"Sueño con toros todo el día": Rivera (fotos)
Lunes, 18 Jun 2012
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Diego García
El matador colombiano busca abrirse camino en México
El matador colombiano Ricardo Rivera intenta abrirse camino en México, país que le ha acogido desde hace siete años, cuando llegó como novillero en busca de oportunidades que lo llevaron a una alternativa de lujo en la plaza de Guadalajara, en noviembre de 2008.
"No entiendo la vida sin torear, y aunque hace ocho meses que no me visto de luces, pero todos los días entreno con mucha dedicación y fe, porque sé que en cualquier momento vendrá una nueva oportunidad y no la quiero desaprovechar", comentó Rivera.
A lo largo de esta larga estancia en nuestro país, el torero ogirinario de Cali ha vivido muchas experiencias enriquecedoras que lo han marcado. Los triunfos y las cornadas han estado presentes, así como una forma de ser muy personal, que a veces ha sido un obstáculo para darse a conocer, según explica:
"No ha sido fácil el camino hasta aquí, quizá porque mi forma de ser no es la más indicada para hacer relaciones públicas. Reconozco que soy apartado y sólo pienso en estar concentrado y listo para torear, sin ponerme a pensar que también es importante dejarse ver fuera de la plaza y saberse mover, algo a lo que estoy dispuesto para seguir adelante con mi carrera".
El carácter huraño de Ricardo, ese que esconde a un ser humano sencillo y noble, no se refleja en el ruedo. Al contrario, lo que trasluce de este hombre cuando torea es una autenticidad a tope. Valor, fibra, tenacidad y a veces... llanto, como esas lágrimas que ha derramado cuando aflora todo el sentimiento en una tarde de triunfo.
Y ha sido precisamente en la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara donde recuerda sus mejores momentos, con el aliento de una afición que lo ha cobijado desde su época como novillero:
"Mi relación con al afición de Guadalajara es especial. Creo que en esta plaza es donde he conseguido mis mayores logros. Ahí he dejado mi sangre, pero también mi entrega y ganas de proyectarme. Ojalá puediera tener una respuesta para saber porqué estoy parado. Necesito encontrar un apoderado".
Con esta misma sinceridad, Ricardo Rivera espera seguir despertando la ilusión en varios amigos que creen en él como un torero recio, capaz de solventar grandes dificultades y afrontar retos nuevos, más ahora que no tiene una estrategia definidia para manejar su carrera, mientras su estado anímico transita a la vera del camino de la desesperanza.
"Ya tengo 27 años, y es el momento de dar el paso definitivo. No me veo haciendo otra cosa sino toreando. Todos los días, y a todas horas, sueño toros y mi pasión más grande es el toreo. Es así como trato de expresar tantas cosas que a veces me atormentan, precisamente delante del toro, con un capote y una muleta en las manos. Ahí es como mejor fluyo como persona".
El refugio del campo ha sido una buena medicina para Ricardo, que aprovecha la menor oportunidad para hacerse presente en las ganaderías, como lo hizo recientemente en Los Encinos, donde compartió un interesante tentadero al lado de Federico Pizarro y Oliver Godoy.
En estos días ensaya en Los Viveros de Coyoacán -para "pinares... y toreros", según el verso del añorado Benítez Carrasco-, donde convive a diario con el propio Pizarro, por quien siente una estimación especial.
"Es ahí en Los Viveros donde me preparo a conciencia, y también en algunas ganaderías a la que me invitan, lo que agradezco mucho. Pero es en la plaza donde quisiera entrar en acción; ahí donde la emoción del toreo se percibe de otra manera; a veces más cruda y real, con el miedo a cuestas, pero también con la sensación de que cuando se nace para ser torero, hay que dar la vida por ello".
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