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Capetillo fue mucho más que actor y cantante

Viernes, 08 May 2009    Guadalajara, Jalisco    Fernando Barrera / Corresponsal   
Se comportó como un santo

La inesperada muerte de Manuel Capetillo dio pie a una mala pasada de la llamada "prensa rosa", que acudió al sepelio motivada no por la figura del toreo que fue, sino por haber sido padre de dos actores (uno de los cuales también es matador de toros) un hecho que refleja la falta de tacto y la escasa cultura de los colegas que cubren esta fuente.

Manuel Capetillo fue considerado como “El mejor muletero del mundo”, título que nadie más ha podido alcanzar, por algo sería. Además, recibió una de las cornadas más graves que se recuerdan en la historia del toreo, no solo en México sino en el mundo.

“Camisero”, toro de La Laguna, le partió el pecho por la mitad el 22 de marzo de 1959, en la Monumental Plaza México. Se trató en realidad de dos cornadas, una, primero, en la región testicular, siendo lanzando al aire; en la segunda, el pitón le interesó el pecho, atravesando pleura y un pulmón, destrozando el pericardio; para la ciencia médica de esos años fue un milagro no solo sobrevivir, sino pararse delante de un astado y seguir con una carrera tan grandiosa.

Como lo dijo el escultor Jorge de la Peña durante el sepelio, “cuando vi llorar por primera vez a mi madre fue porque a Manuel le había partido el pecho un toro, me di cuenta que los toreros son otro tipo de seres”.

Y sin embargo, esa “tridimensionalidad” de sus muletazos, el ganarse la gloria metido entre los pitones de los toros y llenar páginas de la historia del toreo, parece que quedó solo en el recuerdo de un puñado de aficionados, pues la desmemoria colectiva e incluso la poca cultura o preparación de algunos dejó atrás, muy atrás, lo que en realidad fue Manuel Capetillo Villaseñor.

La carroñería de la prensa rosa transgrede todo individualidad de la persona, sin importarle el estado de ánimo del entrevistado, invadiendo la intimidad y sin respetar reglas de educación o cortesía, todo en aras del “derecho a la información”.

Esto viene a colación porque durante el sepelio del último gran torero que ha dado Jalisco, numerosos medios de comunicación se dieron cita a las puertas de la funeraria, el 95 por ciento eran de espectáculos; taurinos, unos cuantos.

Una reportera, joven, guapa, con facilidad para sonreír ante las cámaras, realizó un enlace televisivo dando los pormenores de la pérdida no del torero, sino del papá del cantante Eduardo, del actor (¡ah y torero!) Guillermo y de Manuel (que también es matador de toros, por cierto).

Con la natural ignorancia, banalidad y poco profesionalismo que caracteriza a esos “periodistas”, la reportera en cuestión dijo con una seguridad asombrosa que “Manuel Capetillo será recordado por sus películas y canciones, pues alcanzó fama como actor y cantante, además que fue torero”.

La sentencia de la “periodista” es grave. Y grave no por faltar a la verdad absoluta, de no saber quién llegó a ser el gran Capeto, sino porque refleja que el brillo que con sangre y sudor alcanzan no las figuras como don Manuel, sino los toreros en general, está opacado. Vale más cantar o actuar que enfrentar tarde a tarde la vida o la muerte con la finalidad de crear arte.

Don Manuel, usted fue más, mucho más que actor y cantante…


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