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El Relicario: 17 faenas para elegir

Lunes, 17 Sep 2012    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de los lunes en La Jornada de Oriente
Desde luego, la lista que sigue no es exhaustiva. Y, seguramente, no se libra de omisiones indebidas o devociones insensatas. No importa. Siguiendo la línea emprendida por esta columna de cara a la según parece irremediable demolición del coso poblano, se trata aquí  de enfatizar su valor en tanto escenario de gestas toreras. En este juego de la memoria y la imaginación, usted puede pasar y elegir las piezas artísticas (o artesanales) que prefiera.

Reitero que, al acabar con El Relicario, no se nos despoja de un edificio descuidado e incómodo. La piqueta se llevará un recinto que ha tenido el privilegio de alojar fugaces realizaciones en que épica y lírica, saber y creatividad, se dieron tantas veces la mano.

Joselito y "Pirulero" (04.02.89) El mano a mano entre el madrileño y Cavazos quedaría marcado por su inspirada faena al muy noble berrendo de Montecristo: tanto el toreo fundamental como el de adorno salió de sus engaños expresivo y hondo, y una certera estocada remató la clásica obra. Dos orejas y salida en hombros.

Manolo  Arruza y "Padrino" (16.09.90). Lidia perfecta y completa del hijo del Ciclón a un auténtico toro de bandera; desde la verónica clásica y las erguidas gaoneras del quite hasta la estocada en la cruz, previa faena redonda, de sosegado temple y sobria elegancia. Gran segundo tercio, además. Y un rabo indiscutible, como la vuelta a los despojos del entrepelado burel de Reyes Huerta. 

Jorge Gutiérrez y "Piconero" (28.04.91). El de Huichapan, con sus buenos 528 kilos, fue un negro bragado noble y de mucha duración, si bien tendía a salir con la cara alta. Jorge lo bordó de principio a fin, recreándose en suntuosas tandas al natural. La estocada puso en sus manos las orejas del hermoso ejemplar, premiado con vuelta al ruedo.

David Silveti e "Histórico" (18.05.91). Cuando el castaño de Begoña acudió de largo, los trazos en redondo resultaron musicales; cuando empezó a tardear y buscar los adentros, David se metió entre los pitones y puso la plaza boca abajo, ligando muletazos por ambos lados, estatuario y sin enmienda. Una estocada baja lo privó del rabo. Vuelta al ruedo al toro.

Jorge y "Libertador" (16.09.91). Aunque el cárdeno de Martínez Ancira enseñó poco en los dos primeros tercios, la muleta de Gutiérrez lo centró y sujetó de tal manera que ya no pudo escapar; y entonces reveló condiciones sobresalientes, que darían paso a la faena más inspirada y redonda que le vimos al hidalguense, dueño como nunca de tiempos y espacios, gusto y temple. El estoconazo dio paso al otorgamiento de uno de los rabos mejor ganados que aquí se recuerden.

Mariano Ramos y "Mechudo" (16.05.92). Bravísimo el de Xajay, en el primer tercio había dado muerte a un caballo y evidenció en todo momento codicia y fiereza, acompañadas de fijeza y clase al humillar en los engaños. Ideal para que el de la Magdalena Mixhuca exhibiera todo su poderío, envuelto, sin embargo, en un temple cuidadoso que terminó por limar asperezas. Faena para paladares exigentes, rácanamente premiada con una oreja.

Ochoa y "Entrenador" (26.02.94). A un novillo de vuelta al ruedo de Reyes Huerta correspondió el moreliano con un auténtico faenón, modelo de ligazón, suavidad y elegancia; estaba Fernando en ese momento explosivo en que el joven aspirante quiere comerse al mundo. Y se le notaba, a cada instante y en cada suerte, incluida la fulminante estocada. Dos orejas.

Gilio y "Tejedor" (21.05.94). Envió Garfias un toro de bandera y estaba Arturo en la hora del ser o no ser, dentro de una carrera cosida a cornadas. Así que se jugó la vida a cara o cruz, en medio de una tormenta tal que tuvo que cambiar de muleta en tres ocasiones, conforme la empapada tela se iba haciendo inmanejable. Faena torerísima, y no sólo por la corriente de emotividad que transmitió. Lástima de pinchazos. Aún así, fue llamado tres veces a recorrer la circunferencia.

