteosis que rodeó su adiós.
Feria de Puebla
A diferencia de Aguascalientes, donde predominó abrumadoramente la cantidad sobre la calidad, la alharaca por encima del toreo y el novillo cornicorto en vez del toro cuajado y serio, la empresa de El Relicario ha presentado hasta ahora dos encierro de trapío irreprochable y carteles de positivo interés. En cambio hay que echarle en cara la pobreza de su publicidad, así como la escasez y difícil acceso a los puntos de venta del boletaje, por no hablar del disparate de programar un festejo nocturno de ocho toros, sumado todo al desastre vial, con obras y barricadas por doquier, que tienen convertida a Puebla en una especie de agujero negro urbano.
El viernes se despidió de la afición local Rafael Ortega, sin opciones con el primero de Villa Carmela y enjundioso sin más con el del adiós, un "Triunfador" escaso de fuelle. La vuelta al ruedo le permitió saborear por última vez el calor del público poblano, no muy numeroso por cierto. En realidad los de Villa Carmela ayudaron poco y solamente Arturo Macías, a fuerza de casta, consiguió arrancarle dos orejas facilonas al suavote y rajado "Camotero", sexto de la interminable velada. Menos peso aún tuvo el apéndice del tercero, concedido a Juan Pablo Sánchez por una faena apenas insinuada, a tono con la debilidad del animal. Y El Payo no tuvo su noche.