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Fallece el matador Jesús Sánchez "El Azteca"

Sábado, 04 Ago 2012    México, D.F.    Redacción | Infografía: Landín-Miranda   
Descanse en paz
El matador Jesús Sánchez "El Azteca" falleció esta mañana, alrededor de las 06:30 horas, en su casa de la Ciudad de México, a la edad de 80 años, y aquejado de una tromboflebitis que lo mantuvo postrado durante las últimas semanas, luego de haber permanecido ingresado en una clínica.

Esta enfermedad, producto de la mala circulación en las piernas, se complicó con el enfisema pulmonar que ya padecía desde hace varios años y que lo obligaba a utilizar oxígeno suplementario.

El Azteca, que siempre fue su apodo en los toros, nació en la capital de México el 27 de octubre de 1931. Debutó en El Toreo de Cuatro Caminos en el año de 1955, en una novillada de selección, y repitió al domingo siguiente tras mostrar buenas cualidades. Posteriormente, probó fortuna en España, donde toreó 14 novilladas, y se quedó anuncido en la plaza de Las Ventas de Madrid al romprerse el convenio taurino entre ambos países.

Se presentó en la Plaza México el 9 de octubre de 1960, al lado de Fernando de la Peña y Antonio Sánchez "Porteño", donde estoqueó un novillo de Cerralvo y otro de Miguel Franco.

Después de una larga andadura como novillero, que duró casi una década, tomó la alternativa en la plaza venezolana de San Cristóbal, el 18 de abril de 1965, de manos de su compatriota, Juan Silveti, y ante el testimonio de César Faraco, con toros mexicanos de Ernesto Cuevas.

Al poco tiempo de haberse doctorado, decidió retirarse y se dedicó a trabajar en diversos negocios, aunque nunca se apartó del ambiente taurino. En su larga vida de aficionado, impulsó la carrera de varios toreros, y vio hacerse matador a su hijo, José de Jesús. También ayudó a otros espadas como Humberto Flores o Antonio Vegas, y desde sus inicios a Fernando Ochoa, al que enseñó a torear en la primera etapa del michoacano en los ruedos.

En su últimos años aconsejó técnicamente a Lorenzo Garza Gaona, y a otros torerillos que se acercaban a diario al claro de Chapultepec, lugar típico de entrenamiento donde El Azteca era uno de los infaltables en las primeras horas de la mañana. Su carácter recio, a veces un tanto hosco, y su trato severo como maestro de toreros, escondía a un hombre noble y recto.

Asimismo, organizó algunas corridas de toros en distintas regiones del país, como Moroleón, Sultepec y Jiquilpan, pues nunca perdió ocasión de organizar festejos motivado por su desmedida afición.

Sus restos serán velados en la agencia funeraria Gayosso de las calles de Sullivan a partir de esta tarde. Desde aquí enviamos nuestras más sentidas condolencias a su viuda, así como al resto de su familia, especialmente al matador José de Jesús. Desanse en paz.


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