El Zapata y "Excelencia" (03.12.94). Este torero, que tanto iba a prodigarse en El Relicario, resulta que cuajó su faena más redonda cuando aún era novillero. El castaño de Manuel Macías se distinguió por su fijeza y clase, y Uriel estuvo a su altura, y aún más allá, con capote, banderillas y muleta. Debieron darle, además de las orejas, el rabo. Y al de Macías la vuelta al ruedo.

El Juli y “Candidato” (25.10.97). Otro trasteo novilleril memorable, y mal recompensado, fue el que un Julián López ya totalmente hecho al toro mexicano  estructuró ante este arisco ejemplar de Pepe Huerta: lo estuvo lidiando por nota desde los lances de recibo, banderilleó exponiendo muchísimo y muleteó obligando a pasar en redondo a un animal remiso y geniudo. La estocada fue concluyente, y la oreja que paseó no reflejó ni de lejos aquel caudal de torerismo.

Rafael Ortega y “Lebrijano” (06.02.99). Entre las muchas orejas cobradas por el de Apizaco en Puebla, ningunas mejor ganadas que las de este insípido animal de Lebrija, a cuya sosería se sobrepuso el diestro a base de quietud, temple y mando, hasta conseguir una faena prolija y ligada, muy bien rematada con el estoque; antes había lucido sobremanera en quites y banderillas, pero en general ofreció una actuación redonda, despojada de zaragatas y alardes de gusto dudoso. Auténtica gran faena, galardonada con las orejas del bicho.

Jerónimo y “Notario” (05.05.99). Bravo y enterizo el de Montecristo, Jerónimo lo metió pronto en su dormida muleta y acabó bordándole una faena de escándalo, pues aunó mando, temple y sentimiento; además, su propia inspiración fue dictando al artista una estructura casi cristalina, cuya perfección se quebró al intentar el descabello y fallar en nada menos que 24 ocasiones. Se esfumó el rabo. Pero a pesar de los dos avisos, fue llamado a saludar entre clamores.

David Silveti y "Poeta" (14.09.02). Al reaparecer en El Relicario –en lo que sería su última tarde aquí–, David era un artista tan limitado en lo físico como encendido internamente; no se redujo a torear suntuosamente a su primero, sobre todo con la capa; con el noble  “Poeta”, cuarto de la tarde, dibujó una larga sucesión de trazos de ensimismada suavidad y quietud casi absoluta. Y contra su costumbre, a este lo bordó en los medios. Dos pinchazos dejaron el premio en una oreja.

Hermoso de Mendoza y "Don Cuco" (25.10.02). Entre las múltiples actuaciones del rejoneador navarro –casi todas multipremiadas– descuella la lidia que supo darle a este difícil morlaco de San José, grande, resabiado y con acusada querencia tablas. Lo fue sacando  de ahí donde a base de persuasión sutil, con gran exposición de sus educadas cabalgaduras, hasta terminar ofreciendo su repertorio para días de fiesta. Dos justísimas orejas coronaron tan torera gesta.

Mariano Ramos y "Bola de Nieve" (01.01.04). Ya le había cortado las orejas a su primero pero se superó con el cuarto de un encierro bien graneado y de gran clase de Reyes Huerta. Fue lástima que lo estropeara con el estoque, dejando en vuelta a la circunferencia lo que debió ser el rabo que le debía a El Relicario, donde este galardón pronto iba a convertirse en vulgar baratija.

El Zotoluco y "Mil Usos" (14.05.04). La recia tauromaquia del espada mexicano más importante  de la primera década del siglo XXI tuvo ocasión de manifestarse en plenitud a favor de un astado de San Martín con casta, clase y cara de toro. El quehacer de Eulalio tuvo brío,  dominio, variedad y temple, aunque el rabo otorgado lo protestaran los más ecuánimes. 

Sebastián Castella y "Triunfador" (05.05.08). Fue la del francés la última gran faena sobre la arena poblana. Auténtica joya por su aguante, mando, temple y ligazón, incluyó tandas caudalosas sobre ambas manos, adornos en cortísimo terreno e invariable suavidad de trazo. Lo acompañó la dulce embestida de un burel de Reyes Huerta de escaso trapío, la otra lacra que en los últimos años fue enseñoreándose del coso del Cerro. Aún así, nadie discutió el rabo ni regateó aclamaciones.


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