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Espectro Taurino: Figuras del toreo

Sábado, 01 Feb 2014    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
El espacio de cada sábado
Ahora que en los medios de comunicación y en las redes sociales ha surgido cierta polémica sobre si Joselito Adame es ya o no figura del toreo, nos gustaría aportar algunas reflexiones sobre lo que determina el grado de figura, comparando con lo que hasta estos momentos analizamos en el joven espada hidrocálido, siendo conscientes que no hay recetas o fórmulas absolutas.

Uno de los primeros elementos fundamentales, que son propios en las figuras, es el nivel técnico. Una figura del toreo tiene una técnica bien aprendida y desarrollada, la cual es base y sustento para poder expresarse artísticamente en los ruedos. Este cimiento permite andarle a los toros con seguridad, pasar la menor cantidad posible de apuros y, por lo tanto, dominar las situaciones.

Aunado a la técnica y conforme se va toreando, el torero va generando oficio y recursos, los cuales son  parte  constitutiva dentro de los rasgos definidores de una figura. En esta tesitura, se une la capacidad del torero para sacar partido a toros de diversa condición… dándoles su lidia adecuada y poder lograr triunfos ante ejemplares que, en un primer momento, ofrecen pocas posibilidades.

Derivado de lo anterior, surge la constancia. Aunque no todas las tardes pueden ser de éxito, una figura del toreo es constante en los triunfos, que a veces son numéricos y a veces no. La sociedad actual, estadista y numérica, basa mucho el tema en cuanto al corte de orejas, y es correcto. Pero también, diría Rafael De Paula, un torero triunfa sin necesidad de cortar orejas, dejando poso y honda huella con lo desplegado en el redondel. De entrada me viene a memoria David Silveti, un figurón del toreo que no tuvo gran cantidad de orejas en la espuerta, pero sí conmovía a los públicos.

La constancia de una figura se basa en triunfos que tienen fondo… sustrato y contenido; no triunfos logrados a la "ligera", sino producto de las cosas bien hechas, más allá de los diferentes estilos o conceptos que los toreros muestran en el ejercicio de su profesión. La figura tiene dignidad, pundonor delante del toro y también afuera de las plazas, posee cultura taurina, personalidad y una gran sensibilidad, llegando incluso a dividir a los públicos con partidarios y contrarios.

Las figuras del toreo, gracias a lo descrito en los párrafos anteriores, suelen convocar  y generar buenas entradas. En ocasiones se ha dicho que una figura es la que manda en los despachos, bloquea e impone condiciones; sin embargo, de alguna manera consideramos que estos elementos, más allá de ser virtudes, pueden llegar a generar vicios y situaciones que afecten al entorno taurino.

En alguna ocasión, nuestro amigo y maestro Juan Antonio de Labra comentó que una figura del toreo debe ser inteligente. Y sí, inteligente en la arena, inteligente con las personas que se rodea, inteligente en la forma de administrarse y de llevar su carrera, inteligente en su forma de vivir y entender lo que representa su profesión.

Notamos en Joselito Adame un desarrollo técnico maduro, así como oficio y muy importantes recursos para poder resolver, con grado de maestría. Asimismo, ha quedado de manifiesto que el hidrocálido tiene la capacidad de entender y obtener partido a toros diferentes, tanto al bravo como al descastado. Los toros que enfrentó en Madrid este año fueron muy diferentes al de Montecristo que lidió el domingo pasado en La México, o al de Barralva en diciembre, o a los de la Feria de Aguascalientes… y a todos les cortó orejas.

Y ha enfrentado y podido con el toro auténtico: el mencionado de Barralva en La México, los de la pasada feria de San Marcos, los de Las Ventas de Madrid y varias ferias europeas (como los Victorinos o los del Conde de la Maza hace dos años en Sevilla, por poner un par de ejemplos).

Además, Joselito lleva tres años con una constancia digna de resaltar, tanto en plazas de México como de Europa, cosos de primera, segunda o tercera categoría, plazas donde, además, ha regado su sangre valiente, jugándose la vida con verdad y pundonor.

Asimismo, los triunfos logrados en los últimos años (sin dejar de tomar en cuenta los obtenidos al inicio de su carrera) han tenido fondo e importancia; no han sido éxitos casuales, que nos harían pensar que el sitio en el que se encuentra puede perderlo en algún tiempo. Precisamente el fondo que le vemos a Joselito es lo que nos hace pensar que no solamente se mantendrá en este nivel… sino que lo acrecentará.

Más allá de La México, donde lleva tras salidas a hombros de manera consecutiva, nos parece que las tan convincentes orejas de Las Ventas de Madrid avalan a Adame como esa figura joven de México, un torero que, nos consta, es profesional a carta cabal y no se descuida ni un solo día.

Andar como anda, con esa seguridad, ese asentamiento y esa expresión, así como su capacidad de generar y lograr triunfos convincentes y rotundos, son fundamentos para, en lo personal, considerarlo ya como una figura de México. Ya tendrá que volver a Madrid y, con todo merecimiento, el derecho de pisar las plazas de primera categoría… donde tiempo al tiempo y con base en lo que pueda realizar, tendrá el reto de irse consagrando no solamente como una figura mexicana, sino también a nivel internacional.

Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Creemos que hay argumentos para pensar en que así será. Cada quien, eso sí, tendrá su mejor opinión sobre el tema del que aquí hemos reflexionado.


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