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Desde el barrio: Hoy puede ser un gran día

Martes, 12 Feb 2013    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
Hoy, 12 de febrero de 2013, puede ser una fecha señalada para el toreo en España. Siempre y cuando, en las horas inmediatas a la redacción de este artículo, el Congreso de los Diputados tome en consideración la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que pretende la declaración de la Fiesta como Bien de Interés Cultural en todo el país.

Gracias a los votos mayoritarios del Partido Popular, la ILP tiene todos los visos no sólo de ser aceptada sino también de ser desarrollada en una ley que, dicen algunos optimistas, no podrá derogarse, al menos, hasta dentro de cincuenta años. O sea, una garantía legal de futuro para una inmensa minoría de casi veinte millones de protaurinos.

Será, sin duda, la mejor noticia que haya recibido el toreo en las últimas décadas, en cuanto, después de tan dilatado descuido legal, encontrará por fin un tranquilizador escudo ante los constantes y crecientes ataques que buscan su prohibición.

El problema, porque siempre hay una parte negativa, es que, dentro del contexto político del país, esta ansiada decisión parlamentaria no llega en buen momento de cara a la indignada opinión pública. Y más si pensamos que también hoy, a la par que la taurina, será rechazada por los mismos diputados de la derecha otra ILP mucho más acuciante, la que pretende frenar la inhumana sangría de la banca a cientos de miles de ciudadanos a través de los desahucios.

El agravio comparativo de tan inoportuna coincidencia, ajena a la voluntad del taurinismo, ha vuelto a dejar el toreo los pies de los caballos de la falsa progresía y a merced de la demagogia de los tertulianos mediáticos. Con su tópica retórica de salón, ya se están preocupando ellos de ofrecer una imagen negativa y antipática del espectáculo taurino como sector privilegiado y receptor de subvenciones inexistentes, en contraposición a esas miles de familias que siguen siendo desalojadas de sus domicilios.

Así que, frente a la tardía satisfacción de vernos respetados de una puñetera vez, a las gentes del toro nos toca de nuevo volver a sufrir la utilización política de la Fiesta. Porque no en vano la esperada votación de hoy no será sino otro nuevo juguete para el permanente sainete parlamentario de cada legislatura.

De tal forma, el Partido Popular, que la impondrá con su mayoría enarbolando la electoralista bandera del taurinismo y buscando convertirla en boomerang del nacionalismo catalán, usará la ILP como cortina de humo, para ocultar tras la polémica derivada la primacía de los intereses de la banca en el tema de los desahucios.

Mientras que el ambiguo Partido Socialista, aduciendo cuestiones formales, se abstendrá para dejar solos ante el zarandeo mediático a unos rivales tocados por la corrupción y, de paso, para buscar rácana y desesperadamente en su caída a los abismos un asidero de votos entre las confusas minorías radicales de la izquierda.

Cínica postura la de estos mismos "sociatas" que hace poco más de un año, alegando idénticas razones por las que hoy no votarán a favor, decidieron pasar las competencias taurinas estatales del ministerio de Interior al de Cultura para acallar las primeras protestas del sector, en concreto las del vapuleado G-10, a pocos meses vista de las elecciones.

Pero el retorcido juego parlamentario, que siempre se mueve al margen de la verdadera voluntad popular, es sólo el impuesto que nos toca pagar para conseguir el objetivo. Lo más preocupante del caso, insisto, es que la admisión de la ILP taurina en el Congreso pueda tomarse como una impopular frivolidad de cara a los ciudadanos, justo cuando la crisis, la corrupción, la pérdida de valores y la invasión del capitalismo salvaje, están haciendo tambalearse hasta las más sacrosantas instituciones del país y cambiando el orden de las prioridades.

Puede ser, efectivamente, que no haya llegado en un buen momento, pero coincidamos en que, con la que está cayendo en España, ese buen momento para tomar la decisión no vuelva a presentarse en un par de lustros. Cuando ya sea demasiado tarde. Así que pensemos que por eso mismo, porque aún estamos a tiempo, ahora están haciendo tanto ruido en los medios los burlados santones del antitaurinismo.

Seamos realistas. Dejemos aparcados los complejos y los sentimientos de culpa, y hagamos oídos sordos a la demagogia desatada que pronto desviará la atención a otros asuntos para buscar carroña, porque no les van a faltar. Será sólo cuestión de días, frente a las cinco décadas de seguridad que nos esperan.

El fondo real de la cuestión es que la ILP taurina está por fin en la Carrera de San Jerónimo, y que va a ser admitida para su desarrollo. Y que no lo hayan sido otras más perentorias social y económicamente es una cruz con la que nadie nos puede hacer cargar. 

Estamos ahí, por fin, por y pese a los políticos. Y sobre todo gracias a la voluntad y al trabajo de las bases del toreo, a esas 600 mil firmas recogidas a pie de calle apenas sin ayuda ni de los sectores profesionales.

Así que no nos vendan la moto. La admisión de esta ILP no es una victoria de los políticos, por mucho que el PP haya echado una mano, sino el triunfo de la voluntad ciudadana, de los derechos de las gentes del toro.

Llevábamos mucho tiempo en lista de espera, décadas de ninguneo y desaires, de insultos y de agresiones, y ya nos tocaba turno para ser atendidos. Disfrutemos, pues, de este que puede ser un gran día en la historia del toreo. Porque nos lo merecemos.


